Triple fracaso

Macron, que ya era presidente de la injusticia fiscal, se lleva la palma de la injusticia social

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Junio 2023 / 114
Ilustración Pedro Strukelj

Ilustración
Pedro Strukelj

Pasará a la historia como un presidente de la República Francesa arrogante que fue elegido con unos resultados muy malos. Emmanuel Macron ha impuesto una reforma de las pensiones no deseada por una inmensa mayoría de la población, rechazada por una inusual alianza intersindical y sin el voto mayoritario de la Asamblea. La primera ministra, Élisabeth Borne, ha intentado suavizar el triunfalismo declarando que la ratificación de la ley por el Consejo Constitucional hace que no haya ni vencedores ni vencidos. Pero la jefa del Gobierno se equivoca: la reforma tiene un único vencedor y una Francia vencida. Y triplemente vencida: en el plano económico, en el social y en el político.

En el plano económico, la reforma presidencial no ha resuelto el problema financiero de las pensiones, el de un escaso déficit a medio plazo debido a un relativo retroceso de las pensiones frente a los salarios. El sistema de pensiones francés necesita más gasto, no menos. Introduce a Francia en la vía de “trabajar más”, cuando la línea de progreso desde hace un siglo y medio vincula el aumento de la esperanza de vida con la reducción de la vida laboral. Y esto tiene lugar cuando, desde 2014, la esperanza de vida se ha estancado en Francia. Es cierto que habría que señalar el aumento del índice de empleo de los séniores, pero partiendo de una base mucho más baja que la de otros países europeos. En resumen: el problema del subempleo no se ha resuelto.

 

A otra cosa

El fracaso también es social. La situación de las mujeres, de aquellas y aquellos que tienen trabajos penosos o que han tenido vidas laborales difíciles se deteriorará. Y el economista Michaël Zemmour ha desmontado la fábula de los 1.200 euros de pensión mínima. Emmanuel Macron, que ya era presidente de la injusticia fiscal, se lleva la palma de la injusticia social.

Por último, el fracaso es político. Por el rechazo a todo tipo de diálogo social con los sindicatos y la deslegitimación del Parlamento al recurrir a todo tipo de táctica para acortar los debates y, finalmente, evitar que se votara la ley. El comportamiento presidencial estimula a un voto en las urnas a favor de los partidos extremos, y esperemos que no alimente una vuelta al tormento del terrorismo de la década de 1970 (Acción Directa, Banda Baader, Brigadas Rojas).

Este triple fracaso económico, social y político va a dejar huellas, y son malas. Se entienden las ganas de Emmanuel Macron de pasar rápido a otra cosa.