Un tiempo parcial muy femenino

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Octubre 2017 / 51

En la sociedad alemana, muchas mujeres siguen limitadas a tener un trabajo y un salario de mero apoyo a la economía familiar.

Desde hace una década, el motor de la creación de empleo en Alemania ha sido el desarrollo del trabajo femenino a tiempo parcial. Según los datos de Eurostat, el empleo ha crecido en 3,7 millones de personas entre 2005 y 2015. Pero es resultado de la pérdida de 1,1 millones de empleos a tiempo completo y de la creación  de 4,8 millones de empleos a tiempo parcial, de los que tres cuartas partes han sido para mujeres. Ellos son los que explican el éxito del país este apartado. Si  hace veinte años, el tiempo parcial afectaba a un tercio de las mujeres alemanas, hoy afecta a una de cada dos, sobre todo entre las menos cualificadas. En Francia, sin embargo, esta proporción se ha estabilizado, desde comienzos del siglo, en menos de un tercio, lo mismo que en Europa del norte. Así, el índice de empleo global de las mujeres alemanas es hoy superior al de las francesas, tras haber sufrido un aumento espectacular en la última década (+10 puntos), lo que las acerca a la situación de las mujeres escandinavas. Pero los índices de empleo respecto a jornada completa siguen siendo muy parecidos en ambas orillas del Rin (52% y 53%). El gender gap (la diferencia de índice de empleos a jornada completa entre hombres y mujeres) ha disminuido menos en Alemania (-5,6 puntos) que en Francia (-8,6 puntos) en las dos últimas décadas.

Según los datos de la OCDE, Alemania es uno de los países en los que la duración media de la jornada laboral de los asalariados es más corta. Ha bajado más rápidamente que en Francia desde 2000. Pero entre 1990 y 2010 la contribución del tiempo parcial a esa disminución ha sido del 85% en Alemania frente a sólo el 15% en Francia . En Alemania, un tercio de las mujeres trabajaban entre 35 y 39 horas en 2000 y un 20%, más de 40 horas semanales. Estos porcentajes se han invertido después y hoy, un 20% de las mujeres con empleo trabajan menos de 20 horas semanales, un porcentaje al alza.

Mientras que casi una mujer de cada dos trabaja de 35 a 39 horas en Francia (proporción estable), el porcentaje de las mujeres que trabajan menos de 20 horas semanales es dos veces menor en Francia que en Alemania. En la sociedad francesa, la norma del hogar con dos empleos a jornada completa se ha consolidado (más del 40% frente al 15% de Alemania). En el último país se ha extendido el modelo en el que uno de los miembros aporta el dinero y el otro redondea: el  45% de los hogares y al 70% de las casas  con hijos pequeños.


UNA OPCIÓN POLÍTICA EN DETRIMENTO DE LAS MUJERES

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

La principal explicación de esas diferencias reside en las modalidades de regulación del reparto del trabajo. En Alemania, ese reparto se hizo en una primera etapa mediante el desarrollo de empleos atípicos animado por los cambios legislativos: la ley de 2001 sobre el trabajo a tiempo parcial, después la legislación Hartz de 2004 que ampliaba los minijobs (véase el artículo Los 'minijobs' o la flexibilidad a la alemana). Paralelamente a la ley, los convenios colectivos de rama, de los que depende la regulación de la jornada laboral en Alemania, redujeron, a mediados de la década de 1990, la jornada semanal media  a 37,5 horas.

Desde entonces, esos convenios han dado lugar a modalidades de flexibilización de la jornada laboral en los sectores de actividad. Ha habido acuerdos de empresa que la han implantado. Una flexibilización de la que las mujeres son más víctimas que los hombres debido a las relaciones de género que persisten en la sociedad alemana, a raíz del estallido de la norma de empleo en ese país. Por el contrario, en Francia,  pese a los numerosos cuestionamientos (ampliación de horas extraordinarias y exoneraciones fiscales y sociales o  individualización de la jornada laboral), la legislación sobre las 35 horas ha limitado las desigualdades de género en la jornada laboral. Sin embargo, la ley francesa El Khomri, al hacer de la descentralización de la negociación de la jornada laboral y de la flexibilización uno de sus ejes más importantes ha ampliado las brechas. Profundizar en este sentido podría tener grandes consecuencias en Francia, especialmente en las modalidades de empleo de las mujeres.