El desafío de reducir la desigualdad

Reactivar el ascensor social es clave para avanzar hacia un país más justo y próspero

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Diciembre 2023 / 119
El desafío de reducir la desigualdad

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Lola Fernández

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Hubo un momento en que el ascensor social, entendido como el conjunto de mecanismos que permiten a las personas procedentes de las capas bajas de la población acceder a mayores niveles de bienestar que sus padres y reducir las diferencias con las capas más altas, llegó a funcionar medianamente bien en España. En los últimos años, sin embargo, el ascensor se ha parado. Los estudios más recientes coinciden en que el nivel de renta y de educación de los padres es cada vez un factor más determinante en el éxito económico de los hijos. Esto significa que tener una buena educación, encontrar un buen trabajo y disfrutar de una vida digna sigue siendo mucho más fácil para las personas nacidas en familias acomodadas que para aquellas con orígenes humildes. 

El rápido desarrollo económico y social de la segunda mitad del siglo XX dio la oportunidad de mejorar a varias generaciones de españoles, pero la tendencia se frenó en seco en la década de 1990, cuando las expectativas de tener una vida mejor que la generación anterior comenzaron a esfumarse. El estudio En las raíces de la desigualdad: movilidad social intergeneracional y territorio, de La Fundación La Caixa, constata que desde entonces se observa un estancamiento en las zonas altas y bajas de la distribución de la renta, “lo que se traduce en menores oportunidades de movilidad ascendente para las personas en la base como también en menores riesgos de descender para los más favorecidos”. 

El informe El ascensor social en España, publicado por el Center for Economic Policy (EsadeEcPol) y firmado por Javier Soria Espín, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), confirma que los ingresos de los padres influyen de manera determinante en los ingresos futuros de los hijos, especialmente en las capas más altas. Los datos son elocuentes: 1 de cada 10 personas pertenecientes al top 1% de ingresos proceden de padres que ya estaban en el top 1%, pero apenas  4 de cada 100 viene de familias pertenecientes al 10% más pobre. Es, por tanto, 24 veces más fácil acabar en el top 1% viniendo de las clases más acomomadas  que de las más humildes. Los hijos del 1% con mayores ingresos acaban  disfrutando de una renta 20.000 euros superior a los provenientes de una familia en la zona media. 

La avería del ascensor social es especialmente grave si se tiene en cuenta el punto de partida, ya que España es uno de los países más desiguales de la Unión Europea. La última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que el 26% de la población española está en riesgo de pobreza o exclusión social, que el 7,7% atraviesa una situación de carencia material y social grave y que el 8,7% llega a fin de mes con mucha dificultad. Según cifras del World Inequality Lab, un centro de investigación dependiente de la Escuela de Economía de París, el 10% más rico de españoles acumula el 60% de la riqueza total, mientras que la mitad más pobre apenas acumula el 6%. 

Las desigualdades de renta son,  a la vez, una muestra de la fragilidad del estado de bienestar y caldo de cultivo para el populismo. ¿Por qué España es uno de los países menos redistributivos de Europa? Jordi Sevilla, que fue ministro de Administraciones Públicas en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, señala dos motivos: la insuficiente progresividad de su sistema tributario y la escasez de políticas sociales centradas en los sectores de la población más necesitados. 

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El informe Derribando el dique de la meritocracia, del think tank español Future Policy Lab, integrado fundamentalmente por profesores universitarios, concluye que el esfuerzo por sí solo no es suficiente para ascender socialmente y que los ingresos que se obtienen de adulto dependen en buena medida de una “lotería social” que determina el origen socioeconómico de cada persona. “El relato meritocrático es eso, un relato, una narrativa”, afirman los autores del trabajo. “Gran parte de las desigualdades actuales se deben a circunstancias que los individuos no controlamos y no podemos razonablemente controlar y que, por tanto, son moralmente arbitrarias”.

El filtro de la educación

Uno de los principales frenos del ascensor social es el sistema educativo, en especial la escuela primaria y secundaria. Si bien España ha conseguido mejorar el nivel formativo de su población con relativa rapidez tras la llegada de la democracia, aún registra resultados peores que la mayoría de los países de su entorno. Según datos de Eurostat, España es el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono escolar: el 14% de los jóvenes de entre 18 y 24 años abandonan prematuramente la educación, frente al 9,6% de la media comunitaria. Tanto el porcentaje de abandono como la de repetición de curso están directamente relacionadas con el nivel educativo y de renta de los padres, de ahí que la proporción de repetidores sea mucho  mayor en los institutos públicos, donde se forman buena parte de los hijos de familias con pocos recursos, que en los colegios totalmente privados y en los concertados. La tasa media de repetición, del 7,6%, aumenta sustancialmente en la escuela pública (9,2%) y disminuye drásticamente en la privada, donde apenas el 1% de los estudiantes de secundaria repiten curso, según datos del Ministerio de Educación. En los colegios concertados, la tasa se sitúa justo en la mitad: el 4,7%. 

Las desigualdades de renta se reflejan también en la universidad e incluso más allá, tras la entrada en el mercado laboral. Los hijos de progenitores con estudios universitarios tienen una probabilidad de casi el 80% de tener un título universitario, mientras que esta probabilidad baja al 35% si padres y madres solo tienen la educación primaria. De este modo, el sector de la población procedente de los hogares con mayor renta, y en consecuencia, mejor formado, está sobrerrepresentado en los cuerpos superiores de la Administración, las élites educativas y las empresas. Y así la rueda sigue girando.

Nacer en una familia con pocos ingresos en España sigue condicionando las oportunidades de educación y desarrollo profesional más que en otros países europeos. Y, además, las desigualdades persisten una vez finalizados los estudios superiores. Ildefonso Marqués Perales y Carlos Gil-Hernández, de la Universidad de Sevilla, concluyen: "el capital social y cultural" —amplias redes de contactos, adecuado desarrollo de habilidades no cognitivas, etc.— es clave en la obtención de una profesión cualificada que se adecúe al nivel de formación. Incluso cuando los jóvenes de clase trabajadora estudian en buenas universidades y obtienen excelentes calificaciones, sigue existiendo una brecha a la hora de acceder a los mejores empleos cuando los comparamos con buenos estudiantes con padres y madres pertenecientes a clases directivas o profesionales.

Fernando Bruna, Paolo Rungo y María Alló, autores del estudio de la Fundación La Caixa, subrayan que un factor clave en la avería del ascensor social es el hecho de que el mercado laboral ha cambiado a un ritmo más lento que el de la formación de los trabajadores, de forma que cada vez más universitarios ocupan puestos de baja cualificación, inferiores a su nivel formativo. Los profesores de la Universidad de A Coruña afirman que ello ha ido creando un modelo de expectativas frustradas: “Ese era ya el contexto en el cual llegaron las crisis de 2008-2014 y la pandemia 2020-2021, que aumentaron la importancia de los condicionantes familiares en los sectores más vulnerables de la sociedad”.

Territorios desiguales

La renta familiar influye decisivamente en los ingresos de los hijos cuando estos alcanzan la edad adulta, pero también lo hace el lugar de origen, como reflejan las grandes diferencias en las tasas de movilidad intergeneracional de las comunidades autónomas. Los territorios donde mejor funciona el ascensor social son los del norte y nordeste del país, mientras que las menos móviles son los del sur. Según EsadeEcPol, la comunidad con mayor movilidad es Cataluña, con niveles similares a los de los países escandinavos, mientras que Andalucía y Canarias están en el furgón de cola.

Provincias como Barcelona, Lleida y Soria ofrecen grandes oportunidades de ascenso social y, al mismo tiempo, registran diferencias relativamente bajas entre hijos de familias ricas y pobres. El caso opuesto es el de Cádiz, la provincia donde los hijos de las familias más pobres ascienden con más dificultad y donde la diferencia de renta entre los hijos de familias pobres y ricas es más alta. Es un fenómeno común en todas las provincias de Andalucía. 

Aunque España ha mejorado mucho en términos de bienestar social desde el inicio de la transición democrática, queda bastante camino por recorrer para alcanzar los niveles de igualdad de las sociedades más prósperas del norte y del centro de Europa. Según EsadeEcPol, el ascensor social español se sitúa en un punto intermedio entre los países de gran movilidad intergeneracional, como Australia y Suiza, y los de baja movilidad, como EE UU e Italia. Un trabajo reciente muestra que de 30 países seleccionados, solo Polonia, Hungría y Portugal tienen una menor movilidad que España entre los hombres, y solo Portugal entre las mujeres.

Algunas soluciones 

¿Cómo es posible reparar el ascensor social y avanzar hacia una sociedad con altos niveles de movilidad intergeneracional en la que el éxito económico de una persona no dependa tanto del estatus socioeconómico de sus padres? El Future Policy Lab considera que el Estado no puede limitarse a compensar ex post a los perdedores del mercado, sino que debe adoptar un rol más activo en la promoción de la igualdad de oportunidades interviniendo en todas las fases del ciclo vital y adoptando políticas que promuevan la creación de empleos decentes. Para reducir la desigualdad de oportunidades educativas y laborales que genera la desigual distribución de la riqueza, sus integrantes proponen establecer un tipo mínimo común en toda España del impuesto de sucesiones y del impuesto sobre el patrimonio para evitar los actuales casos de competición a la baja entre comunidades autónomas, así como aumentar la progresividad de ambos tributos para que paguen más los que más tienen.

Otra posibilidad sería imitar la propuesta de “herencia universal” del economista francés Thomas Piketty, consistente en una prestación que las personas jóvenes se recibirían de una vez al cumplir la mayoría de edad o en el momento de emanciparse de los padres. La idea es que todas las generaciones reciban de las anteriores una herencia que financiaría de manera igualitaria a toda la ciudadanía. Cada joven recibiría una “herencia universal pública” correspondiente al valor medio de la riqueza del país, que  en España es actualmente de 176.200 euros. Para financiarla, Piketty propone hacerlo mediante dos impuestos progresivos: uno sobre la propiedad y otro sobre las herencias. La cantidad a pagar por cada contribuyente dependería del número de veces que el valor de su riqueza supere la media nacional.

En el terreno educativo, sería fundamental aumentar las plazas de guarderías públicas y subir los umbrales de renta necesarios para acceder a la educación infantil de cero a tres años de manera gratuita, así como reducir las desigualdades territoriales estableciendo unos niveles de inversión adecuados entre comunidades autónomas, desarrollar currículos básicos y estándares de calidad comunes y recortar la ratio profesor/alumno para mejorar la calidad de la educación. También sugieren los expertos del Future Policy Lab incrementar el gasto en políticas familiares que contribuyan a frenar la pobreza infantil y a redistribuir recursos desde los hogares más favorecidos sin hijos y con pocos menores dependientes hacia aquellos hogares con menos recursos y muchos menores dependientes.

Sostiene Jordi Sevilla que la desigualdad social es el mejor termómetro para medir el grado de equidad y, por tanto, de aceptabilidad ciudadana del propio modelo democrático frente a los populismos. Reducir la pobreza y la desigualdad y reactivar el ascensor social es, por tanto, uno de los grandes desafíos que afronta España. Hacerle frente no es solo una cuestión de justicia, sino de eficiencia económica, porque un país más igualitario es también un país más democrático, más innovador y más próspero. El estudio de EsadePol lo dice claro: “Tener una sociedad con un alto nivel de movilidad intergeneracional, en la que los hijos de las familias más desfavorecidas tienen mejores y más justas oportunidades, es fundamental no solo por motivos de justicia social y estabilidad política, piezas claves de una sociedad moderna, sino también en términos de eficiencia, ya que la falta de oportunidades nos impide aprovechar el máximo de talento posible, lo que daña la innovación y el crecimiento”. 

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Desigualdad en España

Para saber más

  • Derribando el dique de la meritocracia. Future Policy Lab, 2022.
  • El ascensor social en España: un análisis sobre la movilidad intergeneracional de la renta. Center for Economic Policy-EsadeEcPol, 2022.
  • En las raíces de la desigualdad: movilidad social intergeneracional y territorio. Fundación La Caixa, 2022.
  • Meritocracia y educación. COTEC y Fundación Iseak, 2023.
  • World Inequality Report, 2022.
  • Edificio España. Javier Ruiz (Espasa, 2023)