Accesibilidad cognitiva en la economía social

Las empresas del sector deben liderar el cambio porque saben priorizar la satisfacción de las necesidades de las personas por encima del lucro

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Septiembre 2023 / 116
Proyecto Fàcilment

Los derechos de las personas han de ser derechos de todas las personas, realmente de todas. De lo contrario, llamémoslo privilegios", dice Gino Estrada, cofundador de la italiana Emergency (1994), ONG socia oficial de la ONU. Muchas (especialmente muchos) vivimos en situación de privilegio. 

Sin embargo, ni siquiera desde ese privilegio, desde el pedestal de la normalidad estipulada, podemos ser ajenos a la realidad de los miles de personas que viven en el gran grupo de la anormalidad en el que desde hace siglos se alimenta el sufrimiento de las personas diferentes al patrón, que seguro rebosan otras muchas capacidades carentes de reconocimiento social. Por empatía y por responsabilidad, sin duda, pero también por egoísmo. Porque las capacidades son efímeras, los patrones se los lleva el viento y la pesada línea de la normalidad tarde o temprano nos aplastará y nos acabará dejando al otro lado. Poco cabe pensar para imaginar en cuántas situaciones podemos acabar teniendo problemas en el uso de la memoria, el lenguaje, la percepción, la resolución de problemas o la planificación.

Barreras cognitivas

No son menores las barreras cognitivas existentes en el desarrollo de cualquier actividad económica. Aunque por lógica necesidad hemos iniciado el camino en espacios como los centros especiales de empleo o empresas de inserción, aunque no guste decirlo tampoco, en la mayor parte de la economía social y solidaria tenemos bien resuelta la accesibilidad a este nivel. Pero en empatía y responsabilidad social real, soy de los que cree que seguimos ganando por goleada. Nos toca, otra vez, liderar un cambio. 

Textos, carteles y herramientas varias que debieran servir para hacer nuestro entorno más fácil de entender. La información y la formación, la percepción de lo que nos rodea, claves del crecimiento personal en el mundo laboral. La tan mencionada digitalización y la tecnología en el paradigma pospandémico que llevan de la mano el abismo de la brecha digital. No solo se convierten en elementos inútiles para muchas personas. Acaban suponiendo una barrera que agudiza la diferencia entre quienes queremos acceder a un trabajo digno o desarrollar nuestra carrera profesional. Y es que la comprensión es directamente proporcional a nuestras oportunidades. 

No puedo dejar de recordar, por defecto profesional y con orgullo de pertenencia, el momento en el que decidimos intentar acreditar un sistema de evaluación de riesgos psicosociales para personas con dificultad de comprensión lectora. Los instrumentos normalizados son complejos y totalmente ininteligibles para un gran número de trabajadoras. Podemos empeñarnos en tipificarlas según sus capacidades o sus discapacidades, o admitir que a la diversidad le hemos negado sistemáticamente el derecho a prevenir y cuidar su bienestar emocional por no tener la capacidad de recibir, procesar y elaborar la información contenida en un denso cuestionario. 

Para integrar a quien queda al margen solo hace falta invertir tiempo, recursos e imaginación en formato de lectura fácil, adecuar la tecnología y testearlo con las personas idóneas (en este caso 800) para asegurar derechos. 

Que este tipo de iniciativas se arranquen desde entidades de la economía social y solidaria, no es casualidad. Nos define priorizar la satisfacción de las necesidades de las personas por encima del lucro.  

La accesibilidad cognitiva es una lógica aplastante en la economía que defendemos. Es integración y oportunidad. Como cooperativista, defiendo acérrimamente que somos mucho más que un objetivo meramente social y nos considero una alternativa económica real capaz de dar respuesta a un sinfín de necesidades. Una economía que sabe tener la mirada de la competividad y la eficiencia en paralelo a la del bienestar de propias y ajenas es perfecta para sumar sensibilidades, una economía que lidera con naturalidad la accesibilidad cognitiva, con voluntad como resultado de la empatía y la responsabilidad social que llevamos implícitas.