25 — PACTOS // Día 7

Comparte
Pertenece a la revista
Diciembre 2020 / 8

El debate de hoy es la necesidad de un gran pacto de Estado. Todos los comentaristas han sacado el Pacto de la Moncloa como referente. No hay duda de que estamos ante una situación muy difícil y que vamos de cabeza a una situación económica que puede generar una grave crisis social, con todas las posibilidades de que los problemas ecológicos y el modelo económico vigente generen otras crisis. Sin duda, sería deseable que ante una situación así todas las fuerzas políticas y los agentes sociales se pusieran de acuerdo en adoptar unas medidas que permitieran hacer frente a estos problemas. Pero ni el Pacto de la Moncloa es un buen referente ni es probable que un pacto de estas características se produzca.

Se habla mucho de Churchill, de la necesidad de grandeza de miras. La tuvieron los británicos al final de la guerra: votaron laborista, se nacionalizó la sanidad y parte del aparto productivo, 
y se subieron los impuestos. 

En los EE UU de la posguerra el tipo marginal del IRPF para rentas altas llegó a ser del 90%. Pero mucha gente quiere contar la historia como 
le conviene.

El Pacto de la Moncloa se hizo porque la transición política tuvo lugar en plena crisis económica, con una inflación desbocada y un movimiento obrero muy movilizado. Su contenido fundamental fue frenar a este movimiento, reducir las conquistas salariales. Y a cambio se prometió que habría alguna reforma social. La Transición salió muy barata a las clases dominantes y el Pacto de la Moncloa fue uno de los instrumentos que se utilizaron. Puestos a considerar qué se sacó en positivo, lo más importante fue la reforma fiscal, que permitió aumentar los ingresos públicos y generar un cierto nivel de políticas de bienestar.

Tras la crisis de 2010 asistimos a una vuelta al pasado, con el desmantelamiento de parte del insuficiente sector público, con la demolición de derechos laborales. En cinco años los salarios cayeron cinco puntos del PIB. Y las desigualdades aumentaron de forma galopante. La situación de estos días está ligada a este pasado reciente: sanidad medio desmantelada, personal en condiciones tan precarias que no accede a ayudas básicas…

Un pacto solo tiene sentido si sirve para revertir esta situación. Si fortalece al sector público, si reduce la precariedad, si orienta nuestra estructura social y productiva sobre bases más sólidas que la especialización turística, si prepara a la sociedad para la transición ecológica, si promueve la cooperación por encima de la competencia. Me parece muy dudoso que la derecha, que ha conseguido tantos privilegios, esté dispuesta a aceptar un acuerdo que signifique más impuestos a los ricos, menos privilegios y menos negocios parasitarios. 

Hoy se hablaba mucho de Churchill, de la necesidad de grandeza de miras. La tuvieron los británicos al final de la guerra: votaron laborista, se nacionalizó la sanidad y parte del aparato productivo y se subieron los impuestos. En EE UU de la posguerra el tipo marginal del IRPF para rentas altas llegó a ser del 90%. 

Pero mucha gente quiere contar la historia como le conviene.