Silvia Leal: “Los trabajos no cambiarán, pero sí la manera de hacerlos"

La socióloga y experta en transformación digital opina sobre el impacto de los avances tecnológicos en el empleo, la educación y la vida

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Noviembre 2023 / 118
Silvia Leal

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Andrea Comas

Esta socióloga y experta en nuevas tecnologías vive estudiando el futuro que vendrá. Y el presente. Y entre muchos de sus trabajos, da conferencias para empresas y colectivos, explicando la importancia de adaptarse a los cambios. En esta entrevista habla de educación, de empresas, de profesiones y de periodismo. Y remarca también la necesidad de trabajar los aspectos humanos, que las máquinas no podrán suplir.

Le he escuchado en sus charlas decir que se van a terminar en el corto plazo el 80% de los empleos. ¿No será mucho? ¿Qué haremos para prepararnos?
Son los datos que da la OCDE y el Word Economic Forum. Dicen que el 80% de los empleos que hoy conocemos van a desaparecer. Pero hay que leer muy bien los matices. Cuando hablan de empleos se refieren a la tipología de empleo. Se  está transformando la manera de trabajar. A una persona que antes hacía marketing, la llamábamos de una manera y ahora la llamamos “responsable de redes sociales” o “responsable de TikTok”, o de lo que se corresponda. Lo que cambiará, en realidad, no son los trabajos, sino la manera de hacerlos. ¿Cuántos empleos concebimos hoy como se hacían hace tan solo unos años? Por ejemplo, si tu dermatólogo no utiliza inteligencia artificial para saber qué enfermedad tienes en concreto, es un problema. Porque lo hace mejor la IA que el mismo dermatólogo. Luego, el dermatólogo hace mejor otras cosas, pero lo que es el diagnóstico, lo hace mejor la inteligencia artificial. Y esto sucede con muchísimas cosas. Lo que cambia es la manera de trabajar, y con ello cambia el nombre que damos a la tipología de empleo. Pero seguirá habiendo profesores, médicos y responsables de marketing, directores de comerciales, etcétera.
 

Pero todos tendrán que tener unas competencias digitales.
Sí y no. Lo que pasa con la llegada de todas estas tecnologías es que se exigen nuevas competencias tecnológicas, pero también se exige que no trabajes como un robot. Si los robots hacen scripts, por ejemplo, y saben exactamente lo que hay que responder a cada pregunta porque está todo perfectamente pautado, entonces lo que no tiene sentido es que tú hagas las cosas exactamente igual. Cambia la manera de trabajar en cuanto a que entran competencias tecnológicas. Y luego, por otro lado, se exigen nuevas competencias humanas. Que saques más la creatividad, la empatía, el espíritu crítico, que es algo que las máquinas no tienen.

Falta gente en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), pero ¿qué va a pasar con quien no tenga capacidad?
No todo el mundo tiene capacidad para estudiar, pero es muy aventurado decir que no hay capacidad para hacer carreras, sobre todo porque en estos momentos lo que hace falta no solo son las carreras STEM, sino las carreras normales con competencias tecnológicas. Luego ya verás si quieres una carrera que es 100% STEM.

En sus charlas usted dice que falta personal para cubrir los puestos STEM. Y que de las personas que estudian estas carreras, solo el 9% son mujeres. 
Es algo que sucede desde 2003. Parece que no se está consiguiendo generar interés por la tecnología entre los jóvenes, a pesar de que son las carreras que más interés generan entre las empresas. Hoy escuchaba precisamente una noticia en la radio que hacía referencia a Madrid. Hablamos de carreras, pero también están las formaciones profesionales (FP). Este año se han quedado sin cubrir 7.000 vacantes en FP, muchas de ellas tecnológicas. Entre otros, la FP de microsistemas informáticos, con una empleabilidad del cien por cien. Todavía hay demasiado prejuicio en cuanto a cómo son las profesiones STEM. Y también en cuanto a que lo que vas a estudiar es demasiado difícil. La gente dice: “Pues no me merece la pena”. Pero ¿cuántas personas hay que renuncien a estudiar medicina, si tienen vocación, porque no les merece la pena el esfuerzo?

Muchos adolescentes, y especialmente muchas adolescentes, en secundaria odian la tecnología, las matemáticas… ¿Qué se puede hacer para incentivar estos estudios?
No son solo las mujeres. El 70% de los universitarios españoles tiene lo que se llama "ansiedad matemática”, un tremendo terror a este tipo de asignaturas. Decimos matemáticas como podemos decir tecnología, física... Está relacionado con el cómo se ha enseñado. Y también, insisto, con un tema de prejuicios. En el caso de las mujeres, desde pequeñitas se les dice “no se te da bien” o “no es para chicas”. Pero luego hay muchas a las que sí que les gustan esas materias. Hay algo social y familiar que condiciona. Y si nos vamos a las matemáticas, es que no se enseñan bien. No echo la culpa a los profesores, sino a un sistema educativo que no es capaz de plantear el contenido académico usando herramientas que incentiven.

Una profesora me comentó que está harta de que los estudiantes solo le pidan jugar y divertirse. Dice: “No todo es divertirse. No puedo estar todo el rato jugando con los estudiantes”. 
Lo que se pide no es jugar, sino un enganche emocional. Tú la asignatura la puedes enseñar de una manera divertida, al menos por momentos. Pero es que no se hace así.  En algunas clases se pasan el día copiando, y eso no puede ser. No digo que tengan que estar todo el día jugando. La vida no es así. Pero tampoco tiene por qué ser un aburrimiento máximo. La clave es un mix. Ni lo tradicional ni pasarte de moderno. Pero no puedes eludir que los chavales son distintos y que si tu objetivo es enseñarles, tendrás que innovar.

Algunas escuelas han decidido que no se usen los teléfonos móviles y otras tecnologías para volver al lápiz y  al papel. ¿Es el camino correcto?
No hay que pasarse de tradicional ni de moderno. Mi hija hace algunas veces los deberes con chatGPT y yo no se lo prohíbo porque yo sé, porque la vigilo, que  lo está haciendo para entender mejor algunas cosas. ¿Debo quitarle el chatGPT porque en un momento dado le hace un ejercicio? Tengo que educarla. Ni quitar las cosas ni obligar a usarlas. No me gustan nada los colegios que no usan libros en papel. Tampoco le veo el sentido a quitar algo que ha funcionado toda la vida.

Usted habla mucho del metaverso, ese mundo de realidad artificial. ¿Va a suponer un cambio real en la educación?
Va a crear un cambio brutal porque el poder que tiene para enganchar, con cualquier asignatura, es brutal. En un tiempo nadie va a aprender las cosas de memoria.

He visto cómo una gran empresa creaba contenidos educativos para los que había que ponerse unas gafas de realidad virtual. Divertido, pero lejos de no tener que estudiar de memoria. Parece estar todo esto muy en pañales.
Esto va por fases, poco a poco. La inteligencia artificial aplicada, por ejemplo, en las matemáticas, lleva ya en España más de cinco años, con herramientas como Smartick, que utilizan algunos colegios y que utilizamos algunos padres. Van entrando pequeñas cosas de impacto.

¿El profesorado está preparado para estos cambios?
Cada vez más. Hace falta es que sean conscientes de que hay que utilizar estas herramientas de inteligencia artificial por el bien de los niños. No es tan complicado como parece. 
 

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Silvia Leal

¿Qué futuro hay para quienes, a pesar de todo, no quieren las nuevas tecnologías?
Vivirán en un mundo paralelo. Si tú ves que tus clientes, proveedores, alumnos, amigos están con las nuevas tecnologías y tú no quieres, pues vivirás en ese pequeño nicho no digital. Pero te vas a resignar a ser parte de un pequeño nicho y a perderte muchas cosas también. Porque si todo esto explosiona y a la gente le gusta tanto es porque su poder es brutal. El enganche emocional de una experiencia de este tipo es increíble. Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, reduces el tiempo de aprendizaje a un tercio. 

¿Qué pueden hacer las pymes para actualizarse? Pueden aprender en cursos gratuitos de Coursera y otros, pero ¿pueden permitirse la tecnología y el tiempo para aprender?
Si una empresa se mete en estos temas es porque es rentable, porque trae nuevos clientes, nuevos modelos de negocio, mayor productividad. Para que un proyecto de tecnología tenga éxito, la base es el business. Si no hay un business case no lo hagas. Y luego, es como todo en la vida: si hay algo que te interesa, encontrarás tiempo. Y si no te interesa, será la excusa perfecta para no estudiar o no poner la tecnología en marcha. Debe haber un business case también personal, porque te ayuda a estudiar mejor, porque hay más disfrute, o por el motivo que sea.

Hay que actualizarse, saber de inteligencia artificial, de metaverso… pero luego hay tanto curso, tanta oferta, que es difícil separar el trigo de la paja.
Cada día va a haber más oferta. La clave es que hay que estar superalerta y formándose directamente con gente que te diga exactamente cuáles son las herramientas que te vienen bien a ti. Y vuelvo otra vez al business case. Si vas a apostar por la tecnología, lo que te interesa depende de tu business case. ¿Qué vas a resolver? ¿Qué vas a mejorar?

¿Cómo afectan estas nuevas tecnologías al comercio local, de cercanía?
En las plataformas, por ejemplo en Amazon pero ya en cualquiera, el comercio de cercanía vende. De hecho, cada vez se valora más. Si el comercio de cercanía quiere seguir vendiendo y ampliando el número de clientes, una opción muy interesante son los marketplaces. Que no piensen que siempre es el proveedor extranjero el que está vendiendo. Eso cada vez es una realidad menos habitual. 

Parece muy difícil competir con alguien que vende a gran escala, como las grandes superficies. Es un problema que viene de lejos. ¿De qué manera esas pequeñas tiendas pueden usar las nuevas tecnologías para revertirlo?
La clave está en ver cómo se van a posicionar, utilizar estas herramientas para reposicionarse. Y preguntarse: ¿Qué puedo ofrecer yo en este trato más personal utilizando las nuevas tecnologías?
 

¿De qué manera veremos el metaverso en nuestras vidas? Ahora mismo son tecnologías muy caras. ¿Puede generar más desigualdad? 
Esas tecnologías cada vez son más baratas, y muchas empiezan a ser incluso gratuitas, con versiones de pago, si estás interesado en aprovecharlo. Es más difícil el encontrar recursos para poner esas tecnologías en marcha que adquirir la propia tecnología.

¿Y cómo se preparan las empresas pequeñas en temas de ciberseguridad, algo en lo que invierten mucho las grandes empresas? 
Todo objeto conectado a Internet corre el riesgo de ser hackeado. Y los riesgos de la ciberseguridad son enormes para los grandes, los pequeños y las personas. De hecho, el componente tecnológico que más se ataca, que más abre las puertas a los hackers, es el smartphone. ¿Cómo podemos protegernos? Hay que tomárselo en serio. Las grandes protecciones son las pequeñas cosas: tener un antivirus, tener cuidado con las contraseñas... Esas son las principales vulnerabilidades, los errores humanos y la falta de atención a las políticas y las herramientas de ciberseguridad.

¿Y qué pasará con el periodismo? 
Se oye mucho decir que no vamos a necesitar periodistas, pero a mí me sorprende bastante, en un momento en el que estamos rodeados de mentiras, de noticias falsas y en el que la gente cada vez valora más los medios de comunicación porque saben que lo que se van a encontrar ahí al menos tiene alguien que lo firma. Luego entran todas estas herramientas generativas. Pero si nos ponemos a analizar el contenido, lo que escriben a menudo o es incorrecto o la manera de escribir es un poco pueril. Son herramientas que vienen, pero no con la capacidad de un periodista de meter toda esa parte emocional, de saber cómo hay que escribir una noticia. 

La IA puede hace hablar hasta a los muertos. ¿Cómo podemos confiar en lo que vemos si no sabemos si una imagen o un video es real?
La inteligencia artificial se caracteriza por aprender, y por ello cada vez genera mejores textos, imágenes y vídeos. Y sí, en muchas ocasiones es muy complicado distinguir lo que es real de lo que no. En unos años quizás llegue a ser imposible. Por ello es tan importante el espíritu crítico y no creernos todo lo que nos digan ni lo que veamos. Hay personas que creen que saben reconocer las noticias falsas y no es verdad; sobre todo la población de más edad, por encima de los 55 años.

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Silvia Leal

¿Quién es?

Silvia Leal es doctora en Sociología y experta en transformación digital. Trabaja ayudando a las empresas en su transformación cultural y tecnológica. Es consejera independiente de Capital Radio y senior advisor en Evercom. Colabora como inversora y asesora en dos startups con potencial de unicornio: ARfuture (metaverso y realidad virtual y aumentada) y Aygloo (inteligencia artificial). Ha sido directora de Programas de Innovación y Tecnología de IE Business School y asesora de la Comisión Europea.