Francia, 1972: un programa común de la izquierda

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Julio 2022 / 104

Ideas: Hace medio siglo, socialistas y comunistas se preparaban en Francia para gobernar juntos con propuestas que hoy siguen de actualidad.

El Programa Común de Gobierno de la izquierda, firmado en junio de 1972, estaba pensado fundamentalmente para llegar al poder en las elecciones legislativas de 1973. Era fruto de un compromiso entre el Partido Comunista (PC), que entonces era, de lejos, el primer partido de izquierda (el 21,5% de los votos en las elecciones presidenciales de 1969), y el nuevo Partido Socialista (PS), que se había reconstituido en torno a François Mitterrand en el congreso de Epinay, celebrado en 1971.

Para los socialistas, no se trataba de discutir de ideología con los comunistas, sino de elaborar un programa pragmático en torno a medidas concretas, con una segunda intención manifiesta: crear una dinámica reformista que beneficiaría a los socialistas en detrimento de los comunistas. Ello se haría realidad a partir de las elecciones parciales de octubre de 1974 y culminaría el 10 de mayo de 1981 con la elección de François Mitterrand como presidente de la República.

Vivir mejor, cambiar la vida

El programa común afirma, en su preámbulo, que es preciso “acabar con las injusticias”, “instaurar una auténtica democracia política y económica” y “abrir la vía al socialismo”. El documento está dividido en cuatro partes que ocupan un espacio decreciente.

En primer lugar y ocupando un tercio del programa, el capítulo Vivir mejor, cambiar la vida aborda las principales medidas que atañen directamente a la vida cotidiana: salario, empleo, condiciones laborales, sanidad y seguridad social, vivienda y servicios colectivos, educación nacional, investigación científica, deportes, ocio, cultura, promoción de la mujer y política familiar y de la juventud. Con medidas concretas como el salario mínimo de 1.000 francos y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales.

Casi tan importante como el primero, el segundo capítulo, titulado Democratizar la economía, desarrollar el servicio público, planificar el progreso, está dedicado a trazar una política económica que permitirá “cambiar la vida”. Dicha política se basa en la nacionalización de sectores clave, tanto bancarios como industriales, para acabar con los monopolios privados, en una “planificación democrática”y en una política favorable tanto a los pequeños campesinos como a las pequeñas y medianas empresas.
La política fiscal promete una reducción de los impuestos de los más humildes y de los productos de uso corriente y aumentar la carga fiscal de los más ricos y de las empresas. No se ignora el problema de la inflación, y la defensa del tipo de cambio del franco se inscribe en una política de lucha contra la especulación financiera.

La tercera parte aborda el tema del poder político bajo el título Democratizar las instituciones, garantizar y desarrollar las libertades. Se trata de reducir el poder del presidente de la República: derogación del artículo 16, que le permite ejercer plenos poderes en caso de necesidad, mejor encuadre del uso del referéndum y reducción del mandato presidencial a cinco años. El objetivo es dar mayor peso no solo al Parlamento, sino también a los ciudadanos a través de la descentralización, de una mayor importancia de las colectividades territoriales y del derecho a la información.

La última parte, la más corta, está reservada a las relaciones internacionales: Contribuir a la paz y desarrollar la cooperación internacional. En este ámbito, en el que el PS y el PC tienen profundos desacuerdos, el PS no cede en lo fundamental: sí a la disolución de la OTAN siempre y cuando, simultáneamente, se disuelva el Pacto de Varsovia. Por el contrario, las dos partes están de acuerdo en condenar el apoyo de la OTAN a las dictaduras de Occidente: España, Portugal, Grecia. Y, aunque no se cuestiona en absoluto la Comunidad Económica Europea, sí hay que democratizarla, armonizar las legislaciones laborales y reorientar la política agraria común para que no beneficie únicamente a los grandes productores.

Muchos puntos del programa no pasaban de ser meras utopías; otros, como las nacionalizaciones, no fueron de gran eficacia para la población cuando se aplicaron tras 1981. Sin embargo, a pesar de sus fracasos y de las segundas intenciones de unos y otros, el programa tenía algunas virtudes. La primera fue ser elaborado para las elecciones legislativas y no para las presidenciales: ello permite renuncias en el momento de la elección y, en caso de victoria, un acuerdo previo sobre las leyes que aprobar. La unión política se hace en torno a un programa. La segunda es que aborda los principales temas que afectan, directa o indirectamente, a la vida de los ciudadanos. El programa pretende, además, dotarse de los medios para alcanzar sus objetivos.

Proteger el medio ambiente

Evidentemente, el contexto es hoy muy diferente. Sin embargo, muchos de los problemas planteados y de las propuestas del programa siguen estando de actualidad para una parte de la izquierda.

No estamos ante una antigualla. Muchos de los problemas de ayer no han desaparecido, y algunos han aumentado

Por ejemplo, la reivindicación del aumento de los salarios mínimos, de la disminución de la jornada laboral; problemas de sanidad que exigen “equipamiento, implantación de servicios sanitarios, formación del número suficiente de médicos y auxiliares de medicina altamente cualificados, revisión de las condiciones laborales y de los salarios del personal de enfermería, perfeccionamiento posuniversitario de los practicantes, etcétera”. Y también el disfuncionamiento de las instituciones que se corrige mediante “un plazo suficiente entre la elección [del presidente] y la de los diputados a la Asamblea Nacional que evite toda simultaneidad” y, por tanto, una Asamblea sometida al presidente.

Se constata que “la contaminación del agua y el aire, la degradación de la naturaleza y las ciudades, los embotellamientos y el ruido tienen un peso creciente en la vida de la población”. El programa señala un responsable, “el sistema capitalista” y cuenta con los “progresos científicos y técnicos para resolver los problemas de la contaminación y de los factores nocivos” en el marco de “una política de preservación de la naturaleza, organización del descanso, del ocio y de la cultura, de ordenación del marco de vida”. La ecología no ocupa un espacio aparte: “Estos objetivos serán parte de la política industrial y de planificación del territorio”, y en el marco de la Comunidad Europea, el Gobierno pedirá “la definición progresiva de medidas para luchar eficazmente contra todo tipo de contaminaciones y para proteger el medio ambiente”.

Muchos de los problemas de ayer no han desaparecido y algunos de ellos han aumentado. Esto del programa común no es ninguna antigualla.