María Cacheda

«Las mujeres no aparecen en la narrativa prehistórica»

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Julio 2023 / 10
Maria Cacheda

Fotografía
Mariana Vilnitzky

La arqueóloga María Cacheda habla en uno de los almuerzos del ciclo Dones amb Valor, de la Fundación 22@Network, ante un público mayoritariamente femenino que queda sorprendido con sus palabras: la prehistoria que nos han contado —nos explica— no es como nos la han contado. Nos han ocultado la historia de las mujeres. Días después, Cacheda nos abre las puertas de su casa, en la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural, para darnos más detalles.

En principio estaba Adán, y luego hizo a Eva con una costilla…
Siempre nos han explicado la historia desde el punto de vista masculino. El hombre en el centro de todo y las mujeres subordinadas. No sabemos que pasaba en la prehistoria, pero la cultura material y la investigación arqueológica nos explican la historia y hay que leerla desde todos los puntos de vista. Y, tradicionalmente, se nos ha explicado el punto de vista masculino. Toda la visibilidad arqueológica tiene un relato masculino, que es el que se ha contado desde el siglo XIX, por hombres de élites intelectuales y económicas. La mujer u otras realidades se han olvidado. 

Desde donde tenemos datos, ¿qué podemos saber?
Desde el paleolítico, a través de estudios paleontropológicos que se encentran por ejemplo, en los huesos, ya tenemos datos de mujeres diferenciadas. Y en lo que nos explica el arte rupestre. En el Mediterráneo, en el arte levantino podemos ver hombres y mujeres representando diferentes actividades. La parte femenina no se nos ha explicado. Se nos ha contado la política, la violencia, la economía, siempre destacando a los hombres. Las mujeres, que también estaban, no aparecen. La vida cotidiana, los trabajos de mantenimiento del grupo: la crianza, los cuidados…trabajos imprescindibles para la supervivencia de los grupos humanos, no se nos han contado. Y sin esta parte no podría haber subsistido la humanidad.

Se dice que en un principio las sociedades eran matriarcales, porque no se sabía quién era el padre. Cuando las comunidades se asentaron y comenzó la propiedad de la tierra para la agricultura, ellas se convirtieron en máquinas reproductoras de mano de obra… ¿qué opina?
Hay diferentes teorías y visiones sobre cómo pudo haber sido la prehistoria y cómo pudimos haber pasado de sociedades nómadas a sociedades más asentadas. No lo podemos saber completamente, pero sí hay un hecho en la capacidad de los sexos de procrear. Y esto evidentemente es un condicionante para la mujer desde el principio de los tiempos. Cuando las sociedades eran nómadas y se movían en grupos pequeños, la prioridad era subsistir y seguramente todo el grupo participaba de manera colaborativa de esa supervivencia según las destrezas de cada persona. La identidad era grupal, relacional, las individualidades todavía no se habían destacado como hoy las entendemos.
Cuando los grupos comienzan a ser más complejos económicamente y comienza la agricultura, la ganadería, cuando dejamos el paleolítico y comenzamos el neolítico, un proceso largo, los trabajos empiezan a diferenciarse. Las tareas de las mujeres con la sedentarización se empezaron a realizar en lugares más concretos, en las zonas habitacionales, cuevas o campamentos. El hecho de ser las que tenían las criaturas –mamíferos muy indefensos- hizo que los trabajos que ellas realizaban fueran en zonas cotidianas y en su entorno más inmediato, como la recolección de frutos silvestres, la caza de animales pequeños, la agricultura -que eran la base fundamental de la dieta- el procesado de los alimentos o la transmisión de conocimientos y los cuidados de los otros miembros del grupo. Mientras esto pasaba, los hombres, que tenían más movilidad, se dedicaban a la caza o a la ganadería. Amplíaban el espacio que los rodeaba y se relacionaban con los miembros de otros grupos, ya sea a través del comercio o las luchas, empezando en este momento a individualizarse. La identidad relacional, que se ocupa del grupo, se quedaba en las manos de las mujeres. Los hombres empezaban a desarrollar una identidad más individualizada. La división de trabajos por sexos empezó en este momento y es lo que podemos ver en las representaciones de las pinturas levantinas de la época.

¿Cuándo pasamos de ser comunidades a ser familias de padre, madre, niño, niña, como las conocemos tradicionalmente?
Al patriarcado y al modelo económico en el que vivimos este es el modelo que le interesa.

Igual le interesaría más el otro. Es más eficiente desde el punto de vista de la economía de los cuidados… Hay más gente para cuidar, y es gratis.
Los cuidados en manos de las mujeres son trabajos invisibles y precarios que el patriarcado nos quiere “vender” como algo natural de las mujeres, mientras que los hombres se ocupan de la política, la economía, de las decisiones en este sentido, sin tener en cuenta a la otra mitad de la población y construyendo un mundo a su medida. Compartir ese mundo pasa por aceptar que hay otras maneras de tomar decisiones, otras maneras de relacionarnos más eficientes y positivas a nivel emocional y racional, a compartirlas y a perder los privilegios adquiridos durante tantos siglos.

¿En los dibujos prehistóricos aparecían hombres cuidando? ¿Hay hombres con bebés en brazos?
No, en las representaciones levantinas hay figuras de pequeño tamaño que podrían ser niños, niñas o criaturas, asociadas a figuras femeninas, no masculinas.

¿Puede ser que las sociedades se hayan convertido en patriarcales por una cuestión de fuerza física real?
No sé si tanto como fuerza física. Hay teorías que explican que esta desigualdad la condiciona desde el principio el mismo patriarcado. Los hombres comienzan a tener poder, y con este poder ya empiezan a relacionarse de otra manera, entre ellos y con las mujeres. Y hay otra teoría que dice que estas desigualdades se fueron dando de manera gradual y “consentidas” por las mujeres. Esto lo vemos en las pinturas levantinas. Los hombres están representados sobretodo cazando y en menor medida luchando, cuando sabemos por los restos faunísticos estudiados que la base de la alimentación era otra, no la caza mayor. En las representaciones de las pinturas podemos observar que ellas dedicaban más esfuerzo físico y tiempo en los trabajos que realizaban que ellos.

Pero esta relación parece estar muy relacionada con el físico, porque ellas hacen esto porque son las que paren. Y ellos van a pelear porque son los más fuertes…
No sé si los más fuertes porque ellas son las que paren. Y para parir en la prehistoria había que ser muy fuerte.

Sí. Las mujeres tenemos el superpoder de parir. Dicho esto, fuera de todo lo que sea parir, no solemos tener la misma fuerza que los hombres… Probablemente un hombre levante mucho mejor que yo un saco de cemento.
Yo creo que todo esto tiene que ver con los estereotipos, con la educación recibida. Hay una parte interiorizada. Corre por las redes un vídeo muy interesante sobre educación, donde hay un bebé varón al que visten de rosa y lo ponen en sofá. Van pasando las personas y muestran cómo lo tratan, cómo se dirigen a él. Y luego hacen lo mismo con una nena vestida de azul. Cuando ven que está vestido de rosa la agarran con mucha delicadeza, le dicen que va a ser una princesa, etc. Y a la niña, vestida de azul, le dicen “mira qué niño más valiente”, lo levantan, le dan vueltas. 
Esto representa como nos han educado y socializado en una sociedad patriarcal, en la que nos enseñan que hay una manera de ser niño y una manera de ser niña, e implícitamente la aprendemos y la transmitimos.Es lo que nos transmiten. Por muchos títulos que tengamos, al final las mujeres se ocupan de los cuidados y se subordinan a otros trabajos infravalorados que los hombres no están dispuestos a realizar, porqué son “naturales” del género femenino.

Desde el punto de vista actual, la teoría de las mujeres cuidadoras nos puede dejar en un lugar relegado a la crianza.
Es peligroso, porque no nos lo han explicado bien. Cuando vas a un museo es un hombre el que está trabajando la piedra, o montando una flecha. Los hombres en la narrativa se relacionan con la caza, la lucha o la tecnología de la piedra y los metales. No hay mujeres guerreras o mujeres haciendo este tipo de tareas. En cambio, había mujeres guerreras y mujeres que podrían hacer herramientas ¿por qué no? Las tumbas nos dan mucha información. Se han encontrado más tumbas diferenciadas de hombres que de mujeres. Pero también hay tumbas de mujeres importantes. Y hay mujeres en cuyas tumbas se encuentran herramientas de caza u otras. 

Hay un caso muy famoso, que es el de La Dama de Baza, que fue encontrada en una tumba muy rica, con un ajuar de utensilios de mucha calidad compuesto por muchas armas de guerra. La lectura que se hacía de esta tumba era que era de un guerrero ibérico. Y durante muchos años se mantuvo esta teoría. En 2010 se hizo un estudio de los huesos, que estaban muy calcinados, y se pudo ver que correspondían a una mujer. 

Hay otros casos, como la de la Guerrera de Birka. También se pensaba que era de un vikingo, por las ofrendas. Y lo que se vio fue que era una mujer. La lectura natural, antes de comprobarlo, era que eran tumbas masculinas. Ejemplos de estos cada día hay más. 

Lo que sí se encuentra es que hay muchas más tumbas ricas de hombres que de mujeres. Esto quiere decir que ellos tenían un poder. Lo que no sabemos es si era una cosa forzada o no.

Lo que está claro en que la división sexual del trabajo comienza en el neolítico, pero también había, como observamos en estos enterramientos, mujeres diferenciadas importantes, poderosas. Y eso no se explica en los museos, igual que las tareas de las mujeres, “de segunda” para el patriarcado.
 

Vemos que hay representación de hombres con las “nuevas tecnologías” que en su momento serían los cuchillos. ¿Hay representación de mujeres y “nuevas tecnologías” de la prehistoria? 
Los hombres siempre están relacionados con las nuevas tecnologías. Primero con los elementos de piedra, con la fabricación de herramientas de metal. Eso no quiere decir que las mujeres no hicieran herramientas de piedra o de metal. Si a las mujeres se las vincula con un espacio doméstico, dentro de estos espacios domésticos se encuentra la fundición de los metales, restos de talleres de piedra.

¿Quién lo hacía? ¿Los hombres o las mujeres? Lo cierto es que no podemos afirmar que los hicieran ellos o ellas. Lo que tenemos que evidenciar es que tanto unos como otros lo podían hacer, aunque históricamente se les haya adjudicado a ellos la representación en los museos de hombres ligados a las nuevas tecnologías. Así es como se nos ha explicado, de manera sesgada y sin tener en cuenta a las mujeres.

Entiendo que las prehistóricas también han tenido el problema de la doble jornada laboral…
Lo que dicen muchas teorías es que las mujeres hacían muchos más trabajos que los hombres. Porque si los hombres siempre aparecían representados cazando y las mujeres en estas mismas actividades y en todas las otras relacionadas con el abastecimiento del grupo, de los cuidados, está claro que las mujeres dedicaban mucho más tiempo y esfuerzo a su trabajo diario. En cambio, los hombres ocupaban menos tiempo y esfuerzo en trabajos que afectaran directamente a todo el grupo. Eso sí se puede ver en el arte levantino.

Hasta el día de hoy, la gente que se revela contra lo establecido, lo hace a costa de perder. En el caso de la maternidad, se hace doble jornada o se abandona la maternidad. Está el ejemplo de muchos parlamentos que hoy en día quieren ser paritarios. Pero si se hace la lectura de cuántos hijos tienen los hombres y cuántos las mujeres, aquí se ve la desigualdad. Ellas tienen un hijo generalmente o dos y ellos más de dos e incluso tres o cuatro. Esto da que pensar, desde luego las cuotas son necesarias, pero ¿qué es lo que hay detrás? 

Pero ya no estamos en el neolítico...
Ahora no tenemos que luchar por sobrevivir, y esto tendría que cambiar. Se trata de que se valoren los trabajos femeninos y que ellos también los puedan aprender y realizar. Eso tiene mucho que ver con la educación. En el caso de España, la educación franquista dividía a los hombres y a las mujeres. A las niñas se les enseñaba a cuidar, a cocinar, a prácticas más relacionadas con la colaboración y los cuidados.En cambio a los niños se les enseñaba historia, geografía, matemáticas, gimnasia, prácticas más relacionadas con la adquisición de conocimientos y la competitividad. En el momento en que la escuela femenina y masculina se juntan, el currículum de las niñas se olvida. En cambio, las niñas empiezan a estudiar todo lo que estudiaban los hombres: matemáticas, historia, geografía. Todas las tareas de cuidados, que son superimportantes, se olvidan. ¿En dónde quedan estas enseñanzas? En manos de las abuelas, de las madres, de una tradición oral aprendida de generación en generación. 
Las mujeres hacemos todas las tareas que hacía la generación anterior. Y en cambio los niños no. Esta diferencia no se soluciona juntando a niñas y niños en la escuela. El currículum no es inclusivo. Es lo que se intenta hacer hoy con la coeducación. Incluir la historia olvidada de las mujeres para que las niñas tengan referentes y otro tipo de maneras de relación que tienen más que ver con los cuidados compartidos, las competencias emocionales y la cooperación. Romper el estereotipo de niña que se esfuerza, responsable y trabajadora y niño más movido, fuerte e inteligente

¿Las pinturas quiénes las hacían? ¿Hombres o mujeres?
Hombres y mujeres. Un estudio de hace muchos años, de las pinturas que aparecen en las cuevas levantinas en España y Francia nos dice que el 75% de las manos que están dibujadas eran de mujeres, porque las manos de las mujeres son más pequeñas y tienen el dedo índice y el anular de la misma medida. Mientras que las manos de los hombres son diferentes. 

Cuando vas a un museo siempre se ve al hombre pintando, que es como se muestra la historia; pero esto no es así.

Parece que ha sido algo continuo. En el arte en las exposiciones permanentes de los grandes museos no aparecen mujeres pintoras…
Es lo mismo. La mujer madre y la mujer objeto, siempre como modelo pero nunca como pintora. Las mujeres siempre estuvieron invisibilizadas. Se buscan ahora las mujeres pintoras que siempre estuvieron, pero poco vistas. Todavía que expongan las mujeres pintoras es difícil en los grandes museos. Cada vez se hacen más exposiciones temporales de mujeres, pero faltan en las exposiciones permanentes. Se está trabajando en ello, y se está intentando cambiar. Se está buscando adquirir más obras de mujeres, pero es un tema polémico, ya que “el genio” también siempre se atribuyó a los hombres y hay el temor de adquirir obra femenina “de mala calidad”. Yo digo de broma: si nos estuvimos tragando obra pésima de “genios masculinos” pues ya es hora de tragarnos también obra pésima de “genias femeninas”, no? 

En los museos de arqueología, ¿ahora ya está cambiando esta visión centrada en los hombres?
Por suerte ahora está cambiando, ya que la arqueología feminista trabaja para deconstruir estos estereotipos. Explicar la historia de las mujeres es importante porque no se ha hecho, porque las tareas eran estructurales e imprescindibles para la supervivencia de los grupos, y porque las han hecho las mujeres, invisibilizadas.

Aplicar esta perspectiva también pasa por una educación patrimonial inclusiva. Es importante cambiar el relato, y también el lenguaje y el cómo nos relacionamos con los niños y niñas que visitan los museos. Aplicar la coeducación patrimonial es una tarea muy importante que hay que comenzar a integrar y aquí es donde yo ahora trabajo por vocación y por responsabilidad social.

¿A los niños se los trata distinto?
Por lo general los niños, por la educación recibida, son los protagonistas. Siempre quieren participar y se colocan en primer plano. Las niñas se sitúan en los espacios que ellos dejan libres y solo participan si les das la palabra. Tiene que ver con la educación implícita recibida de la que hablábamos antes. Es importante tenerlo en cuenta para romper estas jerarquías de género y hacer que niños y niñas participen por igual y con libertad de las actividades educativas de los museos.

La vida laboral de María Cacheda ha transcurrido entre la investigación y la gestión del patrimonio cultural. Se ha especializado en la acción educativa patrimonial en museos e instituciones patrimoniales. Trabaja en el Área de Monumentos y Yacimientos de la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural, de la Generalitat de Cataluña. Y es investigadora del Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico de la Prehistoria de la UAB. Investiga sobre cómo introducir la perspectiva de género y la coeducación en la educación patrimonial sobre la divulgación de la prehistoria.