¿Deberían pagar los gigantes de Internet la banda ancha?

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Septiembre 2022 / 105

Ilustración
Elisa Biete Josa

La Comisión Europea hace suya una vieja reivindicación de las empresas de telecomunicaciones: cobrar a Google y compañía por usar sus infraestructuras.

Es una idea recurrente, pero esta vez emana de las autoridades públicas. La Comisión Europea ha hecho suya una de las reivindicaciones históricas de las empresas de telecomunicaciones: que Google y sus iguales paguen por usar sus redes. “Un puñado de actores ocupan más del 50% del ancho de banda mundial. Ha llegado el momento de reorganizar una justa remuneración de las redes”, declaró a comienzos de mayo Tierry Breton, comisario europeo del Mercado Único, desvelando con ello la futura reforma de Bruselas del sector digital.

Asimetría en los datos
El argumento de los operadores de telecomunicación es conocido. “Actualmente hay una asimetría entre los datos que recibimos de los gigantes estadounidenses del sector, los Google, Facebook y Netflix y los que se envían al otro lado del Atlántico”, afirma Alessandro Gropelli, director general adjunto de ETNO, la asociación europea de operadores de telecomunicaciones. El tráfico de datos que circulan por la banda ancha para llegar hasta nuestros routers y nuestros teléfonos móviles está en manos de un puñado de empresas, casi todas estadounidenses: Google, Facebook, Netflix, Apple, Amazon y Microsoft representan el 57% del tráfico mundial. Ello se explica principalmente por el hecho de que el formato vídeo, muy consumidor de datos, constituye más de la mitad del tráfico. YouTube, la filial de Google, Facebook, cuyo canal de actualidad está cargado en vídeo, y, por supuesto, Netflix ocupan el 45% de la banda ancha mundial.

57% del tráfico mundial lo copan seis empresas de EE UU: Google, Facebook, Netflix, Apple, Amazon y Microsoft


Y, lo que es más importante, el tráfico de datos no deja de aumentar. En una década se ha multiplicado por más de 10. Esto se debe, sobre todo, a las herramientas de captación de atención de los gigantes del sector digital, como el lanzamiento automático por defecto de los vídeos de Facebook, YouTube y Netflix, que incrementa el tráfico de unos datos que luego tienen que gestionar los operadores de telecomunicaciones. “En el mercado europeo, los gigantes del sector hacen un uso muy intenso de las redes, lo que genera un coste que no recuperan los operadores de las redes, explica Alessandro Gropelli. “Las relaciones comerciales son, además, muy desequilibradas, los operadores de telecomunicaciones europeos son enormemente pequeños en comparación con los gigantes del sector digital”, añade. Orange, por ejemplo, es una gran empresa francesa, pero liliputiense en comparación con Google.

Ganar en los dos frentes
ETNO, el lobby de las telecomunicaciones, pide, pues, que los grandes proveedores de contenidos contribuyan financieramente al mantenimiento de las redes. En concreto, Facebook pagaría al operador francés SFR (Société Française du Radiotelephone) para que envíe los datos de la red social. “Lo nuevo no es el argumentario, sino el que haya sido recogido por la Comisión Europea”, afirman Patrick Maillé y Bruno Tuffin, profesor en IMT Atlantique y director de investigación del INRIA (Institut National de Recherche en Informatique et en Automatique), respectivamente.

Obligar a pagar pondría en cuestión el principio de neutralidad de la red


Pero ¿son realmente Orange, Deutsche Telekom, SFR y Telefónica los que pagan el pato en la economía digital? “Los gigantes del sector son también actores de la red. Por una parte, almacenan los datos lo más cerca posible de los usuarios y, por otra, en el caso de los más importantes, despliegan sus propios cables”, matizan Patrick Maillé y Bruno Tuffin. Google posee numerosos cables submarinos que unen los continentes, así como una red que participa en la interconexión entre países, sobre todo europeos. En 2021, inauguró, por ejemplo, el cable que une Virginia Beach, en Virginia, con Saint-Hilaire-de-Rez, en el departamento francés de Vendée.
Pero el problema de fondo es saber quién debe pagar por el despliegue y mantenimiento de las redes de telecomunicaciones. “Los consumidores finales pagan ya por la banda ancha. Los proveedores de acceso a Internet les cobran una tarifa en función del tamaño del ancho de banda contratado y los internautas esperan poder utilizarla sin importar el contenido que consulten”, puntualizan Patrick Maillé y Bruno Tuffin. “Pretender que paguen los proveedores de contenidos es como si los operadores de telecomunicaciones quisieran ganar en los dos frentes”, añaden. Y es cierto que, aunque el sector no tiene la insultante salud financiera de los gigantes estadounidenses, es una industria rentable. 

Igualdad de tratamiento
Pero lo más importante es que hacer pagar a los proveedores de contenidos puede, potencialmente, cuestionar un principio fundador de la web: su neutralidad. Este principio estipula que las redes deben garantizar la igualdad de tratamiento y de circulación de todos los datos, sin importar su emisor ni su destinatario. 

La idea es dudosa tanto por su pertinencia como por sus efectos potenciales


“Todo depende de cómo se realice en concreto esa contribución financiera”, estima Benjamin Bayart, cofundador de La Cuadrature du Net (la Cuadratura de la Red, organización francesa de defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos en Internet). “Si es la Comisión la que recauda el impuesto y decide invertir lo recaudado en la infraestructura de las telecomunicaciones, no plantea ningún problema de neutralidad. Pero si se trata de un contrato privado entre operadores y proveedores de contenidos, habrá por fuerza contrapartidas y cambiará el equilibrio de la economía de las telecomunicaciones. La neutralidad se verá, entonces, cuestionada”, afirma.
Además, “la idea de que las GAFAM [acrónimo de Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft]  financien la red no tiene sentido desde el punto de vista económico. El valor de una empresa como Orange se verá reducido, pues, dicho se forma esquemática, se convertirá en un prestatario de fibra óptica de Netflix”, considera Benjamin Bayart, también presidente de la Féderation des Fourniseurs d’Acces à Internet Associatifs (FFDN, asociación francesa de proveedores de acceso a Internet sin ánimo de lucro para la defensa de la neutralidad de la red). “Netflix se vería incitada a invertir más en la red para acercarse al abonado y prescindir de los servicios de Orange”, añade.
En resumen, si la voluntad de gravar a los gigantes del sector digital puede contar con muchos argumentos a su favor, dada la importancia de las estrategias para eludir impuestos de dichas empresas, el instrumento considerado es dudoso tanto por su pertinencia como por sus potenciales consecuencias.