Soplan vientos contra la mezcla

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Durante mucho tiempo, la mezcla ha resultado ser fundamental para cualquier idea de progreso. Con la mezcla va el intercambio y con él, el conocimiento. Pero tenemos más evidencias, como lo es la necesidad de renovarnos genéticamente o la reconocida observación de que EEUU labró su empuje a lomos de un océano de inmigrantes de muy diversas procedencias.

Sin embargo soplan decididos vientos promoviendo, a todos los niveles, que esa mezcla sea, cuando menos, contenida. En su versión más radical defiende prácticamente "una parada en seco" de los flujos migratorios. Mostrando una decidida vocación por un aislacionismo económico que si no alcanza el nivel de autarquía es debido a su imposibilidad real, pero que no deja de ser una idea que se reconoce casi sin disimulo.

El mundo se ha "mezclado" mucho más que en cualquier otro momento histórico. Lo han hecho personas y bienes. Estos últimos, en ocasiones, lo hacen de manera literal, al dividir su manufactura entre varios territorios. ¿Ha alcanzado el nivel de esa mezcla un estado insoportable? ¿Es ahora necesario reducirla, frenarla e incluso deshacerla?

La negación radical de la mezcla responde a una idea de que solo el grupo pequeño al que se pertenece (el grande es la Humanidad) es el inicio y el fin de cualquier propósito. Un nosotros escrito con letras gigantescas donde los otros no existen o, peor aún, son simplemente un enemigo, presente o latente. El miedo y la inseguridad son tan patrimonio del ser humano como cualquier virtud que se quiera enumerar. Existen. Son. Negar la mezcla explota a fondo y con certera precisión esa realidad.

Una perspectiva humanista responde a esas preguntas con nuevas interrogantes: los seres humanos y los pueblos en los que han nacido ¿se conocen, se entienden, se respetan?, ¿saben que la Humanidad es su real casa común, que es mucho más que una mera agregación estadística? Sus condiciones sociales, sus derechos, su realidad económica, ¿son similares?, ¿se parecen al menos?

Las cuatro obvias negativas, no son por ello menos dolorosas. Quizás, entonces, sea necesario que seres y pueblos se sigan enlazando, al menos hasta que cualquier horizonte sea bueno y las estrellas iluminen a un planeta que, por mezclado, fue capaz de encontrar el equilibrio entre todos sus moradores.

Este texto se publica también en https://www.blogdemariamoreno.com/