Por más empleo y participación

La accesibilidad cognitiva es una oportunidad para empoderar a las personas con discapacidad

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Septiembre 2023 / 116
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Libros y balancín

Ilustración
Andrea Bosch

Vivimos en un mundo diseñado por y para personas sin discapacidad. Y este es uno de los motivos por los que, a pesar de los avances sociales, persisten los obstáculos para la participación plena en todos los ámbitos de la vida cotidiana de aquellas personas que se enfrentan a dificultades físicas, sensoriales o cognitivas. 

Históricamente, las barreras más evidentes eran las físicas y sensoriales y, aunque hemos evolucionado mucho en las últimas décadas, aún estamos lejos del anhelado diseño universal que tenga en cuenta desde su concepción las necesidades de todas las personas. Y, sobre todo, que parta de la base de su participación.

La accesibilidad cognitiva, un nuevo reto en el camino hacia la accesibilidad universal, se está abriendo paso, y probablemente haya emergido gracias, en parte, a la evidencia de la brecha digital, aunque su alcance es mucho más amplio. La barrera cognitiva no solo afecta a las personas con discapacidad intelectual, sino también a personas mayores y aquellas con niveles limitados de alfabetización o dominio del idioma, incluidas personas procedentes de otras culturas.

La Convención de Derechos de Personas con Discapacidad de la ONU, adoptada en 2006, marcó un punto de inflexión en la percepción de la discapacidad. Reconoció que las barreras, a menudo, son resultado de la construcción social que multiplican las dificultades de la propia discapacidad. Y aún más, lo que marcó la diferencia fue el reconocimiento el derecho a disfrutar de la oportunidad de participar activamente en la sociedad. 

Ya no basta con iniciativas que busquen visibilizar la discapacidad, sino también empoderar a las personas con discapacidad para reclamar su derecho a una participación activa en la vida social. Por ello, es importante que en este momento en el que se empieza a hablar de sociedad accesible también desde el punto de vista cognitivo, lo hagamos con la intervención de las personas con discapacidad y otras personas con dificultades de comprensión. Desde ellas y para ellas también. 

Una profesión

En este contexto, la lectura fácil aparece como una herramienta que facilita acceder al conocimiento en primera persona: informarnos de lo que pasa en nuestro entorno, entender una carta oficial, las leyes que nos afectan, en definitiva, una llave que desbloquea otros derechos, como el de la sanidad, la educación, la cultura o el empleo. Y en este último ámbito de manera doble, porque no solo facilita el acceso al empleo, también contribuye a generarlo.

La necesidad de validar documentos da origen a una nueva profesión que merece reconocimiento. La participación en la creación de documentos es un derecho que debe ser defendido, y hemos de exigir que los documentos no solo se adapten a lectura fácil, sino que también se validen y se remunere esta validación. El empleo sigue siendo una barrera significativa para la participación plena de las personas con discapacidad intelectual en la sociedad, y reconocer su contribución en la validación de documentos abre una puerta más hacia la inclusión laboral.