India y Pakistán se asfixian; es lo que nos espera a nosotros

Comparte
Pertenece a la revista
Septiembre 2022 / 105

Clima

Es imposible no ver una relación entre los fenómenos climatológicos extremos y el calentamiento global. Nos queda poco tiempo para actuar.

 

A mediados de marzo, en Nueva Delhi soplaba un aire abrasador. La habitual suavidad de la primavera había dado paso de repente a una canícula precoz que abatió India bajo unas temperaturas sofocantes con un pico de 49,2 ºC en la capital. Hubo que cerrar las escuelas. Numerosos sintecho murieron en las calles. Pájaros deshidratados caían del cielo y hubo incendios de bosques y de gigantescos vertederos.
La ola de calor se extendió al vecino Pakistán, donde se alcanzó la temperatura récord de 51 ºC  en Jacobabad. Y desde entonces no ha dado respiro a los habitantes de ambos países. El mes de abril ha sido el más caliente desde hace 22 años en India y desde hace 61 en Pakistán. Las temperaturas siguieron siendo elevadas en mayo (más de 40 ºC y con récords de hasta 48 ºC ) y en junio, como siempre antes de la llegada del monzón de verano. Trabajar en las ciudades y en los campos transformados en un infierno se ha convertido en un sufrimiento físico para los que están en activo, sobre todo dado que una mayoría de los habitantes (el 71% en Pakistán y el 81% en India) se ganan la vida en el sector informal, con frecuencia en trabajos callejeros.

Serias amenazas
Los habitantes que se lo pueden permitir se han abalanzado a comprar aparatos de aire acondicionado, lo que alimenta un círculo vicioso, pues esos aparatos expulsan aire caliente y, además, aumentan la demanda de electricidad, proporcionada por energías emisoras de gases de efecto invernadero (el 70% por las centrales de carbón en India y el 62% por un mix de gas-fuel-carbón en Pakistán).

Las cosechas de trigo, arroz, verduras y frutas serán menores este año

Los calores extremos se van a repetir casi cada año  hasta finales de siglo

Es imposible no ver una relación entre esos calores prematuros y tórridos y el calentamiento global: este multiplica por 100 el riesgo de canícula en el subcontinente, como nos recuerda un informe científico. India y Pakistán, que figuran entre los países más expuestos a los riesgos climáticos, según el Climate Risk Index, sufren desde hace varios años una intensificación de fenómenos extremos: canículas, sequías, ciclones, tormentas violentas e inundaciones. 
Y para ambos países, que deben alimentar a 1.500 millones de seres humanos, esas alteraciones suponen serias amenazas. Tienen, en efecto, numerosas zonas agrícolas vulnerables, con cultivos sensibles a los avatares meteorológicos y muy dependientes del aporte de agua, como nos recuerda el Center for Science and Environment (CSE) de Nueva Delhi. Además, el recalentamiento aumenta también la variabilidad de los monzones. 

Un anticipo de lo que viene
Y es solamente el comienzo de las adversidades por las que va tener que pasar el subcontinente. Según un estudio, esos calores extremos se van a repetir casi cada año hasta finales de siglo. Otros expertos prevén incluso su intensificación, lo que planteará problemas de supervivencia. Ya, las cosechas de trigo, arroz, verduras y frutas serán menores este año. Y si se van a seguir viendo afectadas todos los años, ¿cómo garantizar la seguridad alimentaria de ambos países? ¿Y qué pasará con sus reservas de agua, ya crónicamente bajas?
Pero, si la canícula que golpea a esa región debe alarmarnos es también porque anticipa lo que le espera al resto del planeta. El calentamiento se acelera: el umbral de +1,5 ºC se alcanzará hacia 2030, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y, a la larga, no habrá ninguna región del globo que no se vea afectada. Según el climatólogo Jean Jouzel, Francia podría sufrir picos de 50 ºC e incluso de 55 ºC  hacia 2050.  La brutal realidad de la canícula en India y Pakistán nos recuerda el poco tiempo que nos queda para actuar.