Rudolf Diesel, el inventor que soñaba con un motor pequeño

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Noviembre 2020 / 85

Pionero: Pacifista y preocupado por los temas sociales, el ingeniero quería fabricar un motor para las pequeñas empresas y para los países colonizados.

El martes 6 de septiembre de 1870, pocos días después de que los prusianos derrotaran al ejército francés en Sedan, un cartel proclamaba en París que los alemanes debían abandonar la ciudad en 24 horas. Así lo hizo la familia Diesel, cogiendo un tren a Dieppe y luego un barco a Londres, adonde llegó el jueves 8 de septiembre. El joven Rudolf, que entonces tenía 12 años, conservó para siempre la aversión hacia “el nacionalismo mezquino” que empezó en la capital francesa, a la que su padre, encuadernador, había emigrado con su familia hacía muchos años. 

Rudolf fue enviado después a casa de un tío en Augsburgo, en el sur de Alemania. Alumno brillante, apasionado por la técnica y la mecánica, continuó sus estudios en Múnich, donde llamó la atención de uno de sus profesores, Carl von Linde, un especialista en refrigeración. Linde le dio trabajo en su empresa, primero en París y luego en Berlín, donde se instaló con su mujer y sus tres hijos en 1890.

Del frigorífico al coche

Pero la refrigeración no era lo que más le interesaba. Desde hacía varios años, los alemanes y los franceses estaban concibiendo nuevos motores que ya no eran máquinas de vapor, sino motores de combustión interna alimentados por gas o por derivados del petróleo. Diesel se puso a pensar en un motor que funcionara con carburantes más comunes y menos caros. En 1892-1893 patentó un nuevo motor de alto rendimiento: de combustión interna en el que la compresión del aire en el cilindro calienta e inflama un carburante menos volátil y más barato que la gasolina.

Los coches propulsados por su invento no empezaron a circular hasta dos décadas después de su muerte

¿Con qué finalidad? Según su primera biografía, publicada por su hijo Eugen en 1937, ante todo le animaban objetivos sociales. Hasta entonces, en la industria dominaba la máquina de vapor. Para ser rentable, el vapor debe accionar muchas máquinas, como pasa en la industria textil, lo que exige la construcción de grandes fábricas y la “afluencia de proletarios que se agolpan en las grandes ciudades”, escribe Eugen. De ahí la idea de su padre Rudolf: “Encontrar un nuevo motor térmico que salve a la pequeña industria dándole la posibilidad de competir con la grande”.

El que la innovación técnica pudiera desempeñar un papel fundamental en la estructura de la sociedad estaba entonces en el ambiente, sobre todo si permitía resolver el problema social que planteaba la concentración de un proletariado asalariado que podría verse tentado por las ideas socialistas. Además, Rudolf Diesel se consideraba un reformador social e imaginaba cooperativas de artesanos, como atestigua su obra de 1903 Solidarismus (véase recuadro). De hecho, ese motor revolucionario al alcance de los pequeños artesanos llegaría en el siglo XX, pero no será el motor diésel, sino el motor eléctrico.

Con aceite de cacahuete

Diesel creía que su motor podía también ser de gran interés para los pueblos colonizados… gracias  a un biocarburante. Como decía en un artículo de 1912: “En la Exposición [Universal de París] de 1900 la compañía Otto mostró un pequeño motor diésel que, a petición del Gobierno francés, funcionaba con aceite de cacahuete […]. El Gobierno francés pensaba en la posibilidad de utilizar la producción de energía del cacahuete que crece en muchas colonias africanas y que es fácil de cultivar, pues en ese caso las colonias podrían desarrollarse con su propia energía e industrias surgidas de sus propios recursos sin verse obligadas a comprar carbón o fuel líquido importado”.

Sin embargo, ese no fue el mercado del motor diésel. Las grandes empresas alemanas de la industria pesada, como MAN y Krupp, se interesaron desde comienzos de 1890 en sus investigaciones y las financiaron. Tuvieron olfato: a comienzos del siglo XX, el motor se utilizó para accionar maquinaria pesada. A partir de 1903, la gabarra Le petit Pierre  recorre unos kilómetros en el canal del Marne al Rin  gracias a un motor diésel fabricado bajo licencia y mejorado por ingenieros franceses en París y Bar-le-Duc. Poco después, se adaptarán potentes motores diésel para locomotoras, camiones, barcos y submarinos, especialmente durante la Primera Guerra Mundial.

Rudolf Diesel, ese ingeniero europeo al que deprimía el nacionalismo, no lo vería: murió misteriosamente en septiembre de 1913, ahogado en el mar del Norte mientras viajaba en el buque Dresden  de Amberes a Londres por negocios. Y hasta la década  de 1930 no circuló un coche particular con motor diésel: pero esa es otra historia.

 

¡Solidarismus!

En  Solidarismus,  una obra publicada en 1903, Rudolf Diesel describe una economía cerrada uniendo financiación, producción y consumo con un espíritu mutualista y cooperativo.

Financiación: “Sois 50 millones de personas en Alemania dependientes de un salario. Si cada uno de vosotros pone únicamente un pfennig (cada día) en una caja popular común […] tendréis 182 millones de marcos en un año y, en diez, 2.000 millones para emanciparos económicamente. Esa “caja popular”, con su capital acumulado, sirve de prestamista y de garante para operaciones conjuntas organizadas en “colmenas” y decididas por los miembros de la cooperativa a los que Diesel denomina “las abejas”.

Producción: Las colmenas están especializadas en determinados productos de primera necesidad (vestido, calzado, muebles, aparatos electrodomésticos…).

Consumo: “Vuestras colmenas intercambian sus mercancías. En cada una de ellas se crea un depósito de intercambio cuyas mercancías están a disposición de las abejas y de los miembros de su familia… a los precios más baratos imaginables, pues no hay gastos de intermediarios”.

Rudolf Diesel redondea su modelo de trabajo cooperativo con instituciones sociales. Cada “colmena”, es decir, cada empresa cooperativa, debe crear un “restaurante espacioso, luminoso, bien ventilado y caliente” en el que se ofrezcan platos de calidad a buen precio. También deben construirse “apartamentos espaciosos, sanos, luminosos y ventilados”, hospitales, escuelas, talleres de aprendizaje, etcétera. “Esta auténtica cooperativa no entra en absoluto en la competitividad general, ni por la producción ni por el consumo, solo trabaja para sus propias necesidades”, escribe.

Al lado de la economía dominante capitalista —de la que Diesel participa— sueña, como otros en esa época, con una alternativa privada al socialismo y al capitalismo asociando realmente el “interés individual al interés general”.

 

 

1858: Nacimiento en París

1892: Primeras patentes. MAN y Krupp apoyan sus investigaciones 

1898: Diesel crea una fábrica de motores en Augsburgo 

1913: El ingeniero fallece ahogado en el mar del Norte