Tecnología // Semiconductores: el despertar europeo

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Abril 2022 / 101

Bruselas anuncia una inversión de 42.000 millones para no perder el tren de la tecnología. Es un esfuerzo importante, pero inferior al de los países más avanzados.

¿Va a subirse la industria europea al tren de la tecnología del siglo XXI? Ese es, al menos, el objetivo que se ha propuesto la Comisión Europea con la Chips Act, el proyecto de directiva sobre los semiconductores presentada a primeros de febrero. Los chips que encontramos en todo lo que contiene una capa digital —desde los smartphones y los coches hasta los equipos de telecomunicaciones— han pasado a ser uno de los productos estratégicos de la economía mundial.

Ahora bien, Europa tiene problemas a la hora de fabricar y dominar esas tecnologías. Si no se invierte la actual tendencia, dentro de 10 años el porcentaje del Viejo Continente en la producción mundial de semiconductores caería a menos del 5%. La ambición de la Comisión es, pues, muy sencilla: cuadruplicar la capacidad del continente de aquí a 2030, fecha en que el mercado mundial se habría duplicado. Si se logra dicho objetivo, Europa contaría con el 20% de las fábricas. Se trata, en suma, de un reto de soberanía tecnológica.

Esfuerzo moderado

¿Son suficientes los medios con que se ha dotado para alcanzar ese objetivo? Aquí empiezan las complicaciones. La suma avanzada por Bruselas es, ciertamente, significativa: 42.000 millones de euros. Europa se pone, así, al nivel de Estados Unidos, que ha anunciado 52.000 millones de dólares de aquí a 2026, pero los estadounidenses tienen empresas gigantes en esta materia, como Intel, y un dominio de la tecnología que aún no igualan los europeos. Y si lo comparamos con las inversiones de China y Corea del Sur, que se cifran en centenares de miles de millones de dólares, el esfuerzo europeo es mucho más moderado.

Con la 'Chips Act', la  Unión comienza a desarrollar una política industrial propia

Además, aunque las decenas de miles de millones del plan europeo pueden, a primera, vista dar vértigo, son menos impresionantes si pensamos en la cantidad de capital que requiere esta actividad. El gigante taiwanés TSMC ha anunciado un plan de inversión en tres años de 100.000 millones de dólares, es decir, casi el doble del cheque de Bruselas. 

Con la Chips Act, la Unión comienza a desarrollar una política industrial aumentando las subvenciones y previendo incluso un bloqueo de las exportaciones en caso de escasez. Pero el Viejo Continente tendrá que enfrentarse a la estrategia de otros países que están haciendo lo mismo desde hace mucho tiempo y, en ocasiones, con más intensidad.