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La banca ética tiene como gran objetivo la transformación social, haciendo de engranaje de una economía al servicio de las personas

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Julio 2024 / 126
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Inversiones éticas

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En el ámbito financiero hay dos enfoques que guían las prácticas de las instituciones financieras: el modelo hegemónico o tradicional y el modelo ético y solidario. Estas diferencias se reflejan en los modelos de organización que adoptan, en los objetivos que persiguen, los criterios de inversión que establecen, las políticas de transparencia, el tipo de economías o proyectos que financian y la relación que se establece con los proyectos financiados, entre otros.

De entrada, la banca tradicional se centra en la obtención de beneficios económicos, priorizando la generación de capital por los y las accionistas y los altos rendimientos por los altos directivos y directivas.Por tanto, los criterios de inversión se orientan hacia la rentabilidad financiera, la diversificación de riesgos y la concesión de créditos se basa principalmente en la viabilidad económica del proyecto y las garantías financieras de los y las solicitantes, así como de los y las avalistas.

En cambio, la banca ética y solidaria tiene como objetivo principal la transformación social, haciendo de engranaje de una economía al servicio de las personas. Sus criterios de inversión implican la exclusión de financiación en campos como la industria armamentística o empresas que vulneran los derechos humanos, favoreciendo a aquellas empresas y entidades que contribuyen positivamente en la sociedad. Además, se aplican principios éticos como la transparencia, la coherencia, participación y la implicación en todas las operaciones. Por tanto, hacen compatible la rentabilidad económica y financiera de los proyectos financiados con la consecución de objetivos sociales y ambientales. En consecuencia, los criterios que rigen la concesión de créditos se sustentan gracias a la figura del comité ético, que evalúa el proyecto desde el punto de vista crítico y ético.

En cuanto a la participación en proyectos, la banca tradicional se centra en aquellos económicamente rentables, mientras que la banca ética busca proyectos que compartan valores con sus socios, socias, clientes y clientas.

Económicamente viable

En términos de organización, la banca tradicional sigue un modelo en el que una acción equivale a un voto, mientras que en la banca ética, especialmente en las entidades cooperativas, una persona equivale a un voto, promoviendo una mayor democratización en la toma de decisiones.

La transparencia es otra diferencia significativa, ya que la banca tradicional no suele ofrecer información estable y pública sobre los proyectos financiados, mientras que las instituciones éticas lo hacen regularmente. Simultáneamente, vale la pena mencionar que en la banca ética la mayoría de entidades animan y facilitan la participación de sus socios y socias, mientras que la banca tradicional restringe la participación de los y las accionistas en función del capital aportado.

Siguiendo esta trayectoria, vemos que en la banca tradicional el cliente no tiene control sobre el destino de su dinero, mientras que en la banca ética, los socios y las socias y clientes y clientas pueden conocer y decidir cómo se utiliza su dinero, fomentando así una mayor responsabilidad y participación de los clientes y clientas en la gestión financiera.

Por último, conviene apuntar que las finanzas éticas son mucho más que una forma de gestionar el dinero; representan un compromiso con valores fundamentales y un enfoque consciente al impacto que nuestras decisiones financieras pueden tener en el mundo que nos rodea.

Meritxell Navarro es miembro de la asociación Financiación Ética y Solidaria (FETS).