La regulación financiera, amenazada

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Octubre 2015 / 29

‘Lobby’ bancario: Las normas que pusieron orden al mercado financiero después de la caída de Lehman Brothers y prevenían futuras quiebras se están echando atrás.

La dinámica política que siguió a la caída de Lehman Brothers y que permitió establecer numerosas medidas de regulación financiera, está de capa caída. Los financieros, noqueados por una crisis que ha estado a punto de acabar con el sistema bancario mundial, se han recuperado rápidamente. Desde hace varios años, utilizan su influencia para intentar limitar, por no decir impedir, cualquier obstáculo a sus negocios. Los reguladores, que por su parte se sentían tanto más facultados para continuar fortaleciendo sus armas en la medida en la que contaban con el apoyo de las políticas, flaquean ahora en su  apoyo. 

 

PISANDO EL FRENO

En efecto, en las últimas semanas se han acumulado varias malas noticias. George Osborne,  ministro de Economía británico, ha aprovechado el verano para despedir a Martin Wheatley, el regulador jefe del primer centro financiero mundial. El hombre no dudó en imponer fuertes multas a los banqueros pillados en falta. Su religión sobre los nuevos productos inventados por los genios de las finanzas para ganar dinero era clara: “¡Tirad primero y preguntad después!”. Pero los banqueros han conseguido su cabeza. 

El 21 de julio pasado se cumplieron cinco años en Estados Unidos de la ley Dodd-Frank de regulación financiera. De las 390 normas que se suponía que se iban a establecer, sólo se han aprobado dos tercios. Hay otras en proyecto, pero ya no se está por la labor. Los parlamentarios republicanos saltan a la menor ocasión para cortarles el paso y para deshacer lo hecho.  En este sentido, acaban de proponer —asociados con algunos demócratas— reducir las garantías que deben aportar los bancos cuando llevan a cabo transacciones de productos sofisticados y arriesgados en el seno de un mismo grupo. Es la última batalla hasta la fecha de un largo combate entablado desde hace muchos meses para permitir a los bancos que sigan especulando en mercados rentables pero peligrosos. 

En lo que a la Comisión Europea se refiere, las cosas no van mejor. El nuevo comisario encargado del asunto, el británico Jonathan Hill, ha enfriado los ardores de su antecesor, Michel Barnier. Hill ha enterrado el informe que proponía situar las actividades más peligrosas de los bancos en filiales separadas. También ha señalado que actuaría con prudencia antes de forzar a los bancos a retener más capital, a pesar de ser el mejor modo de, en caso de problemas, amortizar las pérdidas sin hacérselo pagar a los contribuyentes.

 

REGULADORES

Pero aunque las políticas regulatorias comienzan a pisar el freno, tendrá que pasar algún tiempo antes de que la influencia de la banca consiga parar el trabajo de los reguladores. Hasta 2016-2019 no se habrán terminado de introducir los cambios que éstos han instituido. Podrán reducirse, pero difícilmente suprimirse, sobre todo porque los bancos han empezado a ponerlos en marcha: aumento de su capital, obligación de sus acreedores de participar en su rescate, etc. Los reguladores mantienen aún el volante y algunos de ellos, sobre todo en los bancos centrales estadounidense y británico, están dispuestos a resistir.   

El apoyo de los políticos a los reguladores está flaqueando  

Bruselas, reticente a imponer más requisitos de capital a la banca

 

Para enfrentarse a la presión del lobby bancario, habría sido necesario seguir contando con la ayuda de las políticas y que éstas les empujaran a ir más lejos en algunos terrenos. La batalla por la regulación de las finanzas, sin embargo, no está aún perdida. Hillary Clinton, candidata a las primarias demócratas, declaró a finales de julio que iba a hacer una serie de propuestas para “frenar las excesivos riesgos que se toman en Wall Street”. Pero los compromisos políticos en este sentido son raros y, desgraciadamente, aún más en la Unión Europea que en Estados Unidos.