¿Puede Draghi salvar a Europa?

Comparte
Pertenece a la revista
Abril 2016 / 35

Remedio: El Banco Central Europeo podría financiar a los hogares y algunas inversiones de forma directa. Quizá sería una medida eficaz, pero poco democrática.

POLÍTICA MONETARIA Mario Draghi, presidente  del  BCE. FOTO: BANCO CENTRAL EUROPEO

¿Qué puede hacer Mario Draghi para lograr que su política monetaria sea más eficaz?  El pasado 10 de marzo, el  presidente del Banco Central Europeo (BCE) tomó decisiones mayores para combatir el peligro de recaída en recesión y de empeoramiento de precios: bajada hasta el 0% de los tipos de referencia en las principales operaciones de financiación del Eurosistema (las subastas semanales); rebaja hasta del 0,25% del tipo de interés al que presta dinero a un día; una nueva penalización a los bancos que en lugar de prestar dinero, lo dejen en depósito en el propio BCE (pagarán el 0,4% si sus fondos se quedan ociosos); aumento hasta 80.000 millones mensuales de las compras de activos; sin olvidar la bomba de nuevas barras libres de liquidez (las TLTRO) a cuatro años a partir de este próximo mes de junio. Puede ser la última etapa antes de dar un paso hacia la única política que hoy sería eficaz: financiar de forma directa inversiones, o incluso a los hogares de la eurozona.

“La política actual tiene rendimientos decrecientes”

Gravar los depósitos de los bancos incita a colocar dinero fuera

El mercado de deuda privada en Europa es estrecho

Seguir con la misma política, pero a mayor escala, tiene pocas posibilidades de que obtenga mejores resultados. “La eficacia no es nula, pero son políticas con rendimientos decrecientes”,  confiesa un antiguo banquero central. ¿Hasta qué punto sirve anunciar una nueva extensión de la duración de la versión europea del Quantitative easing (QE), bajar un tipo director que ya estaba al 0,05% o aumentar el montante de las compras de activos públicos y privados que ya venía haciendo? Gravar los depósitos de las entidades financieras con un tipo negativo las incita a colocar más dinero fuera, lo que contribuiría a debilitar un poco más el euro (sólo hasta lo que permitan otros bancos centrales, principalmente la Reserva Federal de Estados Unidos).

 

DEUDA PRIVADA

El BCE podría financiar empresas él mismo, comprándoles acciones u obligaciones. No podría hacerse sin problemas. Las empresas beneficiarias de esas compras verían su coste de financiación reducirse, pero no las otras. 

El mercado de deuda privada con potencial de ser comprada es estrecho en Europa: a finales de 2015, el stock de deudas de entidades públicas sobrepasaba ligeramente los 7,5 billones de euros, y el de las sociedades no financieras se situaba en los 900.000 millones de euros.

Ante estas dificultades, numerosos economistas sugieren otra idea: con apoyos, como señalan Paul Krugman, el ex presidente de la FED, Ben Bernanke, el economista jefe de Citigroup, Willem Buiter, y el ex responsable de la regulación financiera británica, Adair Turner. ¡Y Keynes y Friedman!

 

PROPUESTA

En concreto, se proponen dos caminos: ya sea la financiación de proyectos de infraestructuras públicas mediante la creación de moneda, ya sea una distribución directa de dinero entre los europeos. Ninguno de esos dos caminos es fácil.

El economista Frank van Lerven comenta sobre el caso de la financiación de infraestructuras que los proyectos deberían poder ponerse en marcha de forma rápida para que la medida fuera eficaz, mientras que su escala podría variar en función de la cantidad de dinero que el Banco Central Europeo  estuviera dispuesto a crear. Asimismo, las cuantías para cada país deberían decidirlas los respectivos bancos centrales nacionales, pero la decisión, por lo que respecta al empleo de los fondos, debería corresponder a los Estados miembros de la Unión, que tendrían, por ejemplo, que fijar un objetivo de reducción del paro. Ello podría abordar un proyecto europeo de economía de la energía. El efecto macroeconómico y ecológico de estas acciones sería directo, local e importante.

Si no, queda la solución de emplear el dinero creado por el BCE para llenar las cuentas bancarias de cada europeo e incitarlo a desendeudarse o a consumir. Es lo que resumiría el lema Quantitative easing para la gente. Sin duda, sería una medida muy popular. Pero el impacto macroeconómico sería menos fuerte, porque una parte de esos ingresos extra se ahorraría o se gastaría en importaciones.

Además, para que la medida fuera eficaz, haría falta distribuir más dinero entre los países con mayores dificultades, lo que supone proceder a un cierto tipo de redistribución de ingresos en la zona euro. “Podría tener sentido económico, pero no es el BCE al que le toca decidir a quién debe repartírsele más dinero. No sería democrático”, explica nuestro ex banquero central. “Es la última solución, pero tiene pocas posibilidades de llevarse a la práctica”, concluye Anton Brender. Incluso la actuación “sin límites” de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, tiene sus límites, y estos son de carácter tanto democrático como económico.

 

ENTREVISTA

Anne-Laure Delatte Economista del CNRS 

“UN PROBLEMA DEMOCRÁTICO SERIO”

¿Qué piensa de la propuesta de que el BCE financie grandes proyectos o distribuya dinero a los hogares de forma directa?

Se llega a este tipo de propuesta porque Europa ha entrado en una fase de estancamiento: una tendencia a largo plazo a una débil productividad y a un débil crecimiento. Pero la política monetaria no podrá responder a esta situación en solitario. Proponer que el Banco Central Europeo financie directamente proyectos de inversión o las cuentas bancarias de las familias es querer hacerle desempeñar un papel de política presupuestaria. Frente a un choque de crecimiento que afecta más a Grecia y a otros países, pero menos a Alemania y  Francia, pedimos a la política monetaria que sustituya las transferencias fiscales inexistentes que permitirían reaccionar ante esta situación.

¿Pero es una alternativa, vista la falta de coordinación presupuestaria?

Me parecería coherente en el plano económico y ecológico que el Eurobanco generara dinero para financiar, por ejemplo, un gran proyecto de renovación térmica de los inmuebles. Pero eso plantea un problema democrático serio: la decisión de distribuir financiación incumbe a los parlamentos elegidos por los ciudadanos. Para que fuera eficaz, haría falta transferir dinero alemán y de países del norte de Europa hacia países del sur de la UE, que están lejos de su potencial de crecimiento o bien que arrastran demasiado desempleo. Pondríamos así en marcha una política de redistribución a escala europea cuyas modalidades serían determinadas por los expertos del BCE, sin transparencia política. ¡Es ir mucho más allá de la política monetaria!

Sí, pero la economía de la zona euro podría beneficiarse de tal medida.

La política monetaria es más flexible: ahora podemos decidir cambiar el nivel de los tipos de interés o crear tal cantidad de dinero en una noche... Podemos actuar más deprisa que si se tuvieran que coordinar los distintos países sobre sus políticas presupuestarias. Pero habría un riesgo: una medida técnica de corto plazo que pone en cuestión las modalidades de la construcción europea y las insuficiencias en materia presupuestaria.

 

TEMAS RELACIONADOS:

- Una política monetaria ineficaz