¿Todavía puede Ucrania salir victoriosa?

Estancada en una guerra de desgaste, Kiev depende más que nunca de los países occidentales, cuyo apoyo parece agotarse

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Abril 2024 / 123
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Guerra en Ucrania

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Manhhai

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Incluso Volodymyr Zelensky ha reconocido “un estancamiento”. Dos años después del inicio de la guerra y, a pesar de la contraofensiva ucraniana del verano de 2023, el ejército de Kiev no consigue retomar el control de los territorios del este conquistados por Rusia. Tampoco el ejército ruso logra un avance sostenido hacia el oeste. Según la web War Mapper, que cartografía el conflicto, Ucrania liberó 50 kilómetros cuadrados en octubre, pero Rusia recuperó 32 kilómetros cuadrados en diciembre. En total, en 2023 ninguno de los dos países hizo avances territoriales significativos. Al principios de enero, el 17% del territorio ucraniano estaba bajo control ruso, porcentaje que no ha variado desde hace más de un año.

Este estancamiento certifica que la guerra en Ucrania se ha vuelto una guerra de desgaste, en la que el vencido puede ser aquel que agote primero sus fuerzas y sus reservas. Para Ucrania, la capacidad de sostener este tipo de guerra depende de la magnitud del apoyo occidental, ya sea estadounidense o europeo. De este apoyo depende su sostén financiero, ya que Rusia se ha ocupado de atacar los principales recursos económicos de Ucrania, principalmente las exportaciones eléctricas y agrícolas. Las acerías, concentradas en el este del país, que también se vieron gravemente afectadas por la guerra, redujeron sus exportaciones en más del 60% entre 2021 y 2022. En el plano estrictamente militar, Ucrania es igualmente dependiente del suministro de material ( municiones, tanques, etc. por parte de Occidente.

Ningún bando dispone de una fuerza aérea lo suficientemente potente. Los ejércitos ruso y ucraniano “se apoyan en fuego indirecto, como los morteros, la artillería y los sistemas de lanzamiento de cohetes múltiples, para defenderse de los avances enemigos y lanzar sus propias ofensivas”, explica Gustav Gressel, especialista en defensa del European Council on Foreign Relations (ECFR). De un lado y del otro, la capacidad para almacenar suficiente munición es determinante en la continuación del conflicto.

La industria rusa, reforzada

Rusia, que ha logrado eludir parcialmente las sanciones occidentales, tiene capacidad para producir 2,5 millones de municiones por año, comparado con los 7 millones que utilizó en 2023. “El esfuerzo de la guerra rusa es sostenible a largo plazo, ya que la industria militar rusa se ha visto reforzada. Sin embargo, el sector civil no ha comenzado aún a producir equipamiento militar, señala Tatiana Kastouéva-Jean, directora del centro Rusia/Eurasia del Instituto Francés deRelaciones Internacionales (IFRI). “Rusia no ha entrado todavía en una economía de guerra”.

Por su lado, Ucrania, que dispara entre dos y tres veces menos que Moscú, importa el 85% de sus municiones. Ahora bien, “la dinámica de apoyo a Ucrania se ha ralentizado”, afirma el think-tank alemán Instituto Kiel para la Economía Mundial.

La incógnita de EE UU

La situación es la misma a ambos lados de Atlántico. Del lado estadounidense, el último plan de ayuda a Ucrania, actualmente en disputa, suscita la oposición de los republicanos en el Congreso, que han condicionado su validación a un endurecimiento de la política migratoria de su país. Por parte europea, un nuevo plan de ayuda financiera de 50.000 millones de euros (33.000 millones listos y 17.000 millones en pagos fraccionados hasta el año 2027) fue aprobado finalmente en enero, pero este crédito no permite responder a las necesidades operacionales de Kiev en un contexto de retirada de los estadounidenses, que puede acentuarse en caso de que Donald Trump gane las elecciones en noviembre.

“Desde el comienzo de la guerra, los americanos aportaron sobre todo apoyo militar, y los europeos ayuda financiera debido a su menor nivel de stock en material militar”, precisa Julien Malizard, del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional de Francia. Sin embargo, algunos países europeos parecen haber reducido sus arsenales más rápidamente que otros. Los Estados bálticos y Alemania, por ejemplo, disponían todavía de material soviético que podrían haber donado a Ucrania. “Dinamarca y Países Bajos, que estaban reemplazando su flota de aviones F-16 por los F-35 estadounidenses para cumplir los estándares de la OTAN, han acelerado la renovación para ayudar a Ucrania”, apunta.

 “El stock que permitía dar tiempo a la producción industrial para ponerse en marcha se ha terminado, pero nuestro ritmo de producción no es todavía suficiente. Por tanto, entramos en una nueva fase, más difícil”, explica Léo Péria-Peigné, investigador en el centro de estudios de seguridad del IFRI. Ello significa que los países que quieren seguir ayudando a Ucrania deben producir más, y rápidamente.

La reducción de las inversiones europeas en materia de defensa es particularmente flagrante en el sector de las municiones. “¡Pensábamos que eran armas del pasado!”, justifica Julien Malizard. “Desde la Guerra Fría, los Estados habían apostado por equipos de tecnología punta”. Resultado: la Unión no respetará su acuerdo de entregar un millón de obuses por año en Ucrania en primavera. Según Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, se entregarán 530.000 obuses, es decir “un poco mas del 52% del objetivo inicial”.

Aumentar la producción

En pocas palabras, los europeos pueden abastecer en un año lo que los ucranianos consumen en semanas. El industrial francés Nexer ha anunciado que duplicará su capacidad de producción en 2025, pero aun así está lejos de cubrir las necesidades de un conflicto de tal magnitud.

¿La culpa de los problemas de suministro? Que la pólvora ya no se produce en suelo francés. La empresa Eurenco ha anunciado la apertura de una nueva fábrica, pero esta no estará operativa antes de 2025.

“La diversidad de materiales producidos en el seno de la Unión Europea afecta al propósito de las economías de escala de acelerar la producción y reducir el coste, de la misma forma que complica la gestión militar en Ucrania, donde coexisten materiales fabricados bajo los estándares de la OTAN con modelos soviéticos”, explica Julien Malizard. Estos últimos necesitan munición de 152 milímetros (contra los 155 del estándar de la OTAN) que ya no se producen en Europa, excepto en Bulgaria.

En Francia, el Ministerio de Defensa insiste a los industriales en la necesidad de aumentar la producción, pero el Estado no hace suficientes encargos para incentivar esos incrementos.

Los límites, sin embargo, no son solo industriales, apunta Borrell: “El medio mas rápido, el menos caro y el más eficaz de aumentar nuestro aprovisionamiento de munición para Ucrania es dejar de exportar a terceros países. Y esto es algo que solo los Estados miembros pueden hacer”, insiste.

“En el momento actual, el apoyo de los Estados miembros a Ucrania se hace de manera voluntaria, ya que no estamos en un contexto de movilización de guerra. En Francia, el Estado no ha decretado a las empresas una prioridad en el suministro a favor de Ucrania”, Apunta Renaud Bellais, director del Observatorio de Defensa de la Fundación Jean-Jaurès.

Mas allá de la guerra de Ucrania, este rearme pone en cuestión la proliferación de armas a nivel mundial. “Una capacidad productiva reforzada hará más fácil la exportación de armas, lo que podría ser un catalizador para la guerra y la represión”, insisten desde la Red Europea Contra el Comercio de Armas. El riesgo se incrementa en el caso de la industria francesa de defensa, donde se ha fomentado la exportación desde hace varias décadas para paliar la debilidad en la demanda doméstica.

2024: un año difícil

En vista de la bajada del apoyo occidental, Ucrania intenta desarrollar su propia industria, no sin dificultades. “Recientemente los bombardeos estratégicos rusos han comenzado a concentrarse en las ciudades del oeste de Ucrania que albergaban las nuevas fábricas de la resucitada industria militar ucraniana”, describe Gustav Gressel, que anticipa: “2024 será el periodo más difícil para Ucrania, desde los dos primeros meses de invasión a gran escala”. El reemplazo, a principios de febrero del jefe de la armada ucraniana, Valery Zaloujny, testimonia la vital importancia para el país de encontrar oxígeno en esta guerra.