El futuro de Europa, entre Letta y Draghi

La UE centra sus esfuerzos en recuperar la competitividad frente EE UU y China para superar el desconcierto político por el avance de la extrema derecha

Comparte
Pertenece a la revista
Julio 2024 / 126
Image
Letta y Draghi

Fotografía
Parlamento Europeo

Audioplayer Icon
Escucha el artículo

El resultado de las elecciones europeas del pasado 9 de junio probablemente se ha leído mal. Lo más relevante no es la composición del Parlamento Europeo resultante, en el que la extrema derecha ha mejorado sus posiciones, aunque no con la intensidad que se temía. Más inquietante es la nueva composición del Consejo Europeo (la representación de los Estados), que sufrirá la influencia de la extrema derecha, ganadora en cuatro países (Francia, Italia, Bélgica y Hungría, a los que probablemente se sumará Austria) donde las formaciones populistas fueron las más votadas. En otros cuatro (Alemania, Países Bajos, República Checa y Polonia), los ultras quedaron en segundo lugar. El verdadero terremoto se registró en Francia, donde el avance de la líder ultraderechista Marine Le Pen (Reagrupamiento Nacional), descolocó al presidente Emmanuel Macron, que convocó de forma temeraria elecciones anticipadas (30 de junio y 7 de julio) con un elevado riesgo de que la extrema derecha logre dominar la Asamblea Nacional y formar gobierno.

Nuevo Frente Popular

La sacudida política fue de tal calado que pocos días después, el 13 de junio, las fuerzas de izquierda aparcaron sus históricas diferencias y rencillas y constituyeron el Nuevo Frente Popular. La Francia Insumisa, el Partido Socialista, el Partido Comunista y los Ecologistas se presentarán juntos en bloque con una lista común de candidatos a los comicios del próximo día 30.

Las consecuencias para la Unión Europea de un gobierno de extrema derecha en París son difícilmente calculables. La Unión Europea ha funcionado durante sus 67 años de existencia con dos motores: Francia y Alemania. El atasco del motor francés se encuentra, además, agravado por las dificultades financieras del país, con una déficit público del 5,5% del PIB y una deuda pública del 110%, lo que ha provocado que la agencia de calificación S & P bajase por primera vez la calificación de la deuda soberana francesa.

Populares, socialdemócratas y liberales siguen, sin embargo, controlando las instituciones europeas. El 25 de junio alcanzaron un acuerdo para nombrar a los tres altos cargos de la UE: la alemana Ursula Von der Leyen, del Partido Popular Europeo, seguirá otros cinco años al frente de la Comisión Europea; el ex primer ministro portugués António Costa, socialista, ocupará la presidencia del Consejo Europeo, y la primera ministra estonia, Kaja Kallas, de la familia liberal, será la nueva alta representante para la Política Exterior y Seguridad, en sustitución de Josep Borrell. El acuerdo fue alcanzado en una reunión en la que participaron el canciller alemán, Olaf Scholz; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis; el primer ministro polaco, Donald Tusk; el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro neerlandés en funciones, Mark Rutte. Los negociadores rechazaron expresamente la participación de la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Georgia Meloni, y de los demás dirigentes de las familias de ultraderecha o populista.

Pérdida de peso económico

Con este telón de fondo de extrema precariedad, los europeístas han fiado sus esperanzas en los trabajos de dos destacados políticos italianos: los ex primeros ministros Enrico Letta y Mario Draghi, este último también expresidente del Banco Central Europeo (BCE). El propósito de ambos es diseñar una estrategia para que Europa recupere la pérdida de peso económico y político ante el auge mostrado en los últimos años por EE UU y China. En definitiva, se trata de que la Unión recupere la competitividad perdida a causa de su menor desarrollo en el campo de la investigación y las nuevas tecnologías.

El informe Mucho más que un mercado de Letta es un sólido documento de 146 páginas plagado de datos y cifras que ponen al descubierto cómo Europa se ha ido quedando atrás respecto a las dos potencias hegemónicas en la economía mundial, especialmente en el sector tecnológico. El ex primer ministro italiano considera que la Unión Europea debe abordar la financiación para superar los desafíos de los tres objetivos que se ha planteado: la justa transición digital y verde, la ampliación de la UE para fomentar una Europa más grande y resiliente y el fortalecimiento de sus capacidades de defensa para asegurar la paz y la estabilidad dentro de las fronteras europeas y a nivel internacional.

El informe de Letta propone, al mismo tiempo, una quinta libertad para un nuevo mercado único. El mercado único se ha definido tradicionalmente por la existencia de cuatro libertades: la libre circulación de trabajadores, de mercancías, de servicios, y de capitales. El autor considera que estas libertades no reflejan plenamente las complejidades de un mercado transformado por la digitalización, la innovación y las presiones del cambio climático. Por esta razón, propone una quinta libertad que debe abarcar nuevos ámbitos como la investigación, la innovación, los datos, las competencias, los conocimientos y la educación. Estos nuevos ámbitos deben ser los impulsores del nuevo mercado único.

La propuesta de Letta es aprovechar el potencial del mercado único para movilizar con más eficacia los recursos públicos y privados. Pero es precisamente en el sector privado en el que considera que deben concentrarse los esfuerzos. En este sentido, recuerda: “La Unión Europea atesora 33 billones de euros de ahorro privado, predominantemente en efectivo y depósitos”. En su opinión esta situación revela “una enorme ineficacia en el uso de los bienes económicos de la UE”. Considera que si estos recursos “fueran redirigidos de una manera eficaz dentro de sus economías, podrían contribuir sustancialmente al logro de sus objetivos estratégicos”. En este sentido, propone la creación de una Unión de Ahorros e Inversiones que surja de la Unión del Mercado de Capitales. En definitiva, Letta apremia a la Unión a que elabore una legislación al estilo de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA por sus sigla en inglés) de EE UU para impulsar una “estrategia industrial competitiva”.

El trabajo de Mario de Draghi todavía no se había hecho público en el momento de cerrar esta edición. El autor, no obstante, ha ido dando pistas sobre su contenido en diversas intervenciones. Primero en la localidad belga de La Hulpe y, posteriormente, en el monasterio de Yuste (Cáceres) con ocasión de recibir el premio Carlos V. En su participación en la Conferencia sobre Derechos Sociales en la UE en Bélgica, Draghi constató que la Unión carece de estrategia para mantener el liderazgo en las nuevas tecnologías en una carrera que cada vez es más feroz. Advirtió: “Otra regiones ya no siguen las reglas del juego y diseñan continuamente nuevas tecnologías para para mejorar su posición competitiva”. Ante este nuevo panorama, propuso “un cambio radical” en la estructura de la Unión Europea.

En Yuste, Draghi centró su estrategia en concentrar las energías para aumentar la productividad. Ello exigirá inversiones masivas para mejorar las redes de transporte de energía, renovar las tecnologías (5G y 6G), aumentar la producción de patentes y elevar la formación de los trabajadores.

Draghi aseguró que quiere mantener el modelo social europeo. “A medida que nuestra sociedad envejece, las demandas sobre nuestro modelo social aumentan”, dijo. “Para los europeos, mantener altos niveles de protección social y redistribución no es negociable”. Puso como ejemplo el modelo de Suecia, que tiene un sector tecnológico que más que duplica la productividad media europea. “Es un ejemplo”, indicó, “que demuestra que mantener un fuerte modelo social y el progreso tecnológico son compatibles”.

Draghi coincide con Letta en la necesidad de movilizar el ahorro privado a una escala sin precedentes mucho más allá de lo que el sector bancario puede ofrecer. “La principal manera de reunir los fondos necesarios”, señaló, “será profundizar nuestros mercados de capital riesgo, acciones y bonos”.

Abusos bancarios

El recurso masivo al ahorro privado ha despertado una lógica preocupación a la Fundación Finsalud, entidad dedicada a investigar los daños causados a la salud por determinadas prácticas y abusos bancarios. Su presidente, Fernando Zunzunegui, profesor de Derecho del Mercado Financiero en la Universidad Carlos III de Madrid, ha dirigido un escrito a la Comisión Europea en el que solicita el contenido íntegro del informe de Draghi para participar en el análisis y la discusión de su contenido. Finsalud, manifestó Zunzunegui, “quiere presentar alegaciones al plan Draghi, diseñado para el próximo mandato de la Comisión Europea, que afecta al bienestar financiero, pero para hacerlo necesitamos conocer el contenido completo del informe”.