El negocio de la soledad

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Enero 2021 / 87

Ilustración
Lola Fernández

Las empresas buscan beneficio en el aislamiento de las personas,  una situación que ya era grave antes de la pandemia y que ahora se acrecienta con las cuarentenas y el teletrabajo.

Aunque la literatura y el cine continúen romantizando la soledad, lo cierto es que este sentimiento acarrea graves consecuencias. Cada vez más estudios confirman su letalidad. Uno de ellos advierte de que el daño de sentirse solo equivale al de 15 cigarrillos al día. En 2018 Theresa May, la entonces primera ministra de Reino Unido, creó el Ministerio de la Soledad para atajar datos como los 200.000 ancianos que no habían hablado con un familiar o un amigo en al menos un mes. Pero este sentimiento afecta a todas las edades, especialmente tras los confinamientos domiciliarios y el teletrabajo. Algunos negocios ya ofrecían soluciones  a quienes sufren entre cuatro paredes. Otras acaban de descubrir un nicho del que pueden sacar rendimiento económico.

La sensación de abandono afecta a personas de todas las edades

Y es que la demanda no deja de crecer con la situación sanitaria actual. Cerca de 4,8 millones de personas vivían solas hace un año en España, de las que el 41,9% tenían más de 65 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). A pesar de la hiperconexión, el 65% de los jóvenes españoles se sintieron solos durante la cuarentena, según el estudio De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento, realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.

Mascotas-robots 

Si antes su aislamiento era involuntario en residencias o en sus propias casas, ahora los ancianos se mantienen resguardados por ser de riesgo. Una solución para la soledad son las mascotas que funcionan con inteligencia artificial, que si bien antes de la pandemia estaban enfocadas a quienes padecen demencia o Alzheimer, hoy en día tienen un nuevo sentido. Paro es una foca-robot de peluche de origen japonés que responde a los estímulos de un humano como si fuese un animal real. Sony también quiso su propio robot y lanzó al mercado Aibo, el perro-robot capaz de interactuar con las personas mediante reconocimiento facial. También existen compañeros que no son animales. La start-up israelí Intuition Robotics ha creado una especie de Google Home adaptado a personas mayores llamado EllieQ. Este robot, todavía en fase beta, ofrece conversaciones reales, vela por la salud mental de su dueño mediante juegos cognitivos y permite escuchar música, ver vídeos y recibir llamadas.

Existe una posibilidad de ver a toda la familia en el mismo salón y sin distancia social: la realidad virtual. Creada en agosto tras ver los efectos del aislamiento, Alcove es la plataforma que, a través de las gafas Oculus Quest de realidad virtual, ofrece un espacio donde amigos y familiares pueden pasar tiempo juntos, compartir álbumes de fotografías, viajar por el mundo y practicar actividades como la meditación. Para quienes no estén familiarizados con la tecnología, la empresa noruega No Isolation lanzó KOMP, una pantalla de un solo botón que recibe mensajes, videollamadas y contenido audiovisual.

Terapias digitales

Mientras en Japón y en China se venera a los mayores por construir la sociedad, en los países occidentales se pierde este respeto. Por eso, estas soluciones tecnológicas no dejan de ser un parche de la insolidaridad con los ancianos.

El teletrabajo ha obligado a trasladar las terapias al mundo digital, pero algunas iniciativas van más allá de las simples videollamadas. Es el caso de la start-up israelí 7Chairs. Esta empresa proporciona ayuda emocional a pequeños grupos online para mayor intimidad acerca de la soledad, ansiedad y apoya a afectados por cáncer. Una solución más aséptica es el uso de chatbots como Woebot, un robot conversacional que ofrece terapia cognitivo-conductual para reducir la depresión. 

Por último, no siempre es necesario pagar para no sentirse solo. Algunos jóvenes no tienen amigos sin ninguna razón aparente. Para reducir este estigma hay proyectos como el holandés Join Us, una web que pone en contacto a personas hasta los 25 años que quieren compañía. Por su parte, los más mayores del municipio madrileño Algete están acompañados por voluntarios del programa AlgeTeLlama que les narran historias y recitan poemas cada semana por teléfono.