Cómo explica Marx la explotación de los asalariados

El salario solo retribuye parcialmente el trabajo, según Karl Marx. La diferencia entre la riqueza creada y el salario es la plusvalía, que el capitalista no duda en apropiarse.

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Octubre 2022 / 106

Ilustración
Elisa Biete Josa

En 1867, Karl Marx (1818-1883) publica el Libro 1 de El Capital, el único tomo aparecido en vida, que constituye el corazón de su teoría económica. Marx distingue ahí dos formas de circulación en el seno del modo de producción capitalista: la circulación de mercancías y la del capital. Y describe el mecanismo de la explotación; es decir: de la extorsión de la plusvalía.

La circulación de mercancías 

Esta forma de “circulación simple” corresponde a nuestras compras cotidianas: especializado en una actividad concreta, cada producto de bienes o de servicios (“mercancía” M) que se vende para obtener un ingreso (“dinero” A) permite comprar los bienes que no produce uno mismo (“otras mercancías” M'). Según Marx, ello equivale a “vender para comprar”. La circulación de las mercancías corresponde, por tanto, al ciclo M-A-M’: mercancía-dinero-mercancía.
 
Aquí la venta precede, pues, a la compra. La moneda sirve simplemente de intermediario para los intercambios. Este intercambio carece de sentido si las características de los extremos M-M’ no son distintas. En efecto: uno no va a producir mercancías para venderlas y comprar las mismas mercancías. Existe, pues, una diferencia cualitativa entre M y M’.
 
Marx consagró su tesis de doctorado a la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro: conocía muy bien a los filósofos griegos de la Antigüedad. La circulación de las mercancías en Marx es lo que Aristóteles llamaba la “crematística natural”: intercambiar para atender a las necesidades propias y de la familia, una forma de actividad perfectamente sana, según él. Aristóteles la distinguía de la “crematística mercantil”, que consiste en intercambiar para acumular la mayor cantidad posible de dinero, que es lo que consideraba condenable. La “crematística mercantil” es lo que Marx llama la circulación del capital.
 

La circulación del capital

 
Esta segunda forma de circulación corresponde a las operaciones de inversión de los capitalistas. El capitalista invierte una cantidad de dinero (A) para adquirir una mercancía (M) para revenderla en seguida más cara (contra una suma de dinero A’).
 
El objetivo de esta segunda forma de circulación es, por tanto, “comprar para vender”. La circulación del capital se corresponde al ciclo A-M-A’: dinero-mercancía-dinero.
 
En este caso, es la compra la que precede a la venta. El dinero no es simplemente una moneda: es un activo utilizado para conseguir un ingreso. En consecuencia, en este caso hay una función del capital. 
 
La inversión solo tiene sentido si las cantidades de los extremos A y A’ son distintas: ¿por qué arriesgarse a invertir el dinero propio si es para recuperar finalmente la misma suma? A y A’ se diferencian, pues, cuantitativamente y A’ es mayor que A: el objetivo del capitalismo es recuperar más dinero del que se ha adelantado. Dicho de forma más precisa: A’ es la suma de A y un suplemento de dinero que el capitalista recupera al final, que es lo que Marx llama “plusvalía”.
 
Para Marx, la explotación corresponde a la extorsión de esta plusvalía: el capitalista recupera más dinero del que ha adelantado. Para ganar este dinero, necesita adquirir una mercancía particular, la única que tiene el poder de crear riqueza: la fuerza de trabajo.
 
La fuerza de trabajo es la capacidad de trabajo de los proletarios. Pertenece al trabajador, que la alquila al capitalista a cambio de un salario. Marx sostiene: “El consumo de la fuerza de trabajo es, al mismo tiempo, producción de mercancía y de plusvalía”. Para Marx es lo único que permite crear riqueza y mercancía a la vez.
 

Retribución parcial del trabajo

 
El mecanismo de la explotación puede explicarse en tres etapas: el capitalista compra la mercancía; contratado por el capitalista, el trabajador utiliza su fuerza de trabajo para transformar la mercancía en el “laboratorio secreto de la producción”; el capitalista revende la mercancía y recupera más dinero del que ha invertido: se embolsa, así, la plusvalía.
 
A diferencia de Adam Smith y de David Ricardo, que sostienen que el salario es la retribución del trabajo, Marx clama que el salario solo retribuye una parte del trabajo. El trabajador cree que se le paga la jornada entera, cuando en realidad solo se le retribuye una parte. 
 
La diferencia entre la riqueza que ha creado y su salario es la plusvalía, que se la queda el capitalista. Por tanto, la circulación del capital permite a los capitalistas apropiarse de la plusvalía a espaldas de sus trabajadores.

Explotación y materialismo histórico

 
Durante el periodo de la Antigüedad, los dueños explotaban a los esclavos. El dueño compraba la fuerza de trabajo del esclavo: era propietario de su capacidad de trabajar. La explotación no era perfectamente visible, puesto que el esclavo sabía que era explotado, pero desconocía qué parte de su trabajo le volvía en forma de techo y comida. 
 
En la era industrial, los capitalistas explotan a los trabajadores. El proletario permanece como propietario de su fuerza de trabajo y la alquila al capitalista. La explotación está escondida en la medida en que el trabajador desconoce que no se le paga por la totalidad de su trabajo.
 
Entre estos dos periodos, en la Edad Media, los señores explotan a los siervos, campesinos atados a sus tierras, que deben dar una parte de la cosecha a los señores. Karl Marx indica que, en este caso, la lógica de la explotación es más clara: el siervo sabe exactamente qué parte de la cosecha le corresponde y qué parte debe entregar al señor.