Los beneficios, en el centro

Laporte desconfía del sistema farmacológico, incluida la investigación publicada

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Junio 2024 / 125
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Si lo que dice Joan-Ramon Laporte en este libro es cierto, la poblacion general está desprotegida ante los intereses comerciales de las grandes farmacéuticas.

Laporte no es un cualquiera. No es alguien que defienda las soluciones chamánicas del chamán de turno. Fue catedrático de Terapéutica y Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona, jefe del servicio de Farmacología de Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, fundador del Institut Català de Farmacologia, donde se formaron centenares de profesionales, colaborador de la OMS, de la Organización Panamericana de la Salud, del Ministerio de Sanidad y de la Agencia Europea de medicamentos.

Y para respaldar su hipótesis, da cientos de datos a lo largo de las 638 páginas del libro.

No solo habla de estudios clínicos y las dudosas formas éticas con las que se llevan a cabo. También explica los resultados publicados (y la cantidad de estudios no publicados), los pagos de las compañías al personal médico, a través de viajes y cursos. Son oscuras triquiñuelas, o simple ineficiencia, en los mismos organismos públicos que aprueban los medicamentos, y una cantidad de juicios que han permitido finalmente sacar a la luz, y sacar de circulación, medicamentos que se han tomado durante años con consecuencias nefastas para la salud de las personas perjudicadas. Hace algunas afirmaciones que al público lector le parecerán increíbles, como que entre tomar 200 gramos de ibuprofeno y 400 no hay prácticamente diferencia para conseguir desinflamar o bajar la fiebre (y, en cambio, disminuyen los efectos adversos). En España ni siquiera se venden pastillas de 200 gramos. El mínimo es de 400. O que no se ha estudiado suficiente la interacción entre pastillas, especialmente preocupante cuando la mitad de las personas mayores de 70 toma simultáneamente cinco o más medicamentos al día. “El mismo Catsalud (el sistema catalán de salud) reconocía que casi la mitad de las personas recibían uno, dos o tres fármacos sin eficacia clínica demostrada (...). Hasta 13 estudios publicados entre 2014 y 2022 sobre 7.000 personas que vivían en 140 residencias en España demostró que  la gran mayoría de medicamentos que consumían eran inadecuados (inútiles, demasiado peligrosos o contraindicados)”.

Según Laporte, esto tiene consecuencias desastrosas: “Sufrimos una epidemia silenciosa de efectos adversos de los medicamentos”, explica. “En España son causa de más de medio millón de ingresos hospitalarios y, como mínimo, 16.000 muertes al año, y decenas de miles de casos de enfermedades tan variadas como hemorragia grave, fractura de fémur, neumonía, cáncer, y violencia y agresión, suicidio, infarto de miocardio y otras enfermedades cardiacas, ictus y enfermedad de Alzheimer, disfunción sexual, etc”.

Por suerte para los lectores y lectoras, a pesar de todo lo que explica Laporte, y de que el consumo de medicamentos se haya duplicado en los países ricos en los últimos 20 años, la esperanza de vida en España ha pasado en ese mismo periodo, de 78  a 84, en 2023 (pandemia mediante).