Unión Europea // Los tres combates de la izquierda francesa

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Julio 2022 / 104

Fotografía
Jeanne Menjoulet

Las fuerzas progresistas deben ir más allá de la denuncia del racismo y el fascismo y hacer propuestas que den salida al malestar social expresado en las legislativas de junio.

Pasada la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia, el pasado 19 de junio, es forzoso constatar que el país cosecha desde un punto de vista político aquello que el presidente Emmanuel Macron ha sembrado. Su desprecio social y su arrogancia de clase han reforzado la decisión de la mitad del electorado francés consistente en no ir a votar y la de la otra mitad del electorado, consistente en apoyar de forma mayoritaria a aquellos y aquellas que combaten su opción política. 

[Dos meses después de los comicios presidenciales, la formación Ensemble (Juntos), liderada por Macron, logró 245 de los 577 escaños de la Asamblea Nacional, lejos de los 289 que aseguran una mayoría absoluta. En segundo lugar quedó posicionada la coalición de izquierdas Nueva Unión Popular Ecológica y Social (NUPES) promovida por Jean-Luc Melenchon y que obtuvo 131 escaños, un avance muy significativo de 74 escaños, mientras que el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, aumentó aún más su número de diputados, al pasar de 8 a un total de 89, en un contexto de elevada abstención, del 53,7%. Con este panorama, tras el ciclo electoral, Francia abre una etapa de incertidumbre y de búsqueda de alianzas en las que también tendrán su papel, entre otros, Los Republicanos de centroderecha, que cuentan con 61 diputados, y los 22 representantes de izquierda diversa].

Para los defensores del progreso social, es necesario librar de manera urgente tres batallas.

Una "mayoría de acción"

La primera batalla que se requiere es de tipo parlamentario. Desde los sectores favorables al presidente se llama a “construir una mayoría de acción”. Bien podemos imaginarnos cuáles serán estas actuaciones en el plano económico y social: responder a la crisis del menguante poder adquisitivo, pero, sobre todo, sin aumentar los salarios, desocializar el país a base de suprimir impuestos y reducir el gasto público, retrasar en la medida de lo posible la edad legal para jubilarse, y medidas en esta senda. Se trata de un programa de regresión social para el que el presidente Macron no tendrá ninguna dificultad en encontrar una fuerza política de apoyo entre los diputados de Los Republicanos, que reclamarán a cambio un endurecimiento de todas estas medidas. 

Es necesario examinar a fondo las zonas rurales y los bastiones obreros

Seguidamente, todos juntos empezarán a llorar y a lamentarse por “el ascenso de los extremos”. A sus ojos, la coalición NUPES de Melenchon y la extrema derecha aparecen como formaciones equivalentes, mientras que sus opciones políticas alimentan una ira en la sociedad legítima que se ha expresado a través de las urnas.

Denunciar no basta

Esta será la segunda batalla que va a librarse contra la fuerza conseguida en la Asamblea Nacional, y de forma más general en el conjunto del país, por la Agrupación (de la vergüenza) Nacional. 

No bastará con denunciar a los racistas y a los fascistas: el electorado que ha optado por Le Pen va más allá de ello. Las izquierdas deben encontrar el discurso y una serie de propuestas económicas y sociales que permitan dar una salida y canalizar el resentimiento que está expresando el voto por la extrema derecha.

No puede afirmarse que todos los votos de las zonas rurales hayan elegido la opción de Agrupación Nacional, pero, de todos modos, será necesario salir de las ciudades y de sus áreas metropolitanas para examinar a fondo los territorios rurales, y hacerlo también en los antiguos bastiones obreros. Se trata de convencer a los electores de que voten de otra manera.

El poder de compra, la movilidad, el acceso al empleo y a puestos de trabajo reconocidos, la lucha contra la precariedad social —no en general, sino la precariedad social que se da específicamente en estos territorios— reclaman respuestas.

Los economistas  deben participar en el trabajo de resocialización

Los economistas deben participar en este trabajo de resocialización. Repetir, ante a los 89 diputados de Agrupación Nacional de Le Pen, que la distribución de la renta no se ha deteriorado en detrimento de las personas asalariadas, o incluso que las desigualdades no se han agrandado en Francia, choca contra la realidad social del país.

Techo de cristal

Finalmente, y en esto consiste la tercera batalla pendiente, las fuerzas de la izquierda tendrán también que proceder a actualizarse y hacer su aggiornamento

Aunque, sumando fuerzas políticamente, la izquierda gana escaños en la Asamblea Nacional, el comunista Fabien Roussel no se equivoca del todo cuando subraya que, con un número de votos que en realidad no progresa, el programa económico y social actual de las izquierdas topa claramente con un techo de cristal.

Sin renegar de su filosofía general, la que señala hacia la salida del túnel liberal, la de realizar una auténtica transición ecológica y la de luchar a favor del progreso social, será necesario apaciguar los discursos, precisar las etapas, engrasar las transiciones.

Y convencer.