Acuerdo nuclear con Irán: ¿una oportunidad perdida?

Aunque aún no dispone del arma atómica, la entrada del régimen de Teherán en la guerra de Gaza tendría consecuencias impredecibles

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Julio 2024 / 126
Torre Azadi

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Getty images

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Israel e Irán libran desde hace años una especie de guerra silenciosa sustentada en agresiones indirectas a intereses y aliados de ambas partes. Pero tras los recíprocos ataques de misiles entre ambos países del pasado abril, dirigidos a sus propios territorios, hay un riesgo real de una escalada de la crisis a mayores dimensiones.

En este nuevo contexto, es necesario entender hasta qué punto el acuerdo nuclear de 2015 firmado con Irán en Viena está definitivamente muerto o podría desempeñar un papel relevante en la crisis actual. Ese acuerdo (JCPOA en su sigla en inglés) entre Irán por un lado y, por el otro, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad —China, EE UU, Francia, Reino Unido y Rusia— más Alemania y la Unión Europea, incluye compromisos recíprocos respecto de las limitaciones del programa nuclear militar de Irán y al levantamiento de todas las sanciones nacionales, multilaterales y de la ONU.

El JCPOA fue aclamado internacionalmente como un gran éxito diplomático con el que todos salían ganando. El objetivo de la comunidad internacional de limitar las capacidades del programa nuclear militar de Irán se combinó con la necesidad del Gobierno iraní de liberarse de las sanciones internacionales que asfixiaban su economía y de abrir su sociedad joven y formada al mundo. El potencial de Irán y su capital humano fueron elementos clave a favor de ese acuerdo. Entonces casi dos tercios de la población iraní había nacido después de la revolución de 1979 y los estudiantes universitarios ya alcanzaban el 6% de la población total. La firma del JCPOA marcó así el comienzo de un periodo de optimismo y de oportunidades económicas. Durante los primeros meses posteriores a la firma, el PIB iraní experimentó un rápido aumento, y una ola de perspectivas y emprendimientos conjuntos con socios externos inundó el país. Había también grandes expectativas de que el carácter a largo plazo del acuerdo facilitaría futuros acuerdos en muchos sectores.

Enriquecimiento de uranio

Diversas acciones iraníes relacionadas con el enriquecimiento de uranio y la producción de plutonio fueron acordadas en el marco del JCPOA. Las principales respecto al enriquecimiento de uranio son: a) reducción de la capacidad de enriquecimiento mediante la reducción en dos tercios del número de centrifugadoras en la planta de enriquecimiento de Natanz; b) limitación del nivel de enriquecimiento hasta el 3,67% en dicha planta; c) conversión de la planta de enriquecimiento de Fordow en un centro de investigaciones físicas y tecnológicas; d) limitación a 300 kg de las existencias iraníes de hexafluoruro de uranio enriquecido hasta el 3,67%, y e) uso de las reservas iraníes de uranio de enriquecimiento medio al 5-20% para la fabricación de combustible nuclear del reactor de investigación de Teherán (TRR). Por otra parte, las acciones relacionadas con plutonio son: a) el rediseño y la reconstrucción del reactor de agua pesada Arak IR-40 para permitir el uso de uranio-235 enriquecido hasta el 3,67% como combustible del reactor (en vez de uranio-238 para producir plutonio) y realizar actividades de investigación y producción de radioisótopos; b) la disponibilidad del excedente de agua pesada para exportar a los mercados internacionales, y c) la no participación de Irán en el reprocesamiento de combustible, excepto en actividades específicas destinadas exclusivamente a la producción de radioisótopos para usos médicos e industriales.

El acuerdo se desmorona

Muchas de las acciones mencionadas incluían cooperaciones específicas con signatarios del JCPOA. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), verificando el cumplimiento de todas las acciones del JCPOA, declaró en marzo de 2018 que Irán estaba implementando todos sus compromisos. Sin embargo, dos meses después, la Administración del presidente Donald Trump retiró unilateralmente a EE UU del JCPOA e impuso sanciones nuevas y de alcance global aplicadas también a aquellos países y empresas que comerciaran e hicieran negocios con Irán, excluyendo así a Irán del sistema financiero internacional y dejando sin efecto las disposiciones económicas del JCPOA.

Esa medida fue celebrada principalmente por Arabia Saudí e Israel, justificando su oposición por la no inclusión de misiles balísticos en el acuerdo. Sin embargo, la retirada de EE UU del JCPOA fue ampliamente rechazada por la comunidad internacional y por dos tercios de la opinión pública estadounidense, según CNN.

Se consideró también un error estratégico liberar a Irán para que pudiera desarrollar su capacidad de fabricar material para bombas nucleares. En una declaración conjunta, Francia, Alemania y Reino Unido intentaron rescatar el acuerdo afirmando que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que lo respalda sigue siendo el "marco legal internacional vinculante para la resolución de la disputa". China y Rusia también criticaron la retirada estadounidense, mientras que la Comisión Europea declaró ilegales en la UE las sanciones de EE UU contra Irán. No obstante, a pesar de contar con el apoyo formal de los demás signatarios, el JCPOA resultó mortalmente herido. Las acciones acordadas en él no se implementaron, el programa nuclear militar no se revirtió e Irán continuó enriqueciendo uranio-235.

El impacto en la economía de Irán, con la cancelación de gigantescos contratos comerciales, fue enorme. Y el impacto político también fue decisivo. Durante la campaña electoral de 2021, el exitoso candidato a la presidencia iraní, Ebrahim Raisi, recientemente fallecido en accidente aéreo, atacó a los actores iraníes que habían negociado el acuerdo al afirmar que el presidente reformista saliente, Hasán Rohani (2013-2021), había vendido el país y que su ministro de Asuntos Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, debería ser juzgado por traición. Sin embargo, las interacciones entre Irán y el OIEA sobre una posible reactivación del acuerdo no se rompieron y se llevaron a cabo diversas conversaciones durante 2022. Aunque Irán se refirió a la posibilidad de retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear y de abandonar el Tratado Irán-OIEA del Acuerdo de Salvaguardias durante la visita del director general del OIEA, Rafael Mariano Grossi,  a Teherán en marzo de 2023, Irán confirmó su disposición a continuar su cooperación proporcionando información y abordando cuestiones pendientes de salvaguardias, además de permitir la implementación de nuevas actividades de verificación y seguimiento. Según el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, el futuro del JCPOA depende principalmente del beneficio económico que el acuerdo pueda brindar a Irán.

¿Y ahora?

La preservación del JCPOA es actualmente improbable, pero en la Junta de Gobierno del OIEA de junio 2024, China, Rusia e Irán han propuesto recuperar el proyecto de acuerdo distribuido en 2022 por el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, destinado a reactivarlo. Aunque los ataques de abril entre Irán e Israel no afectaron las capacidades militares nucleares iraníes, esas instalaciones siguen siendo un tentador objetivo de Israel. Las elecciones estadounidenses de noviembre podrían cambiar el marco. Tras la muerte de Raisi, el recién elegido presidente iraní podría acelerar el enriquecimiento de uranio o continuar una política cautelosa para eliminar sanciones. El conflicto entre Israel y Hamás y el calvario resultante de la población de Gaza, hace la situación extremadamente impredecible. Una guerra que involucrase a Irán desestabilizaría las regiones del Golfo y Oriente Medio, representando un enorme desafío para la comunidad internacional.

Respecto a la proliferación nuclear, las principales instalaciones nucleares militares iraníes siguen estando centradas en el enriquecimiento de uranio y en la producción de plutonio. En este sentido, Irán cuenta con dos plantas subterráneas de enriquecimiento, Natanz y Fordow. El enriquecimiento del uranio natural se realiza mediante la separación de isótopos con el objetivo de aumentar el porcentaje del isótopo uranio-235 que es fisible, es decir, el U-235 puede producir reacciones nucleares con diversos fines dependiendo del nivel de enriquecimiento.

Ciertamente, el U-235 enriquecido en el 3-4% se utiliza como combustible en centrales nucleares para la producción de electricidad y calor, mientras que el U-235 enriquecido aproximadamente en un 20% se utiliza como combustible en reactores de investigación, típicamente en la producción de radioisótopos para usos médicos e industriales y en el desarrollo de materiales avanzados. Finalmente, un U-235 enriquecido en más del 90% es uranio apto para la fabricación de armas nucleares. En cuanto al plutonio, Irán tiene el reactor de agua pesada Arak IR-40, que también puede utilizarse para producir el isótopo fisible plutonio-239 mediante la captura neutrónica del combustible uranio-238 y su posterior reprocesamiento. El plutonio se considera apto para armas nucleares cuando contiene más del 93% del isótopo plutonio-239.

Ayuda china

Irán posee también dos centros de tecnología nuclear y una central nuclear. El Centro de Tecnología Nuclear de Isfahan (INTC) es, desde su apertura en 1984 con asistencia china, el mayor complejo de investigación nuclear. Operan tres reactores de investigación, todos suministrados por China, así como una instalación de conversión de uranio y plantas para la producción de combustible y revestimiento de circonio. Además, el reactor de investigación de Teherán (TRR), en funcionamiento desde 1967 con ayuda de EE UU, fue reconvertido en 1988 con ayuda argentina, siguiendo la política de no proliferación del presidente Carter, para funcionar con uranio enriquecido solo al 19,75% a partir del anterior uranio altamente enriquecido al 93%.

     En 2011 se puso en funcionamiento la central nuclear de Bushehr para la producción de electricidad y desalinización, a partir de la reconstrucción rusa de uno de los dos reactores construidos por la alemana KWU y dañados por los ataques aéreos iraquíes durante la guerra entre Irak e Irán de 1980-1988. Actualmente, se están construyendo dos nuevos reactores VVER-1000 de diseño ruso en el mismo emplazamiento de Bushehr.