La revolución del trabajo no pasa por casa

La pandemia ha acelerado la búsqueda de sentido (y revela su ausencia) en la actividad laboral

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Septiembre 2023 / 116
Ilustración reloj trabajo doméstico

Ilustración
Lola Fernández

El periodo es corto, pero la evolución rápida. De 2019 a 2022, millones de europeos y europeas han cambiado sensiblemente su forma de ver el trabajo. En primer lugar, gracias al teletrabajo: impuesto por los confinamientos, se ha multiplicado por dos de 2019 a 2021 y afecta a 42 millones de activos en la Unión Europea (UE), es decir, a casi una persona empleada de cada cuatro. Llegó para quedarse.

Por otra parte, la recuperación poscovid ha provocado un aumento del empleo en la UE, hasta el punto de que el paro ha descendido al 6% (segundo trimestre de 2022), según el informe 2022 de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound).

Y, a pesar de ese contexto favorable, los europeos se plantean hoy “cuestiones existenciales” sobre su vida profesional,  observa Eurofound. La crisis sanitaria ha acelerado la búsqueda de sentido al trabajo y el surgimiento de nuevas aspiraciones, sobre todo en lo relativo a un mayor equilibrio con la vida privada.

Paralelamente, un tercio de los europeos expresan su malestar en el trabajo y se quejan de que lo ejercen en condiciones “tensas”, subraya el informe. “Riesgos físicos y psicosociales, inseguridad laboral, horarios atípicos, intensidad del trabajo”: se realizan trabajos cuyos aspectos negativos “son superiores a los positivos”, y sin capacidad de remediarlo, precisa. 

Esta crisis de sentido, producida por las exigencias del trabajo y por el poco reconocimiento o satisfacción que proporciona —más pronunciada en Francia que en el resto de los países de la UE, como pone de manifiesto la socióloga Dominique Méda—, se traduce en toda Europa en giros profesionales, un elevado nivel de dimisiones y una escasez de activos en los sectores con condiciones laborales penosas (construcción, obras públicas, hospitales, etcétera).

Evolución poco significativa

Los europeos son más críticos con el trabajo. Pero a pesar de ese cambio, un parámetro permanece constante: el del trabajo en la casa, aún realizado mayoritariamente por mujeres. Cada semana, ellas le consagran 31 horas frente a 18 en el caso de los hombres, es decir 13 horas más, recuerda Eurofound.

El 41% de ellas se ocupan de los hijos todos los días, frente al 30% de los hombres y el 74% efectúan tareas domésticas cotidianas frente al 42% de los hombres. Estos   porcentajes, en realidad,  han evolucionado muy poco desde 2003.

Es cierto que los hombres trabajan más fuera de casa que las mujeres: 42 horas por semana de media en Europa, frente a 37 horas en el caso de las mujeres. Esto explica que sean más numerosos (46%) que las mujeres (43%) los que desean reducir su jornada laboral, señala Eurofound.

No obstante, si se tiene en cuenta el conjunto del tiempo trabajado, tareas domésticas incluidas, son las mujeres las que más trabajan: 70 horas semanales de media, es decir, siete horas más que los hombres. Anualmente, las europeas asumen, pues, ocho semanas más de trabajo. 

El hecho de tener o no tener hijos influye, evidentemente, en esta carga doméstica. La diferencia entre hombres y mujeres solo es de tres horas en el caso de las parejas sin hijos, pero da un salto a 12 horas a partir del primer hijo y a 20 horas a partir del tercero. Estas obligaciones familiares constituyen un freno para la actividad profesional de las mujeres y, por tanto, para su independencia financiera. Y explican que una europea de cada cuatro (26%) trabajara a tiempo parcial en 2020, frente a únicamente el 6% de los hombres. Igualmente, el 60% de las mujeres empleadas ha tenido que modificar su actividad profesional para cuidar de los hijos, frente únicamente al 17% de sus homólogos masculinos, recuerda el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE).

Paradojas del cambio

Este reparto desigual del trabajo doméstico es aún más dañino si se tiene en cuenta que la recuperación económica poscovid ha proporcionado a las mujeres un aumento real de oportunidades profesionales. “El crecimiento del empleo ha sido mayor” en el caso de ellas, que “se han llevado la parte del león de los empleos mejor pagados que se han creado” con motivo de la recuperación, un síntoma que va en la dirección “de un cierto reequilibrio entre los sexos en el mercado laboral”, subraya Eurofound.

Si se tiene en cuenta la evolución de las mentalidades respecto al trabajo, este inmovilismo en el reparto de las tareas de casa no deja de ser un anacronismo. Es paradójico ver cómo la búsqueda de un nuevo equilibrio entre trabajo y vida familiar, así como el aumento del teletrabajo, no va acompañado de un mejor reparto de las tareas en el seno de las familias.

Por el contrario, el propio teletrabajo conlleva riesgos de un aumento de las desigualdades a costa de las mujeres. “Los estereotipos de género y las normas sociales son obstinadas y siguen determinando el reparto del trabajo pagado y el no pagado entre hombres y mujeres”, deplora Eurofound.

Sin embargo, existe una posible evolución. En el reparto de las tareas domésticas, las grandes diferencias constatadas en Europa entre Suecia, Países Bajos y Dinamarca, por un lado, y Grecia, Bulgaria y Eslovaquia, por otro, constituyen un margen de progreso, estima el EIGE.

Por su parte, Eurofound recuerda el importante papel desempeñado por las guarderías como apoyo a la actividad profesional de las mujeres y considera “fundamental que los Estados miembros proporcionen en todas partes servicios de guardería accesibles y de calidad, resolviendo los problemas de escasez de personal y de las condiciones laborales en ese sector”.  

El momento oportuno

Pero, yendo más allá, ¿este periodo poscovid es un buen momento para examinar todo lo que no funciona en el mercado laboral? La concomitancia de las dudas sobre el sentido del trabajo, la búsqueda de un mayor bienestar profesional, las negociaciones abiertas sobre el teletrabajo, así como los problemas planteados por la falta de personal, y también de las nuevas oportunidades que ofrece la recuperación económica, hace que este periodo se preste a un replanteamiento y a un cambio de las mentalidades.
Podría ser una ocasión para que los responsables de la toma de decisiones y los interlocutores sociales hicieran avanzar nuestras sociedades pensando en profundidad qué lugar debe ocupar el trabajo y mejorando las condiciones de todos, sin olvidar las aspiraciones de las mujeres a alcanzar, también ellas, un mayor equilibrio.