El crecimiento mundial languidece

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Marzo 2016 / 34

La OCDE rebaja sus previsiones de crecimiento ante la debilidad generalizada de la demanda.

Perspectivas de crecimiento del PIB

Variación anual

La economía mundial avanza al ritmo más lento de los últimos cinco años, atenazada por una multitud de factores que se retroalimentan unos a otros. Soplan malos vientos para todos: las principales economías emergentes, motor de la actividad en los últimos años, dan muestras preocupantes de debilidad, mientras que la recuperación de las economías más avanzadas no acaba de consolidarse. 

La debilidad generalizada de la demanda, acompañada de baja inflación, mantiene estancados tanto los salarios como la creación de empleo. Apenas crecen los intercambios comerciales y la inversión. La caída de los precios de las materias primas —notablemente, el petróleo— ha asestado a los países exportadores un duro golpe que se deja sentir en todo el mundo.

Por si fuera poco, ha hecho su reaparición la inestabilidad financiera. La respuesta de los mercados a la lentificación económica mundial ha sido la bajada del precio de los activos, ya sean bonos o acciones. El índice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York registraba a finales de febrero una caída cercana al 6% desde comienzos de año. El Eurostoxx 50 bajaba más del 10%; el Nikkei, un 15%; el índice compuesto de la Bolsa de Shanghai, más del 17%. Algunas economías emergentes llevan meses dando muestras de vulnerabilidad a oscilaciones bruscas de los tipos de cambio.

El cuadro no invita precisamente al optimismo. Tras analizar los datos más recientes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha rebajado sus perspectivas para este año y el que viene. Según sus cálculos, el PIB mundial crecerá el 3% en 2016 y el 3,3% en 2017, ritmos inferiores a lo normal en una fase de recuperación como la que —se supone— atraviesan las economías desarrolladas.

Sin criticar explícitamente la austeridad imperante en los países ricos, la OCDE sí llama la atención sobre el carácter contractivo de las políticas fiscales, y subraya que la perniciosa combinación de baja demanda, baja inversión, baja inflación, débil creación de empleo y escaso crecimiento de la productividad está frenando las esperanzas de que se produzcan a corto plazo una mejora en los niveles de vida y una distribución más equitativa de las rentas. El mensaje de sus expertos es claro: la economía mundial no levantará cabeza sin una recuperación del sector privado y una subida de los salarios. 

Ante este panorama, la organización que agrupa a los países más desarrollados advierte de que las herramientas de política monetaria ya no son suficientes, por lo que considera necesaria “una respuesta colectiva” para estimular la demanda. 

La OCDE pide estímulos a la demanda

La inestabilidad financiera añade incertidumbre

En la zona euro, el alto índice de desempleo y el bajo nivel de inversión siguen frenando la actividad económica. El efecto positivo de la caída del coste de las importaciones de petróleo ha sido inferior al esperado, mientras que la depreciación del euro y los bajos tipos de interés tampoco están siendo suficientes para estimular el crecimiento. 

A todo ello hay que añadir la incertidumbre que generan la falta de una respuesta coordinada a la crisis de los refugiados, la convocatoria del referéndum británico sobre la permanencia en la Unión Europea, la impopularidad de las medidas de austeridad y el auge de movimientos nacionalistas y populistas. Todos esos factores, sostiene la OCDE, pueden frenar la inversión, empeorar las condiciones financieras y lentificar aún más el ritmo de crecimiento de la economía del Viejo Continente. “Europa necesita recuperar la autoestima y hablar con una sola voz para promover la unidad y el crecimiento”, afirma la organización en su último informe de perspectiva, publicado en febrero. 

Por su parte, la recuperación estadounidense sigue su curso gracias a la pujanza del sector privado y al aumento del empleo, que ha fortalecido la demanda de los hogares. El crecimiento del PIB se lentificó a finales de 2015 debido a la caída de las exportaciones, la apreciación del dólar y la menor inversión –consecuencia de los bajos precios del petróleo—, pero la OCDE vaticina que esos vientos de cara perderán fuerza.