Por una economía al servicio de las personas

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Abril 2014 / 13

El pasado 3 de marzo se celebraba en Bilbao una reunión de responsables políticos, económicos y empresariales bajo el nombre de Global Forum Spain, que pretendía trasladar a la sociedad el mensaje de que nuevas reformas son necesarias para aumentar la competitividad de nuestra economía, reformas que nos permitirán salir de la crisis y alcanzar más rápidamente esa salida que (nos dicen) parece vislumbrarse en el horizonte. Este mensaje parece unívocamente ligado a una determinada visión de la economía y del sistema económico, para la cual la maximización del beneficio ha de ser el objetivo principal y motor de la actividad económica.

Sin embargo, son muchos los que pensamos que los negocios deben realizarse dentro de un marco que permita garantizar la equidad, el bienestar de las generaciones actuales y futuras, la democracia y la cohesión social. Que el fraude fiscal y la opacidad en la toma de decisiones políticas son inadmisibles. Que el necesario equilibrio a largo plazo de las cuentas públicas requiere de ritmos y ajustes contextualizados en el espacio y en el tiempo. Lamentablemente, la retórica económica oficial ha evitado estas cuestiones, intentando reducir la discusión a pretendidos aspectos técnicos, que no son más que una coartada que evidencia en multitud de ocasiones un rígido dogmatismo y una preocupante falta de rigor. Por ello, varios centenares de profesores/as del ámbito de la economía y empresa suscribimos en vísperas de la celebración del Global Forum Spain un pronunciamiento (http://www.pertsonenekonomia.info/ ), con el que pretendíamos recuperar ante los participantes y ante la opinión pública ciertos aspectos centrales para el debate económico, que lo son aún más en el contexto de crisis económica, social y política en el que nos hallamos.

Se trata de cuestiones fundamentales para la organización de la vida económica y social que la crisis y las políticas de respuesta a ésta han puesto en entredicho: equidad, eficiencia social y ecológica, democracia y transparencia. Abordar la competitividad como única necesidad frente a todos estos valores puede conducirnos, si no lo está haciendo ya, a una creciente desvertebración social y a una profunda crisis de legitimidad de nuestro modelo de sociedad. Es, por lo tanto, el momento de volver a poner a la economía y a la política al servicio de las personas.

Eduardo Malagón Zaldua, Profesor de Economía Aplicada de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea