La ambición da marcha atrás

El discurso de Emmanuel Macron apunta alto en materia ecologista, pero los hechos no van en la misma dirección ¿Una retirada táctica?

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Junio 2024 / 125
Francia

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Sin mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el bloque presidencial de Emmanuel Macron y su formación Renacimiento (RE) se ha aliado con Los Republicanos (LR), cuyo posicionamiento se desplaza como nunca hacia la extrema derecha en su carrera por sobrevivir frente a Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. Las ambiciones ecologistas del Ejecutivo, elevadas en los discursos pero no tanto en los actos, cotizan a la baja.

Es en el campo agrícola en el que el retroceso ha sido más espectacular, de forma acelerada desde las movilizaciones de principios de 2024. Uno de los últimos episodios fue la presentación el 3 de abril del proyecto de ley de orientación para “la soberanía en materia agrícola y el relevo generacional en el sector”, que ha hecho del desmantelamiento del derecho medioambiental un objetivo. Francia también maniobró para obtener en Bruselas, en marzo pasado, “la revisión de la revisión” ecológica de la Política Agrícola Común (PAC) para el periodo 2023-2027, cuando la tinta del acuerdo apenas se había secado aún.

"Hemos retrocedido 20 años"

El abandono del Plan Ecophyto, lanzado en 2009 y que perseguía reducir a la mitad el uso de pesticidas, es todavía más grave. “En 15 días, hemos retrocedido 20 años”, constata François Veillerette, portavoz de la asociación Generaciones Futuras. Hasta ahora, Francia había elegido medir su trayectoria sobre la base de un indicador de uso. La decisión de adoptar el indicador europeo, que pondera las cantidades difundidas por las evaluaciones de toxicidad de los productos, “hace que el país pueda cumplir deprisa el objetivo de reducción a la mitad sin cambiar de verdad las prácticas, algo que resultaba imposible hasta ahora”.

En materia de biodiversidad, los agricultores se dejan tentar por los discursos identitarios. En materia de clima, el Gobierno aguanta. Por ahora, el ambicioso objetivo europeo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 no ha sido cuestionado por el Ejecutivo.

En cuanto a un tema crucial como la energía eólica terrestre, el hecho de que haya reconsiderado la trayectoria de desaceleración es una señal importante. La duplicación de capacidad, que se preveía inicialmente conseguir en 2029-2030, se retrasó a 2050. Según la planificación energética presentada en septiembre pasado por el Gobierno, se trata ahora de conseguirlo en 2031-2032. Pero la clave es que sus directrices se validen y apliquen. En abril, Corinne Le Quéré, presidenta del Alto Consejo por el Clima, dirigió una carta al primer ministro de Francia, Gabriel Attal, en la que le recordaba: “Después de diversas consultas y diversos debates, ni la Ley de programación energética y climática, ni la Estrategia francesa de energía y clima, ni la III Estrategia nacional baja en carbono, ni el III Plan nacional de adaptación al cambio climático, ni la III Programación plurianual de energía han sido aprobadas formalmente, pese a las obligaciones legislativas”.

“El Gobierno ha decidido no combatir para tener una ley sobre el clima”, denuncia Julie Laernoes, diputada ecologista de Loire-Atlantique, que en febrero presentó una proposición de ley de programación sobre energía y clima en el parlamento. En comisión, explica, la diputada de la formación Renacimiento Maud Bregeon impulsó entonces una enmienda que transformaba el objetivo cifrado de reducción de emisiones en un “tender hacia”, que cosechó el rechazo, con la oposición del diputado de Horizons Xavier Albertini.

El Gobierno considera que no hay vía libre en el Parlamento, por lo que ha decidido utilizar la vía reglamentaria para fijar los objetivos de su política energética-climática, que antes de las elecciones europeas no se han puesto en cuestión para evitar desatar una nueva contraofensiva de la derecha más dura, y que sí podrían aprobarse antes de las municipales de 2025.

Se verá si se trata de un repliegue táctico. Pero, como recuerda Thierry Pech, director del think tank Terra Nova, la verdadera cuestión es esta: “¿Resistirá la planificación ecológica a la ya anunciada escasez presupuestaria?”.