Un pacto histórico muy insuficiente

La COP28 acepta acabar con los combustibles fósiles, pero cada país a su ritmo y con sus propias soluciones, lejos de la urgencia que se exige desde la ciencia

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Enero 2024 / 120
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COP28

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COP28 / Christopher Pike

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El sultán Al Jaber se anotó un importante éxito diplomático como presidente de la COP28 al haber conseguido el pasado diciembre que casi 200 gobiernos aprobaran un programa para descarbonizar la economía mundial; es decir, para alejarse (muy) gradualmente de los combustibles fósiles.
El texto dejará huella en la mente de los ciudadanos —e incluso en el planeta— debido a su capítulo dedicado a la energía, sector responsable de dos tercios de las emisiones de dióxido de carbono de origen humano.

Urdido por la presidencia de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el texto, de una veintena de páginas, adopta los objetivos propuestos hace meses por la Agencia Internacional de la  Energía (AIE): de aquí a 2030 hay que triplicar la capacidad mundial de producción de energías renovables y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética —o la cantidad de energía utilizada para producir un bien o un servicio dado— del 2% anual al 4% global. Es algo inconcebible si el consumo de combustibles fósiles permanece estable. 

Cierre de centrales de carbón

El pacto exige el cierre de las centrales eléctricas de carbón y de las calderas industriales que no estén equipadas con sistemas de captura y almacenamiento de carbono (CAC). Un objetivo extremadamente ambicioso. El carbón produce casi el 40% de la electricidad mundial, pero prácticamente ninguna central está equipada con CAC.

Otro apartado aboga por acelerar la descarbonización de los sistemas energéticos en su conjunto, para que alcancen la neutralidad de carbono en 2050.

Estas líneas son esenciales. Anuncian un alejamiento, gradual pero inevitable, del carbón, el petróleo y el gas. Es cierto que el texto subraya que cada país podrá descarbonizar a su propio ritmo, según sus procedimientos y utilizando sus propias soluciones. Pero es la primera vez que una resolución de la COP va tan lejos.

Eso no significa que este pacto baste. "Para tener alguna posibilidad de alcanzar el objetivo de estabilizar el calentamiento global en +1,5 °C, tenemos que abandonar los combustibles fósiles al ritmo que indica la ciencia", señala Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático. Así que hará falta mucho más que la promesa de llegar a la neutralidad de carbono en 2050.

Eléctricas y petroleras

Los textos de la COP son consensuados, así que un poco da para mucho. Para descarbonizar el sector eléctrico, se propone una breve lista de tecnologías: energías renovables, energía nuclear —Francia ha trabajado mucho en ello—, captura y almacenamiento geológico de carbono e hidrógeno "bajo en carbono". No está claro si este último es hidrógeno verde (producido a partir de energías renovables) o azul (producido por craqueo de metano y captura de CO2).

Otra novedad: la COP 28 fue una oportunidad para que unas cincuenta compañías petroleras asumieran compromisos climáticos. La decisión insta a estas empresas a acelerar la reducción de sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) distintos del dióxido de carbono; en particular, el metano. El mensaje también va para el sector químico, cuyos refrigerantes son ricos en gases GEI cuyo poder de calentamiento puede ser varios miles de veces superior al del CO2, como el HFC y el SF6.

Al pedir a los países que electrifiquen sus flotas de vehículos lo antes posible, el texto elaborado por la presidencia de los Emiratos Árabes anuncia de hecho la descarbonización del tráfico rodado. Ello supone una reducción del consumo de productos petrolíferos, refrendada así por los países productores de petróleo.

Las subvenciones a los combustibles fósiles, cuyo fin es una vieja reivindicación de las ONG ecologistas, no han sido del todo olvidadas. La decisión aboga por suprimir las subvenciones ineficaces. Se trata de una formulación aceptada desde hace varios años por los países más industrializados del G7 y el G20. Pero queda por ver qué es una subvención ineficaz... En cualquier caso, no serán las que apoyan el poder adquisitivo de los más modestos, ni las dedicadas a la transición justa.

El texto debería satisfacer a los países productores de petróleo, que invierten cientos de miles de millones de dólares cada año (Irán, por ejemplo) para mantener los precios más bajos de los combustibles fósiles. Para muchos países africanos (como Senegal, Mauritania, Uganda, Gabón y Congo) que desean basar su desarrollo en la explotación de crudo o gas natural, el texto reconoce su derecho a utilizar combustibles fósiles de forma "transitoria". Se entiende que estas fuentes de energía pueden ayudar a... la transición climática.

"Para financiar la transición energética necesito 7.000 millones de dólares al año, y yo gano 40.000 millones con la venta de petróleo", resume un ministro africano de Energía.

Pocos planes de adaptación

El texto del informe mundial pretende ser coherente con otras decisiones. La primera se refiere al Objetivo Global de Adaptación (GAG). El texto votado insta a los países a elaborar planes nacionales de adaptación para 2030, mientras que sólo el 25% de las partes lo ha hecho. Entre sus prioridades podrían figurar asegurar el abastecimiento de agua y la producción agrícola, e incorporar los efectos del calentamiento global a las políticas sanitarias.

A los países occidentales, por su parte, se les pide que aumenten su apoyo financiero a los países más vulnerables. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) calcula que la contribución necesaria será de entre 200.000 y 400.000 millones de dólares anuales de aquí a 2030. Después, será más costosa. 

Con este panorama, no sorprende que, aunque todos los representantes de los Estados Partes votaron a favor de este texto, no todos lo hicieran con el mismo entusiasmo. 

Podría haber sido peor

"Esta COP pasará a la historia como una de las más históricas. Hemos creado un fondo para pérdidas y daños, recapitalizado el Fondo Verde para el Clima y orquestado un sistema internacional de financiación climática que prepara nuevos gravámenes junto a los bancos de desarrollo y nuevos flujos del sector privado. Hoy nos hemos comprometido a triplicar la inversión en energías renovables y a garantizar una transición justa desde los combustibles fósiles. A algunos activistas les decepcionó que no nos comprometiéramos a eliminar inmediatamente los combustibles fósiles. Sin embargo, sin el comercio, la inversión y la financiación necesarios para lograrlo, se habría castigado más a los países en desarrollo", explica detenidamente Avinash Persaud, uno de los negociadores de Barbados.

Nella Pepe Tavita-Levy, Presidenta de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS), no se muestra tan entusiasta: "No basta con referirse a la ciencia mientras se ignora lo que la ciencia nos dice que hagamos", insiste la representante de Samoa ante la ONU. La diplomática se muestra especialmente contraria a la redacción del párrafo 39 del texto: "Los Estados no deben tener la opción de alejarse de los combustibles fósiles, deben hacerlo", prosigue.

Laurent Fabius, que en 2015 presidió la COP 21 que alumbró el Acuerdo de París, ha recordado que "consenso no es unanimidad". Una frase del todo vigente.