“La izquierda ha fallado a todo el precariado”

Entrevista a Guy Standing, economista experto en trabajo, cofundador de la Basic Income Earth Network (BIEN)

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Septiembre 2024 / 127
Guy Standing

Fotografía
Mariana Vilnitzky

Como economista, profesor e investigador, el británico Guy Standing ha pasado toda su vida estudiando las transformaciones en el  mundo del trabajo. Durante más de tres décadas, el hoy investigador de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la Universidad de Londres llevó distintos proyectos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Entre otros, fue el principal redactor del informe Seguridad económica para un mundo mejor, publicado en 2004. Su tarea fue clave en la elaboración de un Índice de Trabajo Decente. Con esta experiencia a sus espaldas, Standing—que se dio a conocer fuera de su ámbito al introducir en 2011 el concepto de una nueva y emergente clase social que denominó "precariado"— critica el mantra "empleos, empleos, empleos" como fetiche de la izquierda. Es copresidente honorario de la Basic Income Earth Network (BIEN), que cofundó, para defender el derecho a una renta básica universal.

 

¿Cuál es la relación entre la nueva clase social que usted denomina “precariado” y el auge de la extrema derecha?

El precariado es todavía una clase en construcción y aún está internamente dividida. El primer grupo, que procede de la clase trabajadora y no tiene mucha educación formal, escucha los mensajes de la extrema derecha porque, en el capitalismo rentista que nos domina, vive una situación de inseguridad crónica y siente desesperanza y miedo. Le resuenan las promesas de gloria de los días pasados y que señalan los peligros que vienen del otro, sean inmigrantes, minorías o mujeres. En Inglaterra, votó a favor del Brexit. El segundo grupo, conformado por las minorías e inmigrantes, no siente que tenga un hogar, ni aquí ni de donde viene. No vota. ¿Por qué iba a hacerlo? El tercer grupo es joven y tiene formación. Oyó que si iba a la universidad tendría un futuro, pero se ha formado y tiene bajos salarios, deudas y pocas oportunidades. Este grupo no votará a la extrema derecha, pero mira a los políticos y se lamenta: “Vaya, nadie se preocupa por mis aspiraciones, necesidades y problemas”. A veces, no vota. Falta una política progresista para el precariado.

 

¿Está diciendo entonces que toda la izquierda ha fallado a los tres grupos?

Exactamente. La izquierda ha fallado a todo el precariado. Se ha quedado enganchada a los viejos modelos, al viejo imaginario, al viejo lenguaje, a las viejas recetas propias de un mundo distinto. Hablo con muchos políticos y me doy cuenta de que no entienden qué es el precariado. Piensan que es la misma inseguridad laboral del obrero de siempre.

 

¿Y en qué medida es algo nuevo?

La vieja agenda socialdemócrata hablaba de mejorar las condiciones laborales de la clase obrera, pero el sistema capitalista se mantenía. Ante el precariado, nuestra misión es construir un estado ecológico de la mano de una nueva política ecofiscal. Tenemos que pensar cómo queremos vivir, trabajar y relacionarnos con la naturaleza desde la humildad.

 

¿Cómo han ido evolucionado los tres grupos del precariado desde 2011?

Globalmente, el precariado está creciendo. La mitad de la población está en esta situación. Sin embargo, en estos 15 años ha ido variando su composición interna. El peso del grupo ligado a la clase obrera encoge: sus integrantes van envejeciendo, mueren y nadie los releva. El segundo, sin nada que perder, va creciendo, pero dejará de hacerlo por las políticas migratorias restrictivas. Y el de los jóvenes progresistas formados, pero sin futuro, aumenta. Ello supone que la agenda progresista va a verse impulsada.

 

Pues por ahora, la agenda progresista...

... Sí, por ahora los progresistas dicen: "No me interesa la política". En las elecciones europeas, los verdes —y los que yo llamo "azules", porque buena parte de la humanidad depende del mar— obtuvieron muy malos resultados, porque necesitamos una auténtica estrategia progresista verde. Hoy, los verdes están divididos entre una versión burguesa favorable al Pacto Verde y un batiburrillo de gente que se rebela contra el Estado y que hace ruido, pero que carece de estrategia.

 

¿Qué no le gusta del Pacto Verde?

El Pacto Verde no es progresista. Desde mi punto de vista, agrava las desigualdades. Va de generar empleos en sectores verdes, cosa que no cambia la estructura social. Los verdes deberían oponerse, por ejemplo, a las ganancias de monopolio de muchas patentes ligadas al medio ambiente. Hay que actuar en el ámbito de la propiedad intelectual. Los plutócratas se quedan con el dinero. A los verdes solo les importan los empleos.

 

¿No le interesa crear empleo?

Tenemos que vaciar el empleo de romanticismo. La vieja izquierda ve en el empleo un fetiche. Se empeña en que todo el mundo tenga que tener uno. En el 90% o más de los casos, en un empleo la gente reporta a un jefe. ¿Por qué la izquierda idealiza con romanticismo una situación de subordinación? Puedo necesitar un empleo por necesidad de ingresos, claro. Un empleo es algo instrumental. Pero que no me digan que estar en una posición de subordinación es el maravilloso nirvana. Si se puede evitar tener un empleo, fantástico. Hay que pensar de otra manera. Se trata de reducir la cantidad de empleos, pero de incrementar el trabajo de cuidados de la comunidad, de los mayores, de los hijos y del medio ambiente.

 

¿Y de qué viviremos?

Por esta razón es tan importante una renta básica universal, como parte de una nueva política progresista. Porque estamos en una etapa de lo que yo llamo capitalismo rentista, que no tiene nada que ver con el viejo capitalismo industrial de hace 50 años. Los plutócratas son rentistas, captan rentas de todo el mundo. Tienen activos inmobiliarios, financieros, tecnológicos. Necesitamos una estrategia para desmantelar el capitalismo rentista, crear un sistema de redistribución de ingresos distinto y reorientarlo hacia el medio ambiente, a dar cuidados, a dar seguridad. Y, en este esquema, es clave reconceptualizar el trabajo.

 

¿Dónde están los partidos con opciones reales de gobierno que pidan una renta básica en su agenda progresista?

Mire, no cambiaremos el sistema si no somos activos, en lugar de mostrarnos cínicos y quedarnos en casa. Hoy existe lo que yo llamo un "grupo de rebeldes primitivos". Saben contra qué están, pero no saben bien a favor de qué hay que estar. Se rebelan contra el capitalismo y quieren cambiarlo, pero no saben cómo. Ya hubo otras etapas como esta a lo largo de la historia. En España, Podemos desempeñó un papel muy útil porque abrió el debate y permitió nuevas formas de pensar. Pero que surja y se consolide una nueva política, y que supere sus contradicciones, lleva un tiempo. Hoy vemos cómo crece una cierta conciencia de la crisis. Una parte de la izquierda empieza a entender el precariado y el capitalismo rentista y es favorable a las políticas ecológicas. Empiezo a ver a los jóvenes más abiertos a un futuro ecológico y eso es esperanzador. Necesitamos, por ejemplo, un impuesto sobre el carbono. Mientras los combustibles fósiles no sean más caros, continuaremos agravando el calentamiento global y la contaminación. Y, a la vez, no se puede gravar a la parte débil sin compensación, como hizo el presidente francés, Emmanuel Macron, que a la vez rebajó impuestos a los plutócratas. El buen mensaje habría sido: "Necesitamos que sea más caro contaminar y producir emisiones de CO2, pero como te supone un coste extra, el dinero que te quitamos volverá a ti en forma de renta básica o un dividendo común".

 

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Guy Standing

Cataluña preparaba uno de los planes pilotos más ambiciosos hasta la fecha para medir los efectos de una renta básica universal (RBU), pero ha muerto por falta de apoyo político, también de los socialistas. ¿Qué opinión le merece?

Siento rabia y también vergüenza. Si no estás a favor de una agenda que dé una seguridad básica a todo el mundo, no deberías llamarte de izquierdas. Es oponerse a la justicia, a la libertad y a los valores de la izquierda. Quienes se han opuesto a ello deberían mirarse al espejo y preguntarse qué están defendiendo. De todos modos, cada vez veo a más políticos jóvenes, algunos en posiciones elevadas, que en privado apoyan la RBU. Es un imperativo esencial y nos moveremos en esta dirección.

 

¿Por qué cree que le invitan a hablar en el Foro de Davos quienes usted llama "plutócratas"? ¿Están preocupados? ¿Lo hacen ver? ¿Temen que el propio sistema se vea amenazado por la desigualdad?

He sido invitado a hablar tres veces en Davos, ante multimillonarios como Larry Fink,consejero delegado del fondo BlackRock. Hay multimillonarios lo bastante honestos y listos como para saber que ganan demasiado dinero, y cada vez más, incluso mientras duermen. Saben que es una locura y que el sistema está enfermo, que el precariado cada vez está más enfadado, y que habrá más tensión, más armas, más rabia. Saben que en EE UU la esperanza de vida se está acortando, que sube la ratio de suicidios, particularmente entre mujeres jóvenes. Saben que los problemas para pagar deudas y la inseguridad llevan a más crisis, a más pandemias, a más apoyos para fascistas como Donald Trump. No estoy exagerando. Algunos ven con interés la idea de una renta básica, aunque a veces sea por razones equivocadas, porque simplemente piensan que la inteligencia artificial va a acabar con muchos empleos y que tendremos que distribuir dinero entre la gente que se quede sin trabajo. Yo replico que el trabajo no terminará nunca, porque siempre tendremos trabajo que hacer cuidando de nuestros mayores, de nuestros niños, de la comunidad, del entorno natural. Y también para aprender cosas, para intentar ser artistas, para inventar cosas. Lo que IA hace a través de la propiedad intelectual es incrementar la desigualdad.

 

¿A cambio, los tecnólogos quieren desmantelar el estado del bienestar?

Creo que la parte ultraliberal que dice que no hace falta estado del bienestar, que no hace falta ni un Estado, es muy minoritaria. Si tenemos bastante fuerza para obtener una renta básica universal, la tendremos para conseguir un buen sistema sanitario, un buen sistema educativo o un buen sistema de transporte. Lo que me inquieta es que perdamos la capacidad para combatir por algo.

 

¿Hasta qué punto cree que la financiación de la renta básica es, como parece, el principal problema para aplicarla?

No veo tan difícil la financiación. Creo que, en cada país, o en cada gran región, debería crearse un fondo de capital para la comunidad. Sería una versión de los fondos soberanos nacionales que han creado ya un centenar de países. Se recaudaría dinero vía impuestos y con ellos se alimentaría el fondo. Y, a medida que el fondo creciera, distribuiría el dinero entre la población. Noruega y Alaska tienen petróleo, de acuerdo, pero todos los países tienen recursos. En España, donde hay una concentración de la propiedad de la tierra injustificable, puede imponerse un modesto impuesto sobre el valor del suelo, que recaudaría mucho dinero. O hacer que la industria pesquera que se lleva recursos del mar, que es de todos, aportara al fondo una parte del beneficio que extrae con ello. Se puede aplicar una tasa digital por nuestros datos, con los que los gigantes tecnológicos ganan miles de millones cada vez que encendemos el ordenador. Se puede crear una tasa sobre el carbono contra el calentamiento global. También se puede recaudar para el fondo una tasa sobre los viajeros frecuentes. O gravar los cruceros que durante años han permanecido con los motores en marcha dentro del puerto. A medida que el fondo fuera creciendo, podría invertir más y más en inversiones ecológicas. Y a medida que fuera ganando valor, el dinero que podría repartir a modo de dividendo sería mayor. Tenemos que pensar de forma constructiva, desde una perspectiva ecológica.

 

Imaginemos que tenemos ya el fondo. ¿Por qué sería mejor tener una renta básica universal en lugar de construir y reconvertir de forma masiva vivienda social y asequible? Una ayuda no basta ni para pagar un alquiler en una gran ciudad.

Una política como la que usted menciona debe financiarse con la política fiscal convencional, con impuestos sobre el consumo, la renta o sociedades; si es necesario, recurriendo al mercado de deuda y de capitales. Pero yo le estoy hablando del concepto de lo común, de lo que pertenece a todo el mundo: la tierra, el mar, el aire, los minerales, el agua... El fondo de los comunes pertenecería a toda la ciudadanía. Todo el mundo tiene derecho a un ingreso básico. Sobre la cuantía, lo importante es estar en la buena dirección. En las pruebas piloto vemos que, incluso con 200 o 300 euros al mes, se constata la diferencia, más aún si tienes un hijo o si no tienes gran cosa. A medida que fuera aumentando el fondo, se iría pudiendo pagar más. Es el camino de una izquierda verde. Si no, nos encaminamos a una mayor desigualdad, y a la extinción.

¿Quién es?

Guy Standing

Guy Standing (1948, Reino Unido) se graduó en Economía en la Universidad de Sussex, hizo un máster en la Universidad de llinois y se doctoró en Cambridge. Trabajó más de 15 años para la OIT y es cofundador de la Basic Income Earth Network (BIEN). Autor, entre otros, de El precariado (Pasado & Presente, 2013) y, a punto de publicarse, La política del tiempo (Paidós), en junio participó en la jornada La renta básica universal y el futuro del trabajo, de la Oficina del Plan Piloto de la Renta Básica Universal del Gobierno catalán.