Las grandes fortunas europeas no pagan lo que les corresponde

Los más ricos de Europa tienen una presión fiscal menor que el resto de los contribuyentes. Establecer un impuesto europeo sobre el patrimonio permitiría reparar esta injusticia fiscal

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Mayo 2024 / 124
Yate y billetes

Ilustración
Lola Fernández

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Establecer un impuesto europeo a las grandes fortunas y utilizar lo recaudado para ayudar a financiar la lucha contra el cambio climático y la desigualdad social: este es el proyecto político que han puesto en marcha la diputada europea Aurore Lalucq y el presidente del Partido Socialista belga Paul Magnette. ¿Una utopía? Su idea se ha plasmado en una iniciativa ciudadana europea (ICE) registrada por la Comisión en julio de 2023. Para que su proyecto pueda avanzar, ambos políticos tienen un año para recoger un millón de firmas en, al menos, siete países de la Unión. Como oficialmente pusieron en marcha su iniciativa el 9 de octubre de 2023, tienen hasta el próximo 9 de octubre para conseguir ese millón de firmas.

¿Por qué han emprendido esta batalla? Porque, como se demuestra estudio tras estudio, los más ricos pagan en Europa menos impuestos que el resto de la población. Y porque es una injusticia flagrante que hay que corregir en un momento en que, además, no se dispone del capital necesario para llevar a cabo la transición ecológica.

Desigualdades escandalosas

No es fácil conocer con precisión el nivel, la distribución y la dinámica de los patrimonios en los diferentes países europeos y, menos aún, hacer una comparación. Para obtener cuentas distribuidas, es decir, repartidas entre los diferentes tipos de hogares en función de sus ingresos y su patrimonio, hay que combinar los datos procedentes de las cuentas nacionales, los que proporcionan las encuestas a los hogares, etc. Felizmente, el Banco Central Europeo (BCE) se ha lanzado a hacerlo en enero de 2024: su política monetaria tiene diferentes resultados en función del nivel de las desigualdades, de ahí su interés por el tema.

De las recientes estadísticas ofrecidas por el banco central, que se han presentado como aún experimentales, se pueden sacar algunas conclusiones importantes. Los datos, que se refieren al periodo 2009-2023, muestran que el 50% de los europeos más pobres poseían de media únicamente el 4,8% de la riqueza neta de la eurozona. A la inversa, el 5% de los más ricos poseían de media el 43,1% del total. Es una diferencia abismal.

Como suele ocurrir, la media oculta situaciones dispares en la zona euro. E incluso podríamos decir muy dispares. Así, en Holanda, el 5% de los más ricos concentran el 31,7% de la riqueza neta, frente al 53,5% en Austria. Francia y España se sitúan muy cerca de la media europea y Alemania e Italia son los países menos igualitarios. A pesar de que desde hace varias décadas Europa se ha constituido como institución, sus economías y sus sociedades no avanzan al mismo paso.

Y cuando se estudia la dinámica de la desigualdad del conjunto de la zona durante ese mismo periodo, asombra el hecho de que a los más ricos les benefician considerablemente las épocas de crisis. En 2009, en plena crisis de las finanzas mundiales, el 5% de los más ricos poseían el 42,5% del patrimonio de la zona. Después, a comienzos de la década de 2010, la crisis afectó a Europa y, mientras la población luchaba como podía para salir del paso en medio de unas políticas de austeridad generalizadas, los más ricos veían como su porcentaje de la riqueza subía al 45% en 2015.

A la relajación de las políticas presupuestarias y la fuerte intervención del BCE —el famoso “cueste lo que cueste” de Mario Draghi— siguió una disminución del porcentaje de la riqueza en posesión del 5% de los más ricos, para volver a subir en 2020 y 2021 en plena pandemia de covid-19.

No se trata de una novedad. Es bien sabido que, durante los periodos de grandes crisis, la población que se encuentra en lo más bajo de la escala, y que solo cuenta con su empleo y su salario para vivir, sufre más las consecuencias que la que está en lo alto de la escala, que se beneficia de los repuntes de la Bolsa, del sector inmobiliario y de las rentas del capital. Es un hecho muy evidente en Europa durante los últimos 15 años.

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Gráfico ricos crisis

Estas fuertes desigualdades no plantearían demasiados problemas si los más ricos pagaran los impuestos que les corresponden. Desde hace muchos años, la dinámica fiscal de Europa, a nivel general, está clara: casi todos los países han suprimido el impuesto sobre las ganancias de capital. Hace tres décadas, una decena de países europeos, de Alemania a Francia, pasando por España, Dinamarca y Suecia, gravaban específicamente la fortuna de los más ricos. Esos impuestos no eran perfectos: su base era estrecha debido al gran número de exenciones (residencia habitual, bienes profesionales, etc.), lo que reducía su rendimiento, pero tenían el mérito de existir. La lógica liberal se los ha llevado por delante.

Del mismo modo, como muestra el último informe de la Comisión Europea sobre las tendencias de la fiscalidad, los tipos marginales de tributación para las rentas más altas han disminuido. Y lo mismo ha ocurrido con el índice de tributación de los beneficios, primer escalón del impuesto a los más ricos, puesto que los beneficios libres de impuestos sirven de base al reparto de los dividendos, concentrados en manos de los más acaudalados.

Estrategias de optimización fiscal

En resumen, aunque no sea la única explicación, la mayor concentración de riqueza en manos de los más ricos es concomitante con la disminución de la fiscalidad sobre la fortuna, sin olvidar que los que tienen más patrimonio se encuentran entre los que más utilizan las estrategias de optimización fiscal agresiva y los paraísos fiscales.

¿Qué resulta de todo ello? En otras palabras, ¿cuántos impuestos pagan realmente los muy ricos?  La respuesta no es nada evidente. De hecho, hasta los últimos años era una pregunta casi imposible de responder. Pero los estudios sobre el tema comienzan a generalizarse y, los que ya están disponibles permiten llegar al mismo resultado: los muy ricos de los países europeos tienen una presión fiscal menor que el resto de los contribuyentes de su país.

Evaluar el tipo impositivo de los más ricos exige conocer con exactitud su nivel de renta y de patrimonio, un dato no disponible en las estadísticas oficiales. Por ejemplo: una parte de los ingresos de los muy ricos procede de los dividendos que obtienen por la posesión de acciones de las empresas. Pero esas acciones pueden estar en manos de sociedades pantalla o de holdings, que no distribuyen dividendos: unas rentas de capital no gravadas por impuestos a pesar de que nutren la fortuna de los más ricos. No es más que un ejemplo entre otros de la dificultad de calcular con precisión la renta, el patrimonio y el tipo impositivo de los más ricos. Algunos economistas han examinado el problema incorporando datos anonimizados sobre la fiscalidad de la renta, trabajos de investigación, cuentas nacionales, etc. Es un ingente trabajo, aún infrecuente, pero que comienza a extenderse.

Así, en Francia, un estudio del Instituto de Políticas Públicas publicado en 2023 muestra que el tipo impositivo de la renta pasa progresivamente del 46% para el 0,1% de los más ricos al 26% para el top 0,0002%, en otras palabras, los 75 hogares que están en la cima y cuya riqueza se cuenta en miles de millones. ¿Por qué? Porque el patrimonio de estos ultrarricos está constituido en gran parte por dividendos no distribuidos, sometidos al impuesto de sociedades, a la baja desde hace varios años (un resultado obtenido con los datos de 2016, cuando este impuesto era más alto que en la actualidad).

El mismo resultado se observa en Italia: un análisis publicado a comienzos de este año muestra que el sistema fiscal es ligeramente progresivo, pero cambia de sentido a partir del 5% de los más ricos, cuyo tipo impositivo se sitúa en torno al 36% frente al 40-50% para las rentas inferiores. Los autores del estudio amplían el análisis a la tributación de la riqueza neta y confirman el resultado: cuanto más aumenta la fortuna, menos impuestos se pagan, y el 25% de los más pobres se enfrentan a una tributación del 52% mientras que el 0,1% de los más ricos paga el 36%. Un trabajo similar, en el que también se mezclan datos microeconómicos y macroeconómicos, llega al mismo resultado en Países Bajos: el tipo impositivo medio para el 99% de la población se sitúa entre el 40 % y el 50% y, a partir del 1%, empieza a disminuir para bajar al 21% para el top 0,01%. Y lo mismo pasa en Reino Unido. Es una injusticia fiscal que hay que reparar.

Es de esperar que se lleven a cabo estudios sobre este tema en otros países europeos, pero todos los elementos disponibles desembocan en el mismo resultado. Hoy, en Europa, los muy ricos concentran una riqueza enorme y pagan menos impuestos que el resto de los contribuyentes. La principal explicación es la infratributación de las rentas del capital respecto a las rentas del trabajo. Un reciente estudio de la OCDE muestra que, en los países que pertenecen a esta organización, la diferencia de tributación entre los dos tipos de ingresos es del orden de 12 puntos porcentuales de media a favor de las rentas del capital.

Por lo tanto, no hay duda: un impuesto europeo sobre la fortuna para el 1% o el 0,1% de los más ricos permitiría reparar una injusticia fiscal que consiste en que los más ricos pagan menos impuestos debido a que sus ingresos proceden de rentas financieras menos gravadas que las rentas del trabajo. Ha llegado el momento de acabar con ello. Tax the rich!!!

¿Qué es una iniciativa ciudadana europea?

La movilización de los ciudadanos para que la Comisión Europea aborde un tema determinado. En ello consiste la iniciativa ciudadana europea (ICE), instaurada en el Tratado de Lisboa y que se puso en marcha a partir de 2012. Mediante este procedimiento, quienes logren recoger en un año un millón de firmas (sobre 400 millones de electores) en al menos siete países europeos pueden pedir que la Comisión se pronuncie sobre su interpelación.

Desde entonces, la Comisión ha validado 109 ICE, de las cuales 81 no han llegado a buen puerto, bien porque han sido retiradas por sus organizadores o porque no han alcanzado el millón de firmas. Si no contamos aquellas cuya recogida de firmas está en curso o las que están en fase de control de resultados, solo 10 de ellas han triunfado. Afectan generalmente a temas ecológicos o de protección de animales. Y con escasos resultados hasta el momento. Para mal, cuando a la ICE Stop Glyphosate se respondió con una próroga del derecho a utilizar ese pesticida. Pero para bien, cuando la Comisión se negó a acceder a la petición de una ICE de que los créditos europeos dejaran de financiar el aborto en los países en desarrollo.

¿Habrá movilización?

Si la iniciativa sobre los impuestos a los más ricos recogiera el número suficiente de firmas podría tener mejor suerte. Desde EE UU a la OCDE, se abre paso la idea de una mayor presión fiscal para los muy ricos. En Francia, la propuesta de un impuesto verde sobre la fortuna logra un consenso político bastante amplio, desde el socialista Pierre Moscovici al conservador Dominique de Villepin, pasando por un economista mainstream como Jean Pisani-Ferry. La ICE Tax-the-rich.eu permitirá ver si esta idea moviliza suficientemente en Europa.

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Aurore Lalucq

Tres preguntas a Aurore Lalucq

¿Cómo surgió el proyecto  de un impuesto europeo sobre la fortuna?

Es resultado de dos iniciativas paralelas. En el Parlamento Europeo yo era ponente de un texto que establece una tributación mínima del 15% para los beneficios de las multinacionales en el extranjero. Una vez aprobado dicho texto, me dije que, tras haber puesto orden en la tributación de las empresas, había que hacer lo mismo en el caso de los individuos. Empecé a trabajar para formar una coalición formada por parlamentarios europeos, antiguos miembros de la Comisión, sindicatos, ONG, etc. y hacer un llamamiento a favor de una tributación a los muy ricos. Ese llamamiento se publicó en Le Monde en marzo de 2023.

Dio la casualidad de que, al mismo tiempo, el presidente del Partido Socialista belga, Paul Magnette, trabajaba también en un proyecto para corregir la fiscalidad europea. Entramos en contacto y Paul tuvo la brillante idea de poner en marcha una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) sobre el tema.

Nos repartimos las tareas porque, para poder proponer una ICE hay que conseguir, al menos, siete personas en siete países diferentes que sean promotores del proyecto. También queríamos que no fuera únicamente una iniciativa de cargos electos ni de expertos. Había que encontrar millonarios, sindicatos y ONG para mostrar que la idea empieza a tener un amplio consenso.  Después, nos asesoramos con juristas para asegurarnos de que nuestra propuesta tenía una base legal sólida y garantizar que pudiera ser registrada por la Comisión.

¿Por qué hacerlo a través de una ICE y no del Parlamento?

Porque en el Parlamento Europeo no contamos en la actualidad con una mayoría para sacar adelante este proyecto. Teníamos, pues, que tomar un desvío y comenzar por llevar a cabo la batalla cultural a favor de la tributación del capital, de las rentas muy altas, de los grandes patrimonios. Una ICE permite a los ciudadanos irrumpir en las instituciones. Es una buena manera de que quienes denuncian que Bruselas está lejos de todo se reapropien de Europa y la hagan avanzar socialmente. Ello permite introducir en el debate político la necesidad de que tributen los muy ricos. Estoy convencida de que si lo conseguimos, podremos hacer que contribuyan al tema la OCDE, que ha llevado a cabo la lucha a favor de la tributación de las multinacionales, la Comisión, el Parlamento, etcétera.

¿Cómo está la movilización?

A día de hoy hemos conseguido 150.000 firmas. Para estar seguros de la representatividad del proyecto hay un umbral mínimo que superar en siete países. Ya lo hemos superado en Francia. La próxima etapa es Bélgica. Italia también está muy movilizada. Vamos a organizar movilizaciones país tras país para lograr los mínimos y llegar hasta el millón de firmas. Una vez que lo consigamos, la Comisión está obligada a trabajar en una proposición sobre el tema. Después la debe llevar a los Estados y todo dependerá de la relación de fuerza con los recalcitrantes. La presión popular desempeña, pues, un papel importante, de ahí la necesidad de recoger un máximo de firmas.

 

Aurore Lalucq es diputada europea e impulsora de la ICE para instar a la Comisión a que cree un impuesto europeo sobre la fortuna