Las izquierdas divididas en Europa

Dos tendencias condenadas a entenderse: una cercana al federalismo, partidaria de más integración, y una soberanista, que ve en la gobernanza supranacional la mano del capital

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Parlamento Europeo

Pietro Naj-Oleari

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La izquierda concurre a las elecciones al Parlamento Europeo de este domingo con la división de los espacios de Podemos y Sumar. Sin embargo, la fractura de las izquierdas en su aproximación a Europa no es un fenómeno nuevo. Las elecciones representan el regreso a un dilema que nunca ha desaparecido: soberanismo o federalismo. 

Los partidos de izquierdas han vivido dubitativamente la cuestión europea desde los inicios mismos del proyecto de integración. En Francia, por ejemplo, el partido socialista se partió en dos en 1993 con la aprobación del tratado de Maastricht. El entonces ministro Jean-Pierre Chevènement rompió con Mitterrand y fundó el Movimiento de los Ciudadanos, oponiéndose a la integración europea, al atlantismo y a la constitución de 2005. 

También en España el tratado de Maastricht supuso los primeros recelos sobre Europa, con el PSOE capitaneando la ratificación en el Congreso e Izquierda Unida proponiendo un referéndum nacional. En el ámbito sindical, UGT y CCOO apoyaban el tratado con un sí crítico. Años después, la divergencia en la mirada a Europa se volvía a repetir: los eurodiputados de IU, ICV y ERC votaron en contra de la propuesta constitucional europea del 2005, mientras los socialistas la apoyaban. 

Tras la crisis de 2008, las diferencias se acentuaron con la victoria discursiva de la izquierda soberanista crítica con la troika. El crecimiento de Syriza en Grecia, la coalición italiana L'Altra Europa con Tsipras y el nacimiento de Podemos en España explican que el grupo The Left creciera de 35 a 45 eurodiputados en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Sin embargo, la oposición se fue atenuando cuando Syriza claudicó en el enfrentamiento con la Comisión y la recuperación económica prometía el fin de la austeridad. Podemos se integró en el primer gobierno de coalición desde la transición y sus posiciones respecto a la Unión Europea se moderaron con la política comunitaria expansionista pospandemia.

Las elecciones del domingo

Dos tendencias han convivido hasta ahora: una de optimista, cercana al federalismo, basada en la confianza de la construcción de la Europa social y una creciente integración, y una de pesimista y soberanista, que ve en la gobernanza supranacional la mano del capital.

En estas elecciones, la división entre optimistas y pesimistas se dibuja entre candidaturas y dentro de ellas. El grupo de los Verdes gana espacio en la coalición de Sumar, con la adhesión de los eurodiputados de Comuns y Compromís a los Verdes/ALE, mientras su cabeza de lista e Izquierda Unida se mantendrán en The Left. En la coalición de Yolanda Díaz convive la visión más crítica de Izquierda Unida sobre el mercado común con el posibilismo de una Europa social: demandas como la armonización fiscal o un salario mínimo europeo. En paralelo, Podemos se presenta en solitario, volviendo a sus orígenes críticos con la tecnocracia europea, una narrativa anti-austeridad y contra la influencia de las grandes corporaciones en Bruselas. 

Quienes no tienen dudas en proponer mayor profundidad en la integración europea son los socialistas, que mantienen su posición de negociación en el Parlamento Europeo, aprobando junto al PPE las líneas maestras de la gobernanza europea. Sin embargo, muestran preocupación por el acercamiento de Von der Leyen con Meloni y la extrema derecha.

Por su lado, la coalición Ahora Repúblicas, con ERC, Bildu, BNG y Ara Més, se dividirán entre el grupo de los Verdes/ALE y The Left. En el caso de Esquerra, los objetivos de liderazgo en la Alianza Libre Europea son nítidos, con una agenda propia en el eje de la autodeterminación, mientras que Bildu se adherirá a The Left a favor de una izquierda soberanista en el Parlamento Europeo.

El día después 

La división de la izquierda entre familias europeas es propia de los peores matrimonios. En la última legislatura, los Verdes/ALE y The Left han chocado en varios proyectos como el reglamento sobre la inteligencia artificial o el presupuesto plurianual de la Unión. En ambos casos, los eurodiputados de The Left han votado mayoritariamente en contra, mientras que los Verdes/ALE han apoyado al bloque centrista del parlamento.

En contraste con The Left, que ha rechazado el liderazgo de Von der Leyen, el pragmatismo de los Verdes es hoy evidente. El pasado febrero, el copresidente de los ecologistas europeos se mostró dispuesto a apoyar la reelección de Von der Leyen en la Comisión si sirve para convencer al PPE de la importancia del Pacto Verde Europeo. También en el eje geopolítico, los eurodiputados de Los Verdes/ALE han sido firmes en su demanda de apoyo militar a Ucrania, mientras The Left pone el acento en la negociación.

En un contexto en el que el ascenso de los dos grupos de extrema derecha amenaza la gobernabilidad del equilibrio entre populares, socialistas y liberales, es posible que los dos partidos de izquierdas tengan que sumarse al pactismo. En este espectro, las posiciones cercanas al soberanismo y al federalismo se enfrentan de nuevo, aunque ninguna de las dos parece inmutable ni programáticamente irreconciliable. La confianza de la izquierda en la integración se vuelve a dirimir este domingo en las urnas.