Los Estados del Bienestar resisten

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Marzo 2013 / 1

· Un estudio prueba que, al menos hasta 2010, los sistemas de protección social en Europa no se deterioraron de forma significativa. Pero las políticas de austeridad pueden cambiar la tendencia.

Los franceses se sienten orgullosos. Y no tan sólo de sus vinos y de sus quesos. La protección social figura también en un buen lugar en la lista de activos de los que les gusta tanto jactarse. Algunos se quejan, cierto, del coste que supone. Otros se felicitan de la función que ejerce como correctora de las desigualdades. En todo caso, la mayoría está convencida de que es una de “las mejores del mundo”. ¿Es eso cierto?

Un reciente estudio publicado por el Centro para la investigación económica y sus aplicaciones, el Cepremap, permite valorar sus resultados mejor en el contexto europeo.

Examen con lupa de la política social

El Estado el bienestar tiene fama de estar en crisis un poco en todas partes. Está cuestionado: el movimiento de reformas neoliberales que viene sacudiendo a los países occidentales a partir de los años ochenta, con el auge de las terapias de shock aplicadas por Margaret Thatcher en el Reino Unido y por Ronald Reagan en los Estados Unidos. Pero también debido a los compromisos presupuestarios: por culpa de un endeudamiento considerado excesivo, los estados se verían obligados a recortar sus gastos sociales. Igualmente sentado en el banco de acusados: la ampliación de la Unión Europea a Veintisiete, que sería fuente de dumping social. Y la lista no termina aquí: el envejecimiento demográfico amenazaría la financiación del sistema de pensiones; el temor a “atraer a toda la miseria del mundo” empujaría a los gobiernos a revisar a la baja sus ambiciones sociales; la precarización del mercado de trabajo cargaría los gastos y limitaría los recursos destinados a la protección social. En resumen, el Estado del Bienestar, inventado después de la Segunda Guerra Mundial, ya no sería adecuado al mundo tal y como es hoy.  

Pero, de nuevo, ¿es eso cierto? Entendámonos: algunas de estas amenazas son del todo reales. Falta saber en qué medida ello debilita a los Estados del bienestar. De ve ras se comportan con menor desempeño que antes? Hasta aquí, ningún sistema permitía medir la calidad de un sistema de protección social, ni comparar su rendimiento respecto al de otros países. Una laguna que los economistas Mathieu Lefebvre y Pierre Pestieau han intentado subsanar.

Para lograr su objetivo, han reunido una serie de datos  relacionados con los cinco indicadores que encarnan mejor las misiones de un Estado del Bienestar. Se trata de la tasa de pobreza, las desigualdades de ingresos entre  el  25% de los asalariados mejor pagados y el 25% de los peor pagados, el nivel de paro de larga duración,  el índice de abandono escolar y la esperanza de vida en el momento de nacer.  Todo ello da idea del impacto de las políticas de sanidad, educación, lucha contra la precariedad o de apoyo al empleo de los diferentes estados europeos. La jubilación no se tiene en cuenta en esta evaluación, pese a que representa una parte importante de los gastos sociales de los estados.

Gráfico Estados bienestar 1/2 Ilustraciones: Idana Rodríguez


¿Qué cabe concluir? Austria saca la mejor nota por lo que respecta al paro; los Países Bajos, en cuanto a la pobreza; Suecia, sobre la igualdad; Luxemburgo exhibe el mejor resultado en educación y España, en sanidad. 

En cambio, es España el país que se lleva la peor calificación en igualdad, paro y pobreza, mientras que Portugal se encuentra en el pelotón de cola en educación y Dinamarca en sanidad. En cuanto a Francia, se sitúa por encima de la media en el conjunto de los indicadores (ver tabla). Para saber cuál es el país que, en total, cuenta con una mejor protección social, los autores han construido un índice sintético que agrega estos distintos indicadores, dándole a cada uno de ellos el mismo peso sobre el total (1), sobre el modelo de lo que hacen las Naciones Unidas con el índice de desarrollo humano (IDH). Resultado: Francia se coloca en el sexto lugar de la Unión Europea (a Quince), por delante de Dinamarca, Bélgica y Alemania, relegada al puesto número nueve a pesar de que fue este último país el que inventó el Estado del Bienestar. En la cima, encontramos los países nórdicos, los Países Bajos y Austria. Grecia, Portugal, España y el Reino Unidos son los que arrojan un comportamiento peor.

Recuperación sorprendente 

Este ranking refleja una foto de los Estados del Bienestar en 2010. Pero no nos dice si las políticas redistributivas de los diferentes países  han sufrido, o no, la competencia fiscal y el dumping social que se imponen en Europa. Para saber a qué atenerse,  los autores han analizado la evolución de su indicador durante 15 años, entre 1995 y 2010. Resultado: no sólo la inclusión social  ha aumentado en la mayor parte de los países, sino que son quienes en el punto de partida estaban peor situados quienes han experimentado un progreso más significativo. Es el caso de Portugal, España e Irlanda.

Gráfico Estados bienestar 2/2 Ilustraciones: Idana Rodríguez


No es, pues, una huida hacia adelante hacia los menores costes sociales posibles lo que se observa, sino una clara recuperación. “Esta convergencia es, sin duda alguna, sorprendente”, señalan los autores. “No transcurre ni un día sin que la prensa deje de relatar noticias sobre la deslocalización de empresas, el flujo de inmigrantes clandestinos, la presencia de electricistas poloneses o de sirvientes marroquíes”. El declive anunciado, sin embargo, no se ha producido. Al menos según los datos utilizados en este estudio y hasta 2010: “Este resultado es tranquilizador, incluso si pudiera no confirmarse en el futuro, considerando las dificultades financieras y presupuestarias por las que atraviesan nuestros países”, precisan, curándose en salud, los autores.

Lo mismo ocurre con la ampliación de la Unión Europea a Veintisiete llevada a cabo entre los años 2004 y 2007. La puntuación media del índice de inclusión social de la Unión no cae de forma radical. Simplemente porque algunos de los nuevos socios tienen un buen comportamiento (caso de Eslovaquia o la República Checa), mientras que otros, como los países Bálticos, Bulgaria o Rumanía, acumulan dificultades. De media, la calidad de la protección social europea no se ha deteriorado de forma significativa.

Pese a dicha convergencia, existen sin embargo diferencias notables entre estados miembros. ¿A qué se deben? Tres factores contribuyen a explicar estas variaciones: el producto interior bruto (PIB) por habitante, la parte de los gastos públicos en el PIB y el nivel de dependencia (es decir, la proporción de la población que constituyen los jóvenes de 14 años y menores, y de personas mayores de 65 años).

Al final, este estudio permite darle la espalda a cierto número de ideas preconcebidas. “A pesar de la globalización, no hemos observado hasta ahora una reducción ni de los gastos sociales ni de comportamiento de los Estados del bienestar”, afirman Mathieu Lefebvre y Pierre Pestieau. No está nada claro, sin embargo, que dicha constatación resista a la austeridad generalizada en la que Europa se sumerge.
 

PARA SABER MÁS:

· El Estado del Bienestar en Europa. Comportamiento y dumping social, por Mathieu Lefebvre y Pierre Pestieau, colección Cepremap. Calle Ulm, 2012

Nota final (1). Han construido un segundo índice más elaborado que permite medir el esfuerzo a realizar para estar entre los primeros de la clase. La clasificación difiere ligeramente entre estos dos indicadores, pero están bastante correlacionados.