España entra en estado de ebullición política

Pedro Sánchez sigue en la presidencia, pero la 'bomba' lanzada con su "carta a la ciudadanía" trastoca los planes de todos los partidos, ya muy estresados por una auténtica gincana electoral 

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Mayo 2024 / 124
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Eugenia Morago

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Aunque finalmente Pedro Sánchez se mantiene en la presidencia del Gobierno, la bomba que en la tarde del 24 de abril lanzó en forma de "carta a la ciudadanía", en la que denunciaba el "acoso" de la ultraderecha a su esposa, Begoña Gómez, ha situado a España en un estado de ebullición política insólita. 

Tras cinco días de tensa espera, en la que los principales colaboradores y aliados políticos de Sánchez estuvieron a oscuras y muchos llegaron a dar por hecha su marcha, podría parecer que no cambia nada en la medida en que el presidente anunció que retoma sus funciones sin ni siquiera someterse a una cuestión de confianza. Sin embargo, la sacudida ha sido descomunal y todo el mundo admite que la legislatura va a discurrir por una senda distinta, más imprevisible aún. El primer test, que quizá arrojará pistas sobre el nuevo rumbo, es inmediato, sin tiempo ni siquiera para que los protagonistas tomen aliento: las elecciones catalanas del 12 de mayo. 

Debate exaltado

La bomba lanzada por Sánchez ha impactado sobre unos partidos y una sociedad ya muy estresados como consecuencia de un debate público muy exaltado —agravado por el estallido del caso Koldo y del escándalo del delito fiscal confeso del novio de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso— y la auténtica gincana electoral en marcha, con cuatro comicios comprimidos en apenas cuatro meses: las gallegas de febrero, las vascas de abril, las catalanas de mayo —precipitadas por la negativa de los comunes a avalar los presupuestos del Gobierno de ERC, lo que de rebote ha dejado sin presupuestos también al Gobierno central— y las europeas de junio. 

Cada una de estas elecciones tiene, obviamente, sus particularidades y debates específicos, pero, en conjunto, eran también una prueba tanto para la viabilidad del Gobierno como para la estrategia de acoso y derribo de la oposición en su hoja de ruta para conquistar la Moncloa. 

Sánchez dejó caer su bomba después de las elecciones vascas, justo pues en el ecuador de la gincana electoral y tras constatarse que, una vez contados los votos en Galicia y en Euskadi, las posiciones globales de ambos bloques se mantenían casi inalteradas. Por un lado, el PP logró sus objetivos en Galicia al revalidar la mayoría absoluta con su nuevo candidato, Alfonso Rueda, y al acentuarse el declive del PSOE. Por el otro, fue la mayoría de la investidura de Sánchez la que salió reforzada en Euskadi: el PNV retuvo la primera posición in extremis, con lo que reeditará el Gobierno 

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Gráfica investidura

¿Tablas?

A efectos de la gincana electoral, parecen tablas provisionales. Sin embargo, si la vara de medir es el llamamiento a hacer caer el Gobierno central por la supuesta "traición a España" de la amnistía, que es el marco de análisis de la derecha, entonces los resultados suponen un aval al bloque de partidos que respalda al Ejecutivo de coalición de izquierdas: en conjunto, las formaciones que apoyaron la investidura no solo no pierden votos, sino que han ganado más sufragios que el bloque opositor con respecto a los anteriores comicios autonómicos de Galicia y Euskadi, que han visto aumentar la participación en ambos casos.

Así, los partidos que respaldan al Gobierno central (PSOE, Sumar, Podemos, BNG, PNV y EH-Bildu) han ganado en conjunto 228.000 votos con respecto a 2020, muy por encima de los 121.000 sufragios de más recogidos por el PP y Vox.

No obstante, estas ganancias del bloque de investidura se producen solo entre los partidos nacionalistas que respaldan al Gobierno desde fuera y, sobre todo, en el BNG y EH-Bildu, que se han erigido en las principales alternativas de izquierdas en Galicia y Euskadi, en detrimento del PSOE y de Sumar. El PNV ha ganado votos a pesar de perder escaños, mientras que el cómputo en el PSOE es negativo por el batacazo de Galicia. Sumar queda muy lejos de sus expectativas en ambas comunidades: extraparlamentario en Galicia y una única acta en Euskadi.

La malos resultados de la formación que lidera la vicepresidenta Yolanda Díaz han abierto muchas incógnitas sobre su futuro, en la medida además que el proceso para su constitución no ha logrado superar el terreno de las batallas permanentes en el espacio, tanto internamente como respecto a Podemos. La tradición política a la izquierda del PSOE acumula muchos episodios de guerras internas en la historia, pero, en esta ocasión, el impacto radiactivo de estas dinámicas va mucho más allá del propio espacio, al ser ahora una pata esencial del Gobierno, que ha visto con preocupación cómo se debilita su flanco izquierdo.

Ahora, Cataluña y Europa

El próximo escenario de esta apretada gincana electoral es ahora Cataluña, que vota el 12 de mayo en estado de shock, que se suma al provocado por un avance electoral imprevisto y al anuncio del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que reside en el extranjero desde 2017 y ha logrado con ello esquivar a la justicia española, de abandonar la Eurocámara y volver a la política catalana, amnistía mediante, otra decisión que no estaba en el guion, ni siquiera de Junts. Todas las encuestas sitúan en cabeza al PSC, pero la concatenación de shocks hace que la incertidumbre sea máxima. Y según cual acabe siendo el resultado, la formación del Gobierno catalán puede envenenar todavía más las relaciones dentro del bloque que respaldó la investidura de Sánchez.

Y tras los comicios catalanes, casi sin tiempo para tomar aliento, aguardan las elecciones europeas, que en España se celebrarán el 9 de junio. Ahí, todos los sondeos registran una auténtica ola conservadora en el continente, con gran crecimiento de la ultraderecha. De confirmarse, puede acrecentar las dificultades del Ejecutivo español, que necesita complicidades en Bruselas para llevar a cabo su programa.

La política española ha entrado en ebullición, un estado en el que, como advirtió Karl Marx, "todo lo sólido se desvanece en el aire": no parece el mejor escenario para que el perdedor de la gincana acepte fácilmente el resultado.