Contemporáneos / La economía de la droga

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Julio 2014 / 16

Hay un antes y un después en la literatura del narcotráfico, y lo marca El poder del perro, del norteamericano Don Winslow, una novela impresionante llamada a convertirse en un clásico. La francesa Dominique Manotti nos habla en Conexión Lorena de privatizaciones y del funcionamiento de las grandes empresas.

Don Winslow retrata en una novela tan extraordinaria como dura el funcionamiento de los cárteles de narcotraficantes.

En la detención de Joaquín Guzmán, alias El Chapo, el narcotraficante más buscado del mundo, no participaron agentes de Estados Unidos, según aseguró entonces —febrero pasado— el presidente de México, Enrique Peña Nieto, aunque hubo “intercambio de información y colaboración” con los servicios de inteligencia del vecino del Norte.

Quién sabe. El escepticismo corre en la vena de cualquiera que haya sucumbido a El poder del perro, definido por el escritor argentino Rodrigo Fresán como “la Gran Novela Americana del Narcotráfico”. La obra mayor del neoyorquino Don Winslow es, sí, una novela (un pedazo de novela, para ser justos), pero no puede leerse igual sabiendo lo que en múltiples entrevistas ha contado sobre ella el mismo autor, exdetective privado, exguía turístico, exestudioso de la historia africana: “Casi todos los hechos (relatados) son verdad”.

No solo las matanzas a balazos, la boca de un muerto rellena de sus dedos cortados, las pieles arrancadas a lo vivo, la cabeza decapitada de un ser amado o los niños arrojados desde un puente. También las connivencias volubles entre policías, sicarios, gánsteres, narcos, mafias, servicios de inteligencia, religiosos y gobiernos. La ruta de la droga rumbo a Estados Unidos. Las mil y una formas de cruzar la interminable frontera. Las corruptelas. La doble moral. Los aviones de la SETCO, utilizados para el contrabando de drogas en EE UU y el transporte de suministros militares y personal de la Contra. La prostitución de lujo. Los ojos cerrados y los oídos sordos a cambio de poder, dinero, armas, apoyo a la lucha (ideológica y militar) contra guerrillas comunistas. O de todo un poco.

 

Un negocio de miles de millones

Según los datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), el crimen organizado genera en el mundo cada año cerca de 870.000 millones de dólares. Seis veces más de lo que la humanidad se gasta en ayudas al desarrollo. De esa cantidad ingente de dinero, el tráfico de drogas supone 320.000 millones anuales, con la cocaína y los opiáceos como principales vacas lecheras. En cuanto a la venta ilegal de armas, hablamos de una ganancia para las redes de mafiosos de 1.000 millones anuales. Violencia e inestabilidad aparte.

ILUSTRACIÓN: PERICO PASTOR

El poder del perro nos traslada de las grandes cifras a las microhistorias de narcos, resumidas en la cruzada de tres décadas librada contra el clan de los Barrera por un llanero solitario que viene a ser lo más parecido al bueno del libro, Art Keller. Marcado y asqueado por la guerra de Vietnam, y posteriormente reciclado en agente de la Drug Enforcement Administration (DEA), revive un infierno no tan distinto en México, donde vengar la tortura y el asesinato de un compañero de la agencia antidrogas de EE UU se convierte en la causa de su vida.

Según datos de la ONU, el tráfico de drogas mueve 320.000 millones de dólares al año

La novela refleja cómo los negocios sucios se entrelazan con el tejido económico legal local

Después de una larguísima inmersión en informes de la DEA y la CIA, algunos de los cuales han pasado por el Congreso norteamericano, Winslow ha confesado que no ve más salida a la guerra contra las drogas que su despenalización controlada, para robar el sentido, léase el beneficio, a los tinglados empresariales montados bajo su cobijo.

No tan lejos ha ido la Administración de Obama, aunque vale la pena recordar que, al menos de palabra, el presidente de EE UU intenta afrontar la drogadicción, al menos en teoría, como un problema de salud pública que requiere de programas para combatir el consumo.

EE UU tiene el 5% de la población mundial, pero se zampa el 25% de las drogas (además de generar el 90% del contrabando de armas con México). Sin actuar en el destino no se desbarata el flujo de la droga.

 

Más y más cárceles

En las páginas de la novela, narrada de modo casi cinematográfico, aparece otra (absurda) realidad de nuestro tiempo: el gusto por encarcelar, la solución policial de los problemas, con su correspondiente traducción en negocio para la seguridad privada. Hacen falta más y más prisiones. Alguien deberá construirlas y gestionarlas, lo mismo que alguien podria manejar servicios de seguridad externalizados en nombre del “menos Estado” (o el Estado depredador, que diría el economista James Galbraith). La economía de la seguridad fue un tema ampliamente investigado por Claire Rodier en el recomendable trabajo El negocio de la xenofobia, donde el business de la seguridad se reparte entre un puñado de pocas multinacionales y crece a un ritmo del 12% anual.

En paralelo al dinero de la droga, en El poder del perro asoma algo derivado de modo inquietante de los negocios sucios: cómo uno difícilmente puede combatirlos sin cargarse a su vez un trozo del tejido económico de un país, considerando que los cárteles nadan en dinero y lo invierten en la economía legal. Encarna el problema el personaje —uno de los protagonistas— Adán Barrera, que se enriquece con la droga, pero invierte en exitosas cadenas de restaurantes y hasta en flotas enteras de aviones Boeing. A partir de ahí, en la novela no hay más que perdedores, pulsión de venganza y cierta búsqueda de redención.