La sanidad privada también llora

Contratar un seguro médico privado no garantiza el acceso rápido a un especialista ni a un tratamiento complejo y caro en caso de enfermedad grave

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Junio 2023 / 114
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Hospital

Si pensaba que pagando un seguro médico privado se salvaba de las listas de espera, la realidad es que no hay tanta salvación. Aunque a veces los tiempos son menores, pueden, por ejemplo, pasar tres meses hasta que consiga recibir un servicio de dermatología o ginecología. Si se trata de un servicio caro, puede que no esté disponible cuando más lo necesite. O que no pueda acceder rápidamente a la mejor de las tecnologías. Y podría ser que cuando se haga mayor y necesite más pruebas o más tratamientos, el seguro le diga que ya no le da el servicio, aunque lleve 20 años pagando. En cualquier caso, resultaría útil pedir a un bufete de abogacía que explique exactamente qué significa la letra pequeña, pues las condiciones no son fáciles de entender.

El anterior no es el análisis de una asociación en defensa de la sanidad pública. Está en el informe Un sistema sanitario en transformación. Los retos del aseguramiento privado en España marzo 2023, realizado por la Cátedra Extraordinaria Salud Sostenible y Responsable de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en colaboración con la patronal Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE).

Sin transparencia 

Según la última encuesta de satisfacción de los usuarios con los seguros de salud publicada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a finales de 2022, en la sanidad privada hay quejas por la falta de cobertura de determinados tratamientos; el incremento de la prima a la hora de renovar la póliza; la no autorización de una prueba o tratamiento que sí está cubierto por la póliza; el pago de un importe imprevisto o directamente la cancelación de la póliza por edad o estado de salud.

“El desconocimiento que una gran parte de los asegurados tiene de su seguro sanitario, como consecuencia del lenguaje técnico y complejo utilizado, así como de la falta de transparencia y claridad en las pólizas que las compañías comercializan, da lugar con cierta frecuencia a que el asegurado desconozca las limitaciones de su póliza en el momento en que va a hacer uso de ella y no en el momento de su contratación”, explica el informe de la UCM con ESPE. Esto “genera reclamaciones de los asegurados a los prestadores, provoca que empeore la imagen que el asegurado tiene de la prestación recibida y hace que el asegurado pierda confianza en su compañía. Otro aspecto a tener en cuenta es el incremento continuo del precio de la prima, el cual suele venir motivado por que el asegurado hace un elevado uso de su seguro, bien por su estado de salud o por su edad avanzada. En casos concretos, se puede llegar a producir también la expulsión del asegurado por los dos motivos mencionados”.

La patronal, que cuenta con 1.300 entidades, reconoce que, sobre todo, si se trata de un proceso asistencial con un elevado coste, "sin perjuicio de que el asegurado reciba finalmente el tratamiento más adecuado, puede haber demoras en el proceso de autorización o cierto intervencionismo por parte de algunas compañías en la gestión de la prestación del servicio que llevan a cabo los operadores”.

Sin rapidez en la tecnología 

Los prestadores de servicios de asistencia sanitaria están realizando una apuesta clara por incorporar los tratamientos y la tecnología más innovadora. "Sin embargo", agrega el informe de la UCM, "si el asegurado no se beneficia de esta innovación, no tiene razón de ser. Se debería regular que las compañías aseguradoras incorporen a sus pólizas, en unos plazos de tiempo más cortos, los avances que están llevando a cabo los prestadores".

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Enfermero UCI
Foto: F. Avia

Pero para dar esos servicios, se requiere más dinero. Las solicitudes de atención crecen a medida que la población envejece y las enfermedades se vuelven crónicas.  A eso se le suma el incremento de los costes derivados de la inflación.

Contra el criterio médico

La situación de las compañías privadas más pequeñas —que no pueden afrontar la demanda— ha generado un proceso de concentración de las empresas, hasta el punto de que hoy el 90% del mercado de los hospitales privados con ánimo de lucro esté en manos de las 10 primeras compañías aseguradoras. Esas grandes empresas imponen su criterio sobre las pruebas o los tratamientos que se deben prescribir y autorizar, muchas veces en contra de los criterios médicos.
"Por otro lado", explican, "las compañías aseguradoras están trasladando el riesgo de su negocio a los operadores (...). El pago a los prestadores se establece en función del número de asegurados a atender, independientemente de la actividad asistencial realizada. Este hecho distorsiona la prestación, perjudica a los operadores y limita la capacidad de elección del asegurado".

Pero los problemas de la sanidad privada no están solo en los servicios prestados, sino en que el personal médico no quiere trabajar para ellos, porque las condiciones que ofrecen son más bajas de lo que esperan.

Precariedad laboral

El mismo informe reconoce que hay problemas por la precariedad del personal sanitario: “Unos baremos muy bajos y que afectan especialmente a los médicos independientes, los cuales tienen limitada su capacidad de negociación frente a las aseguradoras. Esta situación está propiciando que los médicos se estén agrupando en asociaciones para su defensa, las cuales están empezando a cobrar fuerza en algunos territorios”.
Como ejemplo, a mediados de mayo personal médico de la sanidad privada de Málaga denunciaba la situación de precariedad ante los medios de comunicación, explicando que las compañías de seguros les pagaban entre 10 y 15 euros por consulta. Y, además, las compañías tardaban entre uno y cuatro meses en pagar. 

Mar Fernández, responsable Sanidad Privada de la FSS-CC OO, cree que el crecimiento del número de personas que optan por contratar pólizas de seguro privadas —exponencialmente acrecentado a raíz de la saturación de la seguridad social— hace que en el propio sector se absorba un incremento importante de pacientes y, por tanto, de pruebas diagnósticas, consultas, interconsultas, tratamientos, etc. Sin embargo, no se ha incrementado en la misma proporción el número de profesionales que trabajan en el sector, con el consecuente incremento de la carga asistencial que estos deben atender”. Fernández sabe que hay varios motivos por los que el personal de la sanidad privada no aumenta, pero "indiscutiblemente el más importante son las condiciones laborales que se ofertan en este sector, que resultan francamente insuficientes para poder mantener el tejido de profesionales. Por una parte, el incremento salarial en los últimos años no se ha actualizado con las subidas del IPC, se deben mejorar las condiciones contractuales del personal para poder mantener la calidad asistencial en la medicina privada". 

En la actualidad, el sector no cuenta con un convenio que regule unas condiciones mínimas. “Nos encontramos con 22 provincias que no cuentan con convenio sectorial de aplicación y que deben regirse por el propio Estatuto de los trabajadores. Para CC OO, es imprescindible la negociación de un convenio sectorial estatal que regule las relaciones laborales de los y las profesionales de la sanidad privada, que dote de homogeneidad al sector y que impida las discriminaciones territoriales existentes en la actualidad. 

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Enfermera

“Estos y estas profesionales trabajan a destajo”, prosigue Fernández, “ven tantos pacientes como pueden para obtener una remuneración digna y acorde con la exigencia y responsabilidad que se exige en este trabajo. Trabajan, además, tantas horas como pueden para poder recuperar esas pérdidas de poder adquisitivo”. 
La situación descrita la conoce bien María, nombre falso de una enfermera que está pensando en buscar trabajo fuera de España para ejercer su profesión. María, que trabajaba en un hospital de Andalucía, prefiere no decir su nombre para no ser amonestada en su trabajo actual, y cuenta que las consecuencias de la falta de inversión por parte de las compañías privadas hace que sea casi imposible dar un buen servicio.

Asistir sin conocimiento

“Cuando les faltaba alguien en la UCI tenías que ir y atender a los pacientes. No importa que no supieras nada. Para estar en una UCI hay que especializarse. Igual que para maternidad. Pero te llamaban y si querías mantener tu trabajo, tenías que ir y hacer lo que pudieras. En urgencias, durante el día éramos, supuestamente, cinco pero casi siempre había cuatro, para atender a 500 personas. En el turno de noche nos quedábamos dos enfermeras para hacer triaje, sala de curas (suturas, escayolas, curas, etc.), y para las salas de hospitalización, críticos y urgencias pediátricas. ¡Dos personas para todo! El estrés y la ansiedad son tremendos. Como que te venga un niño o un paciente grave, para el que necesitas mucho más tiempo, ya se queda una persona sola atendiendo al resto. Además, cargas con el malestar de la gente, que está pagando un seguro privado, entre otras cosas, para que se le atienda rápido. Y muchas veces terminan esperando más que en la pública. Por las noches no teníamos ni auxiliar, así que agregado a nuestro trabajo de enfermería teníamos que cambiar pañales, poner cuñas, hacer camas, etc”.

María ganaba por horas, a fin de mes, unos 700 euros por medio tiempo. La sanidad pública la contrata cada tres meses y luego la echan, pero está satisfecha de tener un contrato de tres meses y no como en la privada, donde la llegaban a contratar por un día. Antes de irse de Andalucía a otra comunidad autónoma para ver si podía cambiar su situación, pensó en cambiar la enfermería por ser camarera. “Allí trabajas y te vas, puede que ganes lo mismo pero si te equivocas no tienes la vida de nadie en tus manos”.

La patronal reconoce que los baremos que actualmente pagan las compañías aseguradoras a los prestadores están por debajo, por ejemplo, de los precios fijados por las diferentes comunidades autónomas por los servicios y actividades sanitarias cuando existen terceros obligados al pago. “Esta situación está provocando un ahogo progresivo de los prestadores del servicio, comprometiendo sus cuentas de resultados, especialmente las de aquellos prestadores más pequeños y con menor capacidad de negociación”.

Y la culpa es de…

Una nota de prensa reciente de la compañía aseguradora cooperativa Assistència Sanitaria, echa la culpa de lo que está pasando, en parte, a que “el crecimiento de los seguros médicos en España en los últimos 15 años ha ido acompañado de un cambio en el que la salud ya no siempre está en primer plano. Los seguros low cost, a menudo, suponen sacrificar la cobertura y la calidad asistencial, además de las retribuciones de los profesionales, de ahí el evidente malestar de organizaciones afectadas”.

En este contexto, el Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña denunció recientemente “el creciente deterioro de la sanidad privada debido a la actuación de algunas compañías de seguro libre” y reivindica ante la Administración un marco regulador y la ordenación del sector.

La patronal también opina en ese sentido: “La promoción y la comercialización de pólizas de salud con coberturas limitadas a precios excesivamente bajos ha permitido la democratización del sistema privado de salud al que está accediendo un mayor número de ciudadanos que hasta ahora no se habían planteado la contratación de un seguro”, pero que, a su vez, ha servido para deteriorar el sistema.

Personal sanitario

La sanidad privada emplea hoy a unos 373.400 profesionales, la mayor cifra de ocupados desde que hay registros en el ámbito de la sanidad y que supone un incremento del 36% respecto a la situación existente hace 10 años. Uno de cada tres médicos está insatisfecho. Los principales motivos de su descontento son la carga asistencial (65,2%), el grado de exigencia (32,9%) y el cansancio emocional (55,7%).