Medio ambiente // Pesticidas sin fronteras

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Septiembre 2020 / 83

Fotografía
Avaaz

El consumo de productos tóxicos no viene solo de las fumigaciones de nuestros campos. También tiene su origen en las importaciones agrícolas, para beneficio de las multinacionales.

Nada impide pensar que los agricultores europeos van a dejar pronto de fumigar con glifosato, cuya autorización para la venta expira en 2022. Pero, aunque así ocurra, los europeos no se librarían de él. Seguirán siendo grandes consumidores del herbicida más utilizado en el mundo, a través fundamentalmente de las importaciones masivas de soja brasileña destinada a la cría de cerdo y aves de corral. 

Europa no solo consume, sino que fabrica gran cantidad de pesticidas peligrosos

La responsabilidad de los europeos no acaba en el uso directo o indirecto de esos venenos. Sus multinacionales son también grandes suministradoras de ellos, como ha mostrado un original trabajo de análisis de datos realizado por Unearthed (un consorcio de periodistas medioambientales ligado a Greenpeace Reino Unido) juntamente con Public Eye (un observatorio crítico de la actividad de las firmas transnacionalizadas con base en Suiza).

El glifosato, a la cabeza

La investigación ha levantado en parte el velo que impedía saber quién vende, en qué países y qué cantidades de pesticidas considerados muy peligrosos para la salud (como el glifosato) o para el medio ambiente (como el fipronil, un insecticida que mata a las abejas). Está fundamentada en una base de datos de Phillips McDougall en la que se recogen los principales segmentos del mercado de los pesticidas y detalla el 40% de las ventas mundiales, es decir, 23.300 millones de dólares en 2028 sobre un total estimado de 57.600 millones. Para determinar el porcentaje de los pesticidas de alto riesgo, a los que, evidentemente, no se clasifica oficialmente así, los autores se han basado en la lista de la asociación Pesticide Action Network (PAN). Esta lista, que cuenta hoy con 310 sustancias, no es una invención de ecologistas barbudos. Se ha elaborado a partir de recomendaciones o prohibiciones que emanan de la Unión Europea, de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, en sus siglas en inglés) estadounidense y de instituciones de la ONU, especialmente la OMS y la Convención de Estocolmo sobre la eliminación de los contaminantes orgánicos persistentes.
El cruce de la base de datos de Phillips McDougall con la lista de pesticidas muy peligrosos elaborada por PAN da unos resultados asombrosos. Estos productos representan 9.900 millones de dólares de ventas de los 23.300 millones analizados, no muy lejos de la mitad. Dos cultivos concentran las ventas de pesticidas peligrosos (a la cabeza de los cuales se haya claramente el glifosato): la soja (2.600 millones de dólares) y el maíz (1.700 millones). Son cultivos dedicados en sus tres cuartas partes a la alimentación animal. Estos pesticidas se utilizan mayoritariamente en los países en desarrollo, que exportan a los países del norte buena parte de su producción.

Hiperconcentración

Los cinco gigantes de la agroquímica, los europeos Bayer (que ha absorbido a Monsanto), BASF y Syngenta y los estadounidenses Corteva (producto de la fusión de DuPont y Dow Chemical) y FMC representan el 65% del mercado mundial de los pesticidas. Según la investigación de Unearthed, el 35% de su volumen de negocio se debe a los pesticidas peligrosos, algunos de los cuales tienen la venta prohibida en sus países de origen. Es el caso, por ejemplo, de la atrazina, un perturbador endocrino comercializado por Synegenta y que está prohibido desde hace mucho tiempo en la Unión Europea, del imidacloprid, vendido por Bayer, uno de los tres insecticidas que matan a las abejas prohibidos hoy en Europa, o del glufosinato que BASF vende a China, a Brasil y a Estados Unidos, aunque está clasificado como reprotóxico por la Agencia europea de los productos químicos (ECHA).

Dos tercios de las ventas de esos venenos realizadas por los cinco grandes se destinan a los países emergentes y en desarrollo. En Francia, la Ley Egalim de julio de 2019, prohíbe la exportación de pesticidas no autorizados por la UE a partir del 1 de enero de 1922. Dicha decisión, atacada por las industrias del sector, fue confirmada por el Consejo Constitucional el pasado 31 de enero, un pequeño paso adelante.