Chips en casa para nutrir la sociedad de consumo

La UE saca la chequera para recuperar terreno en el sector de los semiconductores. España trata de captar fabricantes que refuercen su tejido industrial.

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Enero 2023 / 109

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Getty images

La UE saca la chequera para recuperar terreno en el sector de los semiconductores. España trata de captar fabricantes que refuercen su tejido industrial.
 
Si los microchips pudieran acumular puntos cada vez que volaran, tendrían viajes gratis sin fin, teniendo en cuenta todo lo que sucede desde que se diseña uno de estos diminutos circuitos integrados fabricados con un material semiconductor hasta que se logra la magia de que funcione un portátil, un móvil, una tostadora o las partes de un coche.
La gran mayoría de chips de vanguardia —cuanto más pequeños, más de vanguardia— se producen en Taiwán, y, en menor medida, en Corea del Sur. Hablamos de TSMC y de Samsung, respectivamente, aunque les sigue, rezagada, la norteamericana Intel. Pero el único proveedor de maquinaria avanzada para fabricarlos con la tecnología de litografía ultravioleta extrema es neerlandés (ASML). Las obleas de silicio las suele poner Japón, con productos químicos de Alemania. El ensamblaje, con frecuencia, tiene lugar en China. En patentes y diseño reina EE UU. Y el proceso requiere de una potente investigación como la que realiza el Barcelona Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), que este año prevé tener operativo uno de los superordenadores más rápidos del mundo. 

Dilema: apostar por chips de vanguardia o por los que tienen más demanda cerca

El sector señala el talento cualificado como primer factor de localización

 
“Según la Asociación Americana de Chips, el proceso implica al menos cuatro fábricas y un recorrido de 40.000 km en poco más de 100 días”, explica Ignacio Mártil, catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid.
 
Alcanzar el 20% del mercado
La pandemia dejó al descubierto las desnudeces de Europa: no hay sociedad de consumo sin semiconductores y chips. Entre tensiones geopolíticas y problemas de suministro, la Unión persigue duplicar su porción del mercado (del 10% al 20%) en ocho años. "Lograrlo será bueno para el empleo, los consumidores y la economía", remarcan fuentes de la Comisión Europea.
El crecimiento medio anual del sector ha sido del 7,1% durante dos décadas y, según una encuesta encargada por Bruselas, la demanda se duplicará entre 2022 y 2030. La inteligencia artificial y el Internet de las cosas (IoT) tirarán de ella.
Europa busca generar un ecosistema que conecte investigación, diseño, fabricación, ensamblaje, ensayos y, por supuesto, coordinación en caso de crisis, chequera en mano: 43.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas. Las ayudas son cruciales para fábricas que requieren de enormes inversiones y funcionamiento a todo tren para resultar rentables. EE UU ha anunciado ayudas por 52.000 millones de dólares con el mismo fin.

40mil kilómetros. Recorrido desde el diseño del chip hasta el producto final

 
"Con la globalización, la producción se deslocalizó a destinos más baratos, sin pensar en las consecuencias geopolíticas, sociales ni ambientales", señalan fuentes de la comisión de industria del Parlamento Europeo, que, como el Consejo, lidia con el paquete legislativo que impulsa la Comisión. Ejemplo de lo sucedido es la fábrica de AT&T en Tres Cantos (Madrid), que aguantó tres lustros. Operar una planta de semiconductores en la UE tiene el 40% más de costes que en otros puntos del globo.
"Los gobiernos intentan atraer fabricantes de chips, pero la cadena no dejará de ser compleja y global. Ahora bien, si un fabricante instala su fábrica aquí, necesitará una industria auxiliar, y la dependencia será mutua", explica Mártil. 
La competencia por atraer fábricas es patente. 
 
Alemania y Francia, en cabeza
El mayor movimiento hasta la fecha lo ha protagonizado una de las dos únicas empresas capaces de diseñar y producir chips: Intel. El gigante ha apostado por Alemania para su megafábrica europea, donde invertirá 17.000 millones de euros. Levantará una planta de respaldo en Italia, y en Francia, un centro de I+D. Intel ha anunciado otros proyectos en Irlanda, Polonia y España. En Barcelona, invertirá 200 millones, a los que el Gobierno sumará otros 200, para desarrollar, junto al BSC-CNS, un laboratorio para explorar tecnologías como la RISC-V (de código libre).

9.350 millones de euros. Es el dinero para construir fábricas de chips en España, la parte del león del dinero del PERTE de los chips

 
Y Global Foundries, que fabrica pero no diseña, invertirá 5.700 millones en una planta en Francia.
España quiere subirse a ese tren. De todos los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), el destinado a los semiconductores, aprobado en mayo, es el mejor dotado en dinero: 12.250 millones, a desembolsar hasta 2027, y de los cuales 9.350 han de ayudar a construir fábricas. En noviembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, visitó la fábrica puntera de Samsung, único fabricante integral de chips junto con Intel, en Pyeongtaek. Va a por minichips de tres nanómetros, capaces de reducir a la mitad el consumo de energía y mejorar el rendimiento el 20% respecto a los de cinco nanómetros. 
 
Goteo esperanzador
Samsung es la gran esperanza, pero en el hub o ecosistema que se quiere impulsar, cada goteo, autóctono o foráneo, pesa. Cisco ha anunciado su primer centro de diseño de microchips en la UE en Barcelona. A pocos kilómetros, la gerundense Ideaded testeará y producirá series cortas de microchips, apoyada por la Generalitat. El presidente catalán, Pere Aragonès, ha hecho valer el peso industrial y tecnológico de Cataluña en reuniones con empresas del sector, cortejado también por Valencia y Málaga. Wiyo, Imasenic, ICMálaga y Kdpof —que plantea una planta de encapsulado y testeo en Madrid— han creado una asociación de empresas de semiconductores como “motor de innovación”. Según el informe A Chips Act for Europe, de la Comisión, el primer factor por el que deciden las empresas es la existencia de mano de obra cualificada. En diciembre, la UE dio pasos para crear una red  de centros de competencias. 
Pero ¿por qué tipo de chips hay que apostar? “Carecemos de industria para alimentar un fabricante de siete, incluso cinco nanómetros [solo podrían hacerlo TSMC y Samsung]. Europa produce coches, no móviles", opina Mártil. La mayoría de chips que requiere un vehículo son de 180. Cuanto más diminutos son los chips, mayores inversiones requiere para ser rentables. Y, al mismo tiempo, ¿tiene sentido renunciar a la tecnología de vanguardia? El Gobierno debe pensar que no: tiene previstos 7.250 millones para construir fábricas de menos de cinco.