Un empujón en una carrera de fondo

Los Juegos ayudarán a transformar la región con el porcentaje de pobreza más alto de la Francia metropolitana, pero los retos seguirán siendo descomunales

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Julio 2024 / 126
Salto

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Lola Fernández

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Transformaciones duraderas para una calidad de vida más verde, serena y equilibrada”. El presidente del consejo departamental de Seine-Saint Denis, el socialista Stéphan Troussel, quiere creer que su región sí va a beneficiarse de parte del legado de París 2024 para compensar su retraso en infraestructuras y otros equipamientos públicos.

El departamento, que tiene el porcentaje de pobreza más elevado de la Francia metropolitana, concentra alrededor del 80% de la inversión pública de Solideo, la sociedad pública responsable de las obras olímpicas: 1.400 millones de euros.

“Los Juegos son una oportunidad real para el departamento, pero es evidente que no van a arreglar todos los problemas; no son el alfa y omega del desarrollo territorial”, contrapone Marie Delaplace, profesora en la Universidad Gustave-Eiffel, especialista en planificación urbana.

De entrada, el paisaje será transformado por las reconversiones, en el horizonte de 2025, de la imponente villa olímpica, entre Saint-Denis, Saint-Ouen en Île-Saint-Denis, y la villa para la prensa en Dugny, que aportarán alrededor de 4.000 pisos nuevos, así como 120.000 m2 de oficinas y servicios, incluidos cuatro centros escolares.

Son barrios pensados para ser autónomos y evitar el perfil de ciudad dormitorio, pero apenas supondrán una gota de agua en un océano de necesidades. En 2022 la entidad pública de vivienda acumulaba 233.000 peticiones de vivienda social por apenas 10.633 ofertadas. Además, solo una cuarta parte de la nueva vivienda vinculada a los Juegos se integrará en el parque social, mientras que el resto se venderá a particulares o se transformará en residencias para la tercera edad o estudiantes y en hoteles.

“Estos centenares de pisos nuevos son bienvenidos, pero no van a resolver la crisis de la vivienda, que aumenta. Para afrontarla, la única solución consiste en construir masivamente vivienda social”, subraya Eric Constantin, de la Fundación Abbé-Pierre.

Riesgo de gentrificación

El ecobarrio de la villa olímpica, con sus construcciones de bajo consumo, sus espacios verdes y sus propuestas de “movilidad dulce”, puede ejercer incluso de acelerador de los procesos de gentrificación al atraer a un público con más recursos llegado de fuera.

Las paradojas del legado olímpico se manifiestan también en el mapa de transporte. Más allá de la renovación de carreteras regionales y de la creación de una pasarela al lado de la autopista para ciclistas y peatones, la apuesta principal es la prolongación de la línea 14 de metro, considerada la “espina dorsal” en el Gran París, con la conexión entre el aeropuerto de Orly y el barrio Pleyel de Saint-Denis, que debería favorecer a la apertura de los barrios del norte. Pero otros importantes proyectos, también estructuradores, han quedado aplazados.

En cuanto a las infraestructuras deportivas, la veintena de equipamientos nuevos o renovados —entre ellos, varias piscinas que compensarán en parte los déficits en la región— mejorarán una situación muy degradada. Bobigny destaca con la inauguración de Prisme, el polo de referencia inclusivo del deporte metropolitano, un hub para deportistas con discapacidad, único en Francia, capaz de acoger hasta 2.000 personas.

Como en los demás aspectos del desarrollo urbano, el impulso olímpico es innegable, pero la carrera de fondo de Seine-Saint-Denis apenas acaba de empezar.