Cómo evitar que Le Pen salga reforzada

La izquierda francesa debe hablar de su trabajo a los asalariados para evitar que la extrema derecha capitalice el descontento

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Mayo 2023 / 113
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Reforma pensiones

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Andrea Bosch

La reforma de las pensiones debía impulsar, en teoría, el segundo mandato de Emmanuel Macron, pero el riesgo es ahora más bien que impulse una dinámica favorable a favor del voto para Reagrupamiento Nacional (RN), el partido ultraderechista de Marine Le Pen.
[Las encuestas señalan a la líder ultraderechista como la principal beneficiada del conflicto social: es la única que mejora de forma notable su estimación de voto y hoy ganaría cómodamente a Macron en segunda vuelta si las elecciones volvieran a enfrentar a los candidatos de 2022.
 

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Elecciones Francia

Esta reforma contiene buena parte de los ingredientes que favorecen el voto a los partidos populistas de derecha radical en Europa: una forma de hacer que puede ser percibida como llena de mentiras y de desprecio por parte de los dirigentes; medidas que perjudican más a las clases medias amenazadas y que están dirigidas, además, hacia lo que se ha convertido en el centro de sus preocupaciones: su trabajo, cuyas condiciones y relaciones se degradan cada vez más.

Las aproximaciones públicas de los ministros y las omisiones en la comunicación referente a cómo la reforma afecta a las pensiones bajas han contribuido, sin duda, a instalar la impresión de que “nos mienten”, un sentimiento que alimenta el discurso antiélites propio de los partidos populistas. La ciencia política muestra que las formaciones populistas se benefician del sentimiento según el cual los dirigentes “no se preocupan de nuestros problemas”, puesto que las personas afectadas no son escuchadas ni consideradas.

El hecho de que el Gobierno imponga su reforma a pesar de que las encuestas son muy desfavorables y de las movilizaciones masivas, utilizando el artículo 49.3 [que permite la aprobación excepcional de una norma sin contar con la aprobación del Parlamento], solo puede alimentar la desconfianza política de la que se nutre el partido de Le Pen.

Las clases medias, objetivo de la reforma

Las propias medidas pueden aportar por sí mismas nuevos electores al Reagrupamiento Nacional. El aumento de la edad mínima de jubilación acrecienta las desigualdades al tener más impacto en las mujeres, en los trabajadores precarios y en determinadas carreras largas. Los economistas Antoine Bozio y Patrick Aubert han recordado: “Las personas con las pensiones más bajas, que suelen tener una esperanza de vida inferior, se jubilan, en general, más tarde que las que cuentan con pensiones elevadas”. La reforma todavía agrava esta tendencia, puesto que “las personas con las mejores pensiones verán retrasar menos la edad de jubilación que las de categorías intermedias”.
 

Los más afectados por los cambios son los obreros y los empleados, las clases medias que se sienten amenazadas por las mutaciones económicas (globalización, automatización, etc.). Son ellas las que van camino de convertirse en el corazón electoral de los partidos populistas de derechas. En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, Marine Le Pen consiguió el 57% del voto de los empleados y el 67% de los obreros. Sin embargo, el 33% de estas categorías se abstuvieron: por tanto, tiene todavía margen para seguir creciendo ahí. 

El núcleo de la reforma del Gobierno se dirige, precisamente, donde más daño puede hacer a las clases medias amenazadas: pedirles que trabajen más tiempo cuando muchos ya no pueden aguantar más unas condiciones de trabajo degradadas, con una gestión vertical, deshumanizadora y excluyente. Muchas empresas francesas basan su estrategia de competitividad en la reducción de los costes de trabajo, excluyendo a los trabajadores que consideran demasiado caros (por la vía de las externalizaciones o la marcha de los veteranos) y con la intensificación de las tareas de los que continúan.

El llamado lean management, basado en la idea de hacer desaparecer todo lo considerado superfluo y de operar al límite, es dominante en Francia. Funciona a partir de una gestión vertical que impone objetivos cada vez más elevados a los asalariados. Algunos creen todavía que el estrés es bueno para la productividad. En realidad, lo es sobre todo para alimentar todavía más al RN. 

Un trabajo reciente muestra que, a menudo, es en el trabajo, si el asalariado es considerado un simple ejecutante, sin voz ni voto y sin reconocimiento de sus contribuciones, cuando nace el sentimiento de ser tratado injustamente y de no ser reconocido. Los investigadores de Cevipof han subrayado que la degradación de las condiciones de trabajo contribuyen a propulsar la protesta contra el proyecto de reforma de las pensiones del Gobierno. El empeoramiento de las condiciones de trabajo y las malas relaciones laborales, sobre todo con la jerarquía, alimentan el resentimiento social que nutre el voto populista de la derecha radical.

Boca cerrada

Como todos los partidos populistas de derecha radical en Europa, el Reagrupamiento Nacional [antes, Frente Nacional] de Le Pen  gira alrededor de una coalición de propietarios de pequeñas empresas, comerciantes, miembros de la clase media-baja activos en el mercado de trabajo (que sienten ausencia de reconocimiento y están preocupados por sus derechos en la jubilación) y excluidos del mercado de trabajo o en situación precaria.
 

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Marine Le Pen

Estos partidos deben hacer malabares para intentar representar los intereses de estos grupos, tan diferentes entre sí. Por ello, no pueden abanderar explícitamente las protestas por las malas condiciones de trabajo y de gestión, que deterioran las relaciones laborales, puesto que, en tal caso, perderían el apoyo de su grupo número uno.

Entre los componentes históricos de estas formaciones destacan los comerciantes y los propietarios de pequeñas empresas. Ciertamente, el RN ha moderado un poco su neoliberalismo, pero, salvo que quiera enemistarse con parte de sus bases, no puede meterse demasiado en las malas condiciones de los asalariados ni en el trato que reciben, con lo que trata de evitar abordar estas cuestiones y opta por estrategias más sinuosas. 
 

Para evitar que el resentimiento originado en las malas condiciones de trabajo se dirija contra los dueños de las pequeñas empresas y los comerciantes, los discursos del RN construyen una oposición entre “aquellos que trabajan duramente” (mostrando así su reconocimiento a los obreros y empleados) y aquellos que abusan de las prestaciones sociales, los parados y los inmigrantes, que son señalados como “perezosos” que no se esfuerzan ni merecen las ayudas que reciben y, sin embargo, según proclaman, se escamotean a los que sí trabajan, que son dejados de lado por el sistema.

La derecha y determinados ministros del Gobierno de Elisabeth Borne intentan seguir también esta línea, declarándose defensores de los que trabajan frente a los que optan por no hacerlo. Sin embargo, nada van a conseguir haciendo seguidismo de una estrategia en la que la ultraderecha les lleva mucha ventaja.

La izquierda y la insatisfacción profesional

Si la izquierda quiere evitar que el Reagrupamiento Nacional capitalice políticamente la situación actual, debe abordar directamente lo que la extrema derecha no se atreve a afrontar: la degradación de las condiciones de trabajo, la gestión vertical, las estrategias de intensificación del trabajo promovidas por las empresas y sus accionistas. La insatisfacción profesional debe ser esgrimida por la izquierda y convertirse en un factor central de movilización, como ha puesto de manifiesto el movimiento contra la reforma de las pensiones.

Para ello, sería necesario no solo cuestionar las formas dominantes de organización del trabajo en Francia, sino también promover empleos de calidad y una mayor participación de los trabajadores en las decisiones estratégicas y cotidianas de las empresas. Se trataría de promover una participación de todos en una economía de la calidad sostenida por políticas de inversión social.