La movilización de la izquierda cierra el paso a la extrema derecha

El PSOE y Sumar aguantan y aspiran a reeditar el Gobierno de coalición

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Pedro Sánchez en la celebración

El Gobierno de coalición de izquierdas superó el 23-J la reválida a pesar de los negros augurios que vaticinaban la gran mayoría de encuestas y vuelve a estar en condiciones de al menos intentar reeditar la experiencia, aunque para ello depende de los independentistas vascos y catalanes y muy singularmente de Junts per Catalunya, la formación de Carles Puigdemont, muy reacia a facilitar una nueva investidura del socialista Pedro Sánchez. La movilización de la izquierda en todo el país logró cerrar el paso a la extrema derecha de Vox, que perdió 600.000 votos y 19 diputados, y no suma con el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo, que obtuvo la primera plaza pero no cuenta con aliados para llegar a la Moncloa.

La derecha, en línea con el tono de toda la legislatura, en la que se ha negado incluso a renovar el poder judicial pese al mandato expreso de la Constitución, construyó un marco de campaña muy beligerante contra el “sanchismo” y el primer Gobierno de coalición de izquierdas desde la II República. Sin embargo, esta agresividad le ha dejado sin socios potenciales más allá de Vox y, paradójicamente, acabó sirviendo de acicate para la movilización de la izquierda.

Aval a la gestión

Contra todo pronóstico, el PSOE no solo no se derrumbó, sino que ha ganado casi un millón de votos y dos diputados, con un total de 122, al tiempo que Sumar, encabezado por Yolanda Díaz, ha sido capaz de mantenerse por encima de los 30 escaños a pesar de la presión del llamado “voto útil” hacia el PSOE para contener a la derecha y de las trifulcas en la construcción del propio espacio, en el que se acabó integrando Podemos.

En conjunto, pues, los electores han aprobado la gestión del Gobierno de coalición, que ha abanderado un programa económico en ocasiones fuera del marco neoliberal y ha tomado medidas muy criticadas por la derecha para recomponer los puentes en Cataluña, como los indultos a la cúpula del procés.

El PP, liderado ahora por Núñez Feijóo tras la defenestración de Pablo Casado, ha superado los 8 millones de votos y suma 136 escaños tras comerse íntegramente el espacio electoral de Ciudadanos, que esta vez ni siquiera se presentó, y parte de Vox. No obstante, se ha quedado lejos de la mayoría absoluta (176 diputados), incluso sumándole el apoyo teórico de Vox.

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El equipo de Sumar festeja, en la noche electoral.
El equipo de Sumar festeja sus 31 escaños.

A pesar de ello, Feijóo reclamó en la noche electoral el supuesto derecho de poder formar gobierno al haber sido la fuerza más votada, aunque en el modelo parlamentario español esta prerrogativa es únicamente para el candidato que sea capaz de lograr el apoyo de al menos 176 diputados en primera votación o que los síes superen a los noes en segunda votación. 

Las apelaciones de Feijóo al PSOE implorándole abstenerse para facilitar con ello su investidura no tienen posibilidades de prosperar tras una campaña tan agresiva contra el “sanchismo” y la permanente puesta en duda de su legitimidad para gobernar en la última legislatura.

 

Más difícil que en 2019

En cambio, los resultados del 23-J sí permiten, al menos teóricamente, la opción de intentar reeditar el gobierno de coalición, aunque las dificultades se prevén mayores que en 2019, puesto que exigen involucrar a todo el independentismo, incluyendo a Bildu, que ha mostrado ya su predisposición, pero también a Junts, que se presentó a los comicios con la apuesta de bloquear al Estado. Esta formación exige como puntos de partida para negociar un referéndum de autodeterminación en Cataluña y la amnistía para todos los involucrados en el desafío del 1 de octubre de 2017, empezando por Puigdemont, dos demandas que sobrepasan de mucho las líneas rojas que el PSOE está dispuesto a debatir.

A pesar de las evidentes dificultades para entablar una negociación entre el PSOE y Junts, con la enorme presión añadida de los altavoces mediáticos de la derecha sobreexcitada, los socialistas están dispuestos a explorar el terreno y exprimir todas las posibilidades. Para ello cuentan con la presión de los resultados en Cataluña, que han supuesto un éxito espectacular del PSC sin por ello laminar a Sumar, que obtiene la segunda plaza en esta comunidad, y una hecatombe para los independentistas, que pierden en conjunto 700.000 votos. El más perjudicado es ERC, la opción más pragmática, que se deja 400.000 sufragios, pero las opciones maximalistas (Junts y la CUP) pierden en conjunto otros 300.000 votos. 

La situación en Euskadi es también muy compleja porque además se van a celebrar elecciones autonómicas en 2024, con una feroz competición entre el PNV y Bildu, que el 23-J logró el sorpasso a su rival nacionalista gracias al escaño de Navarra. Ambos partidos son necesarios para una eventual investidura de Sánchez y la competición descarnada entre ambos no lo facilita.

¿Repetición electoral?

Pero incluso las dificultades de encajar este puzzle parecen peccata minuta frente al reto que para el bloque de izquierdas supone conseguir al menos la abstención de Junts, cuyo líder moral, Carles Puigdemont, es un prófugo de la justicia española.

La movilización de la izquierda en toda España ha cerrado el paso a la extrema derecha y, con ello, ha impedido que Feijóo se instale en la Moncloa. Al menos de momento: los obstáculos para una nueva investidura de Pedro Sánchez son tan evidentes que es perfectamente posible que una repetición electoral vuelva a ponerla a prueba muy pronto.