Rusia, tras medio año de sanciones

El castigo contra el régimen de Vladímir Putin no ha minado los ingresos del sector energético ruso ni ha desestabilizado el rublo, pero puede perjudicar el crecimiento económico del país a medio plazo.

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Octubre 2022 / 106
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Perico Pastor

¿Son eficaces las sanciones impuestas a Rusia? “Sí”, responde el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, “porque golpean ya duramente a Vladímir Putin y a sus cómplices, y sus efectos sobre la economía rusa se incrementarán a lo largo del tiempo”. En cambio,  a la misma pregunta responden que no políticos como Marine Le Pen, excandidata a la presidencia de la República Francesa, y el líder húngaro Viktor Orbán, quienes, en nombre de la defensa de los intereses de los europeos abrumados por la inflación, reclaman el levantamiento del castigo contra Moscú.
 
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la Unión Europea ha aprobado seis paquetes de sanciones contra la Federación Rusa, a los que se suman los adoptados a su vez por EE UU, Reino Unido, Australia e, incluso, Japón. “La eficacia de las sanciones económicas es muy difícil de estimar debido a los múltiples instrumentos [utilizados] y al hecho de que existan objetivos intermedios y últimos (…), pero también a la difícil definición del llamado escenario contrafáctico”, es decir, el escenario que se habría desarrollado en ausencia de sanciones, opina Agnès Bénassy-Quéré, economista jefa de la Dirección General del Tesoro francés. “El objetivo último de las sanciones es cambiar la política extranjera rusa y poner fin a la guerra en Ucrania”. 
 
“Desde este punto de vista, no han conseguido su objetivo”, afirma Cyrille Bret, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po) e investigador asociado del Instituto Jacques Delors. “El objetivo indirecto es infligir daños al aparato productivo y a las finanzas públicas rusas para que Moscú no pueda financiar su esfuerzo de guerra”.
 
El 40% de los ingresos del Estado ruso proceden del sector extractivo. Y la evolución de las exportaciones de gas y petróleo muestra los primeros indicios sobre la eficacia de las sanciones. Según las estimaciones del Centre for Research on Energy and Clean Air (CREA), los ingresos procedentes de las ventas energéticas de Rusia son muy superiores al nivel de hace un año: 750 millones de euros al día de media en junio de 2022, frente a los 625 millones de euros en mayo de 2021. 
 
“A partir del momento en el que una parte del mundo rechaza el petróleo o el gas de un gran país productor, y de que la producción global no aumenta, los precios se disparan. Y Rusia se beneficia hoy de ello”, explica Forent Parmentier, investigador asociado del Centro de Geopolítica HEC de París. Y ello pese al hecho de que el crudo ruso se vende con un descuento con relación al Brent o crudo de referencia europeo (más de 30 dólares por barril a principios de agosto, frente a los menos de 2 dólares de finales de 2021).
 

Los occidentales, en retirada

 
Occidente continúa, pues, aportando cada día sumas considerables a las arcas de Moscú. Pese a todo, las cuantías recibidas por Rusia van descendiendo desde el mes de marzo, tanto por la prohibición de nuevos contratos con Rusia decidida por Bruselas como debido a los cortes de suministro impuestos por Moscú.
 
Con Europa en retirada, China e India suponen una parte creciente de las sumas que caen en las arcas de Moscú. “El comportamiento de India, que ahora recibe el 18% de las exportaciones rusas de petróleo frente al 1% que recibía antes de la guerra de Ucrania, constituye una grieta importante por cerrar”, remarca el CREA. El mayor comprador es la refinería de Jamnagar, en el Oeste del país, la mitad de cuyo petróleo refinado se destina a la exportación. 
 
“El 20% de los cargueros pasan por el canal de Suez, lo que indica que se dirigen hacia Europa y hacia EE UU”, describe el  mencionado think tank. Y ello a pesar de que Washington decretó un embargo sobre el petróleo ruso desde el mes de marzo.
 
De todos modos, el aumento de entregas dirigidas a Asia no permite compensar la caída de las entregas a Occidente. “China compra prácticamente todo lo que Rusia puede ofrecerle a través de infraestructuras y puertos del Pacífico. Pronto no podrá haber aumentos sustanciales, salvo que los cargamentos sean transportados por el Mar Báltico o por el Mar Negro, una ruta más larga y más costosa. En cuanto a poner en marcha nuevas infraestructuras, ello llevará años”, explica el CREA. 
 
Por otro lado, el peso de India en los ingresos de las exportaciones rusas sigue siendo débil y la UE y Reino Unido prohibirán a partir de final de año a sus aseguradoras cubrir el transporte marítimo de petróleo ruso. El 97% de los buques que llevan crudo ruso están asegurados en Reino Unido, en Noruega y en la UE.
 

El aguante del rublo

 
El comportamiento de la cotización del rublo desde el final del mes de marzo ha planteado dudas sobre la eficacia de las sanciones. Es, de entrada, señal del éxito de las intervenciones del Banco de Rusia para sostener el valor de su divisa. “Además de elevar sus tipos de interés, la institución monetaria ha impuesto un control de cambios muy severo sobre las empresas y los hogares rusos para impedirles que conviertan sus rublos en euros o en dólares”, precisa Julien Vercueil, profesor de Economía en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (Inalco), especialista en Rusia.
 
El aguante del rublo tiene que ver igualmente con la fuerte disminución de las importaciones rusas. En efecto, cuanto más elevado es el saldo comercial de un país, más se aprecia su moneda, y viceversa. Como recuerda Agnès Bénassy-Quéré, los volúmenes importados por Rusia habrían disminuido en un 89% en mayo de 2022 con relación a febrero. El Banco de Rusia habla, por su parte, de una bajada del 20% de las importaciones en el segundo trimestre respecto al mismo periodo de 2021. 
 
Sea como sea, “el buen aguante del rublo no es de gran ayuda, puesto que las importaciones se mantienen restringidas: el poder de compra externo de la moneda rusa es, en gran parte, teórico, porque es imposible procurarse bienes procedentes de los países desarrollados”, concluye la economista. En efecto, Occidente ha identificado una cantidad de productos críticos para la economía rusa y han prohibido o restringido las exportaciones con destino a Moscú. Principalmente, se trata de sectores con un elevado contenido tecnológico. Las exportaciones de tecnologías útiles para el refinado de petróleo están vetadas, por ejemplo. También se han prohibido las que resultan útiles para la aviación y para el transporte marítimo. La eficacia de las sanciones dependerá de cada uno de estos sectores y de sus posibilidades de sustitución por parte de Rusia.  
 
“En 2011, Vladimir Putin lanzó una estrategia de sustitución de importaciones para favorecer el renacimiento de la industria transformadora rusa, que estaba moribunda desde la década de 1990. Esta política se ha beneficiado de recursos públicos mucho más importantes después de que Occidente impusiera las primeras sanciones a Rusia tras la anexión de Crimea en 2014 y de la guerra en el Donbass”, remarca Julien Vercueil. La acción más concreta en este sentido ha sido la prohibición por  parte de Rusia de importaciones de ciertos productos alimenticios, para sustituir una producción realizada en su territorio. “Esta política ha sido un éxito por lo que respecta al porcino y a las aves de corral, donde la producción doméstica se ha incrementado sin que ello se traduzca en alzas de precios”, precisa Heli Simola, economista del Banco de Finlandia. “Pero en cuanto al resto”, añade, “las importaciones desde Occidente simplemente han sido sustituidas por el suministro de otros países, con el resultado de alzas de precios”.
 

Obstáculo para la industria

 
Es probable que el efecto de sustitución corra el riesgo de ser aún más difícil en los sectores con un componente tecnológico elevado, hoy blanco de las sanciones. 
 
Desde el inicio de la guerra, Rusia se enfrenta a un éxodo de empresas y de mano de obra susceptible de perjudicar su capacidad de producción. “La mayor parte de los cálculos hablan de al menos 500.000 salidas [de trabajadores rusos], la mayoría de ellos personas graduadas y cualificadas”, avanzan los investigadores de la Universidad de Yale. Su recuento desde el primer día de la guerra concluye que hay 1.000 empresas que han reducido el alcance de su actividad, más allá de los límites impuestos por las sanciones.
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Duty Free Aeropuerto de Sheremetyevo
Aeropuerto Internacional de Moscú-Sheremétievo. Foto: Maxim Van den Bossche 
Para paliar el efecto de este castigo, Rusia podrá intentar limitar sus exportaciones con el fin de aumentar la disponibilidad de algunos productos en su economía nacional. Pero si se toma, por ejemplo, el sector de la maquinaria, equipos y automóvil, en el que Rusia es especialmente dependiente del resto del mundo, los productos que el país ha exportado habitualmente no podrán cubrir, como mucho, más que el 22% de sus necesidades. 
 

El socio chino

 
¿Puede entonces volverse hacia China? Persiste una incógnita en este sentido. Rusia ha encontrado en Pekín un socio que le proporciona materias primas, maquinaria y componentes electrónicos que necesita producir (estas aumentaron el 2,5% entre 2013 y 2018). Sin embargo, pese a la promesa formulada por el presidente Xi Jinping de brindar a Rusia "una cooperación sin límites", las exportaciones chinas a Rusia han disminuido el 40% entre enero y mayo de 2022, y han pasado de 7.400 a 4.300 millones de dólares.
 
“Los exportadores chinos, aparentemente poco proclives a arriesgarse a las represalias de Estados Unidos por no respetar las sanciones, han restringido sus ventas a Rusia”, constata Martin Chorzempa, investigador del Peterson Institute for International Economics de EE UU. “Las sanciones pueden tener un efecto masivo y perjudicar seriamente el potencial de crecimiento de Rusia, pero sus efectos son lentos, resumen Cyrille Bret. “Además, son útiles e indispensables para marcar una oposición al régimen ruso y tienen peso en las negociaciones”. 
 
“Las sanciones se han modificado ligeramente con el primer acuerdo diplomático desde el inicio de la guerra, firmado el 22 de julio en Estambul. Habrá probablemente otros retoques de este tipo”, augura Florent Parmentier. 
 
En el marco de la crisis de los cereales, la salida de las exportaciones ucranianas desde el puerto de Odesa se obtuvo, ciertamente, mediante el levantamiento de determinadas restricciones a las exportaciones aplicadas a Rusia (sobre los fertilizantes y los cereales, especialmente). 
 
“Hoy, según los datos de que disponemos sobre la actividad económica, el impacto negativo de la guerra y de las sanciones es 10 veces más fuerte sobre la economía rusa que sobre la Unión Europea”, concluye Julien Vercueil. “Privarse por completo del gas ruso ejercería una restricción más poderosa sobre la capacidad presupuestaria de Rusia para afrontar su propio esfuerzo de guerra, pero tendría, igualmente, efectos más profundos sobre la cohesión de nuestras economías. Encontrar respuestas a esta guerra que sean aceptables tanto desde un punto de vista ético como político es un desafío mayor para las democracias europeas”.