Cómo costear una renta básica

Los autores proponen reformar el IRPF, crear un tributo sobre la riqueza y gravar las emisiones de CO2

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Noviembre 2023 / 118
En defensa de la renta básica

Cuando alguien plantea que cualquier persona debe tener derecho a percibir una cuantía económica mínima que garantice su subsistencia con independencia de si trabaja o no, de si tiene dinero o no, de su edad o de su sexo, la reacción más habitual es responder que se trata de una utopía demasiado cara. Pero otras reacciones tienen más que ver más con la filosofía de la propuesta, que desplaza la centralidad del trabajo en nuestra vida. Hoy, salvo en el caso de quienes disponen de propiedades en alquiler o de grandes inversiones financieras, la primera fuente de ingresos, por exigua que sea, viene del empleo remunerado. Es la llave de acceso a pensiones y prestación por paro o, con suerte, a préstamos o a un alquiler. Una renta básica universal (RBU) sería una revolución.

Según cómo se financie, esta medida podría socavar el estado de bienestar —si es a costa de recortar la sanidad o la educación— o bien reforzarlo con un nuevo pilar que ayude a erradicar la pobreza, a disminuir las desigualdades y a batallar contra la concentración creciente de la riqueza.

Es esta última la propuesta de los economistas Jordi Arcarons, Julen Bollain, Daniel Raventós y Lluís Torrens, que llevan muchos años impulsando una idea que ha ido ganando adeptos desde la crisis de 2008 y, más aún, tras la pandemia. Los autores ya habían escrito con profusión sobre la cuestión, pero en este libro conjunto bucean en pozos estadísticos como el Panel de Hogares y la Encuesta de condiciones de vida para ofrecernos una detallada radiografía de la pobreza, la desigualdad y la concentración de la riqueza, que les lleva a preguntarse, no por el coste de la RBU, sino por el de no implantarla. Conscientes de los nervios que tocan, acompañan el ejercicio con gráficos, tablas, fórmulas matemáticas y simulaciones que permiten debatir la propuesta con datos, más allá de apriorismos.

En defensa de la renta básica provee de argumentos sobre las posibilidades de financiarla simplificando y haciendo más progresivo el IRPF, creando un impuesto sobre la riqueza y actuando en materia de fiscalidad sobre las emisiones de CO2. Junto con el ahorro en prestaciones —que una RBU sustituiría total o parcialmente— y la aplicación de un tope a las rentas desorbitadas, el coste resultante oscilaría entre los 9.500 y los 14.000 millones de euros. Los autores, que también incluyen cálculos sobre una renta básica europea, dan ideas sobre cómo cubrir este extra, fraude fiscal aparte.

En este sentido, la utilidad del libro pasa por leerlo sin prejuicios. La resistencia a la renta básica es de derechas y de izquierdas. A menudo, se prefiere poner el foco en mejorar el empleo y en perfeccionar las ayudas a la población pobre, condicionadas a que se busque empleo, como el ingreso mínimo vital (IMV) o las rentas mínimas autonómicas. Los autores se esmeran en mostrar los límites de la eficacia de estos sistemas asistenciales, incluso en el caso de los más avanzados, como el de Euskadi. El rechazo a la renta básica se ha evidenciado en las críticas contra el plan piloto puesto en marcha en Cataluña, uno de los de mayor alcance hasta la fecha, cuya materialización está en el aire.