La larga marcha hacia el dominio tecnológico

Tras haber sido la fábrica del mundo, China busca ahora ejercer la hegemonía global en el terreno de la tecnología. Queda mucho para lograrlo, aunque el país ya es líder en muchos ámbitos estratégicos

Comparte
Pertenece a la revista
Abril 2024 / 123
Image
Ilustración China

Ilustración
Lola Fernández

Audioplayer Icon
Escucha el artículo

China ya no quiere ser la fábrica del mundo. Sin embargo, las exportaciones masivas de textiles y otros productos manufacturados han sido la causa del espectacular crecimiento del país desde su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001. En 20 años, 800 millones de chinos han salido de la situación de pobreza absoluta en la que se encontraban, y en 2019 el país superó la barrera de los 10.000 dólares de renta por habitante y año.

Pero el aumento de los salarios, que se han multiplicado de media por 2,6 entre 2008 y 2022, ha degradado progresivamente la competitividad de los productos procedentes de China. El país sigue siendo el primer exportador en los sectores de vestido y calzado, pero su cuota de mercado disminuye desde hace una década a favor de los que ofrecen costes salariales menores como Vietnam y Bangladesh.

La gran crisis financiera de 2007-2008 también ha contribuido a poner de relieve la dependencia de China de la demanda global, cuyas variaciones son difícilmente predecibles. Por otra parte, la estrategia de relanzamiento económico mediante la inversión pública, puesta en marcha inmediatamente después de la crisis por el Gobierno de Pekín, permitió que el PIB del país aumentara en más del 6% anual hasta la aparición de la covid-19. Pero también ha alimentado un exceso de capacidad en el sector industrial e inmobiliario, así como un importante endeudamiento, sobre todo de las corporaciones locales. Finalmente, el contexto geopolítico y la rivalidad con EE UU por la hegemonía mundial llevan desde hace varios años a China a reforzar su autonomía tecnológica.

“La importancia que el Gobierno chino da a la tecnología no es nueva”, recuerda Emmanuel Véron, doctor en Geografía, especialista en la China contemporánea del Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de Francia (Inalco). “Desde hace 40 años ha habido toda una sucesión de programas”.

Pero desde hace una década, los esfuerzos se han acentuado y la relación con la innovación ha cambiado.

Innovación ante todo

“En 2012, se consideró que  la innovación era el modo de alcanzar el desarrollo económico. A partir de 2017, se sumó una dimensión geopolítica. La innovación pasó a ser un acelerador del potencial económico. Desde 2022 esta segunda dimensión es la que claramente predomina”, resume François Chimits, economista del organismo público francés CEPII (Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales) y analista del Mercator Institute for China Studies (MERICS). El objetivo de Pekín es, pues, convertirse en un líder tecnológico para exportar productos de mayor valor añadido y fortalecer su autonomía estratégica.

El plan Made in China 2025, presentado en 2015 y concebido para conseguir que el país pase de ser la fábrica del mundo a ser una gran potencia industrial a mediados de la década actual, está enfocado en 10 sectores, entre los que figuran la inteligencia artificial, los semiconductores, la informática cuántica, las biotecnologías, la aeronáutica y los vehículos eléctricos.

El progreso ha sido enorme. Por primera vez, en 2022 China exportó más vehículos a Europa que los que importó, y su posición podría aumentar a medida que se desarrolle el uso del vehículo eléctrico, pues el país dispone ya de varios número uno en el segmento de los coches pequeños de bajo coste. EE UU, por su parte, multiplica las sanciones a Pekín. ¿Una muestra de que la penetración tecnológica china se acelera?

1. UN PAÍS A LAS PUERTAS DE LA FRONTERA TECNOLÓGICA

El progreso de China en el ámbito de la investigación académica es innegable. Según un informe de referencia elaborado por el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI) y publicado a principios del año pasado, el país domina 37 de los 44 sectores punta analizados. Su esfuerzo en investigación y desarrollo acaba también de superar al de Europa. Sin embargo, hay muchos elementos que relativizan este aumento. China está fundamentalmente enfocada en la investigación aplicada, en detrimento de la investigación fundamental, más susceptible de producir innovaciones de vanguardia.

Por otra parte, el país “registra muchas patentes, pero ello no es tanto el síntoma de una fuerte productividad de la investigación como el reflejo de una política pública de estímulo mediante la reducción de impuestos a los poseedores de patentes”, considera Gaétan de Rassenfosse, profesor asociado de Política de ciencia y tecnología en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza). Esa es la razón por la que el número de patentes registradas en China se ha disparado en la última década, pero son, de media, de menor calidad que las del resto del mundo.

A pesar de ello, el avance sigue siendo considerable. “Sobre todo porque una parte de los resultados, cuando tienen aplicaciones militares, no se hacen públicos”, explica Emmanuel Véron, especialista también en temas marítimos y navales. “La investigación oceanográfica, por ejemplo, permite aumentar tanto el conocimiento de los recursos pesqueros y minerales para la explotación de los mares como el de los fondos marinos para la utilización de los submarinos”, precisa.

Superordenadores

“En determinados sectores, China se está acercando a la frontera tecnológica, es decir, al estadio más avanzado de la investigación mundial”, asegura Elvire Fabry, investigadora en el Instituto Delors y especialista en geopolítica del comercio. Se está progresando muy rápidamente en el sector de la inteligencia artificial y de los superordenadores, cuya capacidad de cálculo es netamente superior a la de los ordenadores clásicos. “Las múltiples aplicaciones de esas tecnologías, incluidas las militares, hacen que constituyan unos aceleradores de potencia”, añade.

Imagen
Crecimiento PIB China

Los avances tecnológicos no se limitan al esfuerzo de investigación, como atestigua el aumento del valor añadido de las exportaciones chinas. “En el ámbito de la comercialización, China es el líder mundial en el ámbito de los drones, las baterías y las energías verdes. También ocupa un lugar importante en el de las telecomunicaciones gracias a Huawei”, informa Mathilde Velliet, investigadora sobre geopolítica de las tecnologías en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).

Por el contrario, en el sector de la aviación, China tiene problemas. “Este verano ha sacado su primer avión de media distancia tipo A320. La mayoría de los componentes fundamentales se los han suministrado empresas extranjeras, y el aparato acusa ya un retraso técnico frente a sus competidores”, constata Pierre Sel, doctorando y cofundador del grupo de reflexión y de estudios sobre China EastIsRed.

Subvenciones

Las colosales sumas empleadas en los sectores prioritarios no son ajenas a la recuperación del retraso tecnológico chino. Por ello, no sorprende que las subvenciones del Estado a las empresas, cuyo montante está rodeado de bastante opacidad, constituyan el centro de las tensiones entre China y la Unión Europea. “Tras la investigación sobre los paneles solares, realizada en 2012, el pasado mes de octubre Bruselas inició otra investigación para demostrar hasta qué punto China subvenciona su industria de coches eléctricos. Si se demuestra la existencia de esas prácticas, que contravienen las normas de la OMC, la Unión podría aplicar unas medidas compensatorias y aumentar los aranceles aduaneros”, señala Elvire Fabry.

Imagen
Gasto I+D China

“La Unión Europea pone el punto de mira en las subvenciones directas, pero ello no revela la amplitud de las medidas de apoyo industrial puestas en marcha por Pekín”, afirma François Chimits, un apoyo inédito tanto en lo relativo a las cantidades concedidas como a los canales.

Así lo atestigua el desarrollo masivo, desde 2014, de fondos de capital privados con orientación pública que invierten en tal o cual empresa en conformidad con los objetivos industriales del régimen comunista. Esas inversiones se elevan hoy a 800.000 millones de dólares, frente a menos de 100.000  millones en 2014.

2. TECNOLOGÍAS VERDES: LA GRAN BAZA

El espectacular avance tecnológico chino es tanto más preocupante para los occidentales cuanto que los progresos más fulgurantes se hallan en los sectores cruciales para la transición energética. Además de en el coche eléctrico, China es líder mundial en energías renovables y es el origen, por ejemplo, del 96% de las importaciones europeas de paneles fotovoltaicos. Esta dependencia se ve agravada por el hecho de que el país domina toda la cadena de valor, desde el tratamiento del silicio —material semiconductor esencial para la transformación del rayo luminoso en electricidad— a la confección de las células que componen un panel solar y a su montaje final.

Para algunos, China constituye una baza para la transición mundial, pues permite, gracias a economías de escala, disminuir el coste de equipamientos útiles para la transición. Sin embargo, la concentración de la producción plantea problemas de garantía de suministro en caso de conmociones (geopolíticas, sanitarias, climáticas, etc.).

Imagen
Industria fotovoltaica China

Además, la capacidad del país para proseguir con el suministro de esos productos puede disminuir en la medida en que acelere su propia transición. Pekín, que se ha comprometido a alcanzar un pico de emisiones de CO2 en 2030 y las cero emisiones netas de carbono en 2060, ya ha duplicado su capacidad solar y eólica instalada entre 2018 y 2022. Sin embargo, se debe matizar ese esfuerzo porque China aprobó en 2022 la construcción de nuevas centrales de carbón.

Saturación

¿Podrá entonces seguir exportando tanto y, a la vez, guardar lo necesario para alcanzar sus objetivos? Probablemente, en parte, pues la transición china “va a crear nuevos mercados para un sector productivo que estaba llegando a la saturación a causa de las grandes inversiones realizadas por los poderes públicos en los últimos 15 años”, estima Sophie Wieviorka, economista especialista en Asia del Crédit Agricole. “Pero dadas las colosales sumas de las inversiones que ello exigiría, China no podrá servir a la vez a su propio mercado y a sus clientes extranjeros”, concluye Alicia García Herrero, economista jefa responsable de Asia-Pacífico en Natixis, e investigadora en el Instituto Bruegel.

Otra gran baza de China en los sectores relacionados con la transición energética es que controla varios minerales y metales estratégicos. Esta posición dominante no se debe a un azar de la geología que habría ubicado la mayoría de las reservas en ese país, sino a opciones industriales, pues el gigante asiático no domina tanto la extracción de esos materiales como su refinado. Aunque depende de la República Democrática del Congo para abastecerse de cobalto, el 75% mundial de este metal refinado sale de sus fábricas.

Y Pekín no duda en utilizar esa baza para combatir las sanciones estadounidenses. Desde comienzos de agosto pasado, el germanio y el galio, que se usan tanto para la producción de semiconductores como de paneles solares, necesitan la autorización de Pekín para ser exportados. En octubre, el grafito se sumó a la lista. La respuesta ha tardado, pero esta decisión de “hacer valer su ventaja en la extracción y transformación de materias primas constituye una etapa importante cuyas consecuencias pueden ser considerables”, estima John Seaman, investigador en el Centro Asia del IFRI.

3. EL TALÓN DE AQUILES

La capacidad de China para aumentar la gama y ser autónoma tecnológicamente depende, en gran medida, del resultado de la batalla que se libra en torno a los semiconductores, componentes imprescindibles para el funcionamiento de miles de objetos electrónicos, desde los smartphones hasta los superordenadores, pasando por los aerogeneradores eólicos. China es el primer importador del mundo y, en 2022, la factura de la importación de esos chips superó la del petróleo importado por el país.

“Algunos de esos componentes tienen uso militar”, señala François Chimits, “y EE UU invoca ese riesgo para multiplicar las sanciones”. Estas sanciones tienen “de rebote importantes consecuencias comerciales”, subraya Pierre Sel.

Freno real

Tras haber impuesto, en octubre de 2022, el control de la exportación de semiconductores producidos en EE UU y que sirvan para la producción de superordenadores y para el desarrollo de la inteligencia artificial, las autoridades estadounidenses convencieron a Países Bajos para que dejara de exportar a China la maquinaria necesaria para el grabado de los chips más avanzados, fabricada por la empresa neerlandesa ASML.

La multiplicación de sanciones constituye un freno real para Pekín, pues la cadena de fabricación de los semiconductores está muy globalizada, y el grado de especialización requerido para cada etapa de producción pone en manos de algunas firmas, en este caso neerlandesas (con ASLM, que produce equipos necesarios para la industria de los semiconductores) y taiwanesas (con TSMC, la mayor fundición del mundo, que fabrica chips con la maquinaria de ASML). Por el momento, “EE UU domina las fases de concepción de los chips y China solo domina el final de la cadena de valor, a nivel de montaje, de embalaje y de los test”, puntualiza Eve Barré, economista jefa de la aseguradora Coface.

Imagen
Semiconductores China

Sin embargo, en agosto de 2023, el país dio un importante paso en la pugna por la miniaturización que libran los gigantes del sector, anunciando que el nuevo smartphone del fabricante chino Huawei tiene un chip de siete nanómetros fabricado por la empresa china Smic. Sin embargo, aún no se ha alcanzado la frontera tecnológica, que hoy se sitúa en tres nanómetros. “China necesita máquinas de tecnología ultravioleta extrema de ASML, cuya exportación hoy está restringida, para masificar esa producción. En teoría puede producir chips de 7 nm con máquinas de viejas generaciones, pero será menos eficaz y más caro”, explica Mathilde Velliet.

“En el ámbito de la fundición avanzada, que permite más miniaturización y mayor capacidad de cálculo de los chips, China tiene un retraso de dos a tres años sobre los líderes, el taiwanés TSMC y el coreano Samsung”, estima Pierre Sel. Sin embargo, matiza, “estas competencias son importantes, pero no vitales para aplicaciones como la inteligencia artificial. Además, China puede compensarlo en otros segmentos de la fabricación de chips”.

En efecto, las fundiciones chinas controlan la producción de chips de 28 nm y más, suficientes para la mayoría de las aplicaciones, desde los microcontroladores industriales hasta la electrónica para uso del gran público.

4. ¿TIENE PEKÍN LOS MEDIOS NECESARIOS?

En el tercer trimestre de 2023, por primera vez en 25 años, salió más capital extranjero de China que el que entró. “Las empresas extranjeras que operan en China no solo no quieren reinvertir sus beneficios, sino que, por primera vez, venden masivamente sus inversiones a las empresas chinas y repatrían el dinero”, explica Nicholas R, Lardy, especialista en economía china en el think tank estadounidense Peterson Institute for International Economics.

Este cambio, que puede influir en la capacidad de innovación de China, se atribuye tanto a la ralentización del crecimiento chino como al aumento de la tensión entre Washington y Pekín, y a la degradación del clima político debido al giro en el ámbito de la seguridad dado por  el presidente Xi Jinping.

“La nueva ley sobre el espionaje, que entró en vigor en julio de 2023, da mucho margen de maniobra a las autoridades”, señala Sophie Wieviorka, quien cita también las nuevas normas chinas sobre el almacenamiento compartido de datos y el aumento, en los tres últimos años, de la presencia física del Partido Comunista en las empresas, tanto nacionales como extranjeras.

El escalón más difícil

La corrupciówivel local, limita también la eficacia de la política industrial. Para detectar a los “pequeños gigantes”, es decir, a las pequeñas y medianas empresas innovadoras más prometedoras en las que el Estado chino quiere invertir un número creciente de fondos, las autoridades han establecido un sistema basado en la identificación de las firmas, en primer lugar, a nivel municipal para las campeonas más pequeñas, luego a nivel provincial para las campeonas medias, y subiendo hasta a nivel nacional.

“La orientación de los fondos hacia la economía innovadora está, así, en manos de las autoridades locales, que pueden aprovechar para favorecer a los suyos y que razonan en función de objetivos y de empleo a corto plazo”, describe François Chimits.

En definitiva, China ha realizado los últimos años avances tecnológicos muy importantes, hasta el punto de haberse convertido en  líder en varios terrenos estratégicos. Pero el último escalón, que le permitiría ejercer un predominio tecnológico más global, puede ser, por razones tanto técnicas como económicas y políticas, el más difícil de subir.