La política del agua debe cambiar
Las sequías van a ser mucho peores. Tenemos el cóctel perfecto para el desastre, y el abastecimiento humano está en riesgo
Es lo que se lleva de agua el regadío
Por eso, y porque nos va el agua (la vida) en ello, la ciudadanía tenemos que exigir a nuestros políticos que se sienten con la ciencia y empiecen a diseñar un futuro real donde el agua será más escasa. Si lo hacemos bien y a tiempo, podremos garantizar un modelo económico y social más sostenible y equitativo para todos.
El propio Gobierno reconoce que el 40% de las masas de agua superficial (ríos, lagos y aguas costeras) y el 45% de las masas de agua subterránea no se encuentran en buen estado (Estrategia España 2050). Por eso, es urgente trabajar y actuar para revertir esta situación. De lo contrario, se pone en grave riesgo el abastecimiento humano, la producción de alimentos y la supervivencia de muchos de los ecosistemas de nuestro país.
Si no queremos lamentar, estamos a tiempo de revertir la situación y adaptarnos para garantizarnos el acceso al agua en cantidad y calidad suficiente. Para ello, las administraciones responsables en la gestión y cuidado del agua deben:
- Cambiar la política hidráulica tradicional centrada en la ejecución de grandes obras.
- Luchar contra el grave estado de contaminación que sufren nuestras aguas continentales (superficiales, subterráneas y costeras).
- Implantar regímenes de caudales ecológicos científicamente establecidos.
- Cerrar el más de millón de pozos ilegales repartidos por todo el territorio.
- Adaptar las políticas forestales a las necesidades del país más árido de Europa.
- Aumentar el presupuesto de gestión forestal que tenga como centro de la planificación, la protección de los recursos hídricos (ecohidrológica) como medida efectiva de adaptación de los bosques mediterráneos al cambio climático y, por tanto, para la protección de suelo y agua.
- Establecer una hoja de ruta de cara a incrementar la superficie dedicada a la agricultura ecológica y el uso de variedades locales adaptadas al clima.
- Reconvertir el regadío intensivo y superintensivo en explotaciones sostenibles, diversificadas y de bajo consumo de agua.
- Prohibir los nuevos proyectos de ganadería industrial y apoyar la producción extensiva, local, de calidad y ecológica.
- Reducir la cabaña ganadera en intensivo en un 50% para 2030.