Kerviel: ¿lección aprendida?

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Julio 2015 / 27

¿Casino? Las entidades financieras suelen buscar cabezas de turco entre sus trabajadores cuando algunas operaciones especulativas acaban mal. Sin embargo, es el sistema de control de riesgos el que suele fallar: ésta es la auténtica asignatura pendiente.

Sede en París del banco Société Générale. FOTO: ADRIAN HANCU

TRES GRANDES DEBILIDADES

Los remordimientos de Nathalie Le Roy, comandante de policía en la brigada financiera y principal investigadora del caso Kerviel, expresados en el periódico online Mediapart el pasado mes de mayo, han puesto de actualidad el problema del control de riesgos en las entidades financieras. Le Roy confiesa que, en 2008, estaba convencida de que Jérôme Kerviel, el ex trader de la Société Générale, era el único responsable de que el banco francés perdiera 4.900 millones de euros, pero que a partir de 2012 tuvo “la sensación y luego la certeza de que los superiores de Kerviel no podían ignorar las posiciones que éste había tomado”. 

El banco francés habría, pues, permitido, con pleno conocimiento, que su trader jugara con 50.000 millones de euros. Los magistrados del Tribunal Supremo decidirán si este testimonio les lleva a la misma conclusión y, por tanto, a una revisión del caso Kerviel. Es una buena ocasión para recordar la gran debilidad que los grandes bancos internacionales muestran a la hora de evaluar los riesgos contraídos por sus empleados, lo cual posibilita que se repitan los mismos casos.

La primera debilidad es de orden técnico. Las entidades financieras deben disponer en tiempo real de datos fiables sobre las operaciones por las que han apostado en los mercados financieros y acerca de los créditos otorgados en los diferentes países, con contrapartidas múltiples. Ello exige complejos sistemas informáticos capaces de combinar datos de naturaleza distinta, analizarlos y elaborar cálculos regulares y fiables de los riesgos. Un ejercicio difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que —segunda debilidad— aunque los bancos gastan montañas de dinero en poner a punto una serie de sofisticados instrumentos de medida de los riesgos, la gran mayoría de los modelos utilizados se basan en el hecho de que los acontecimientos extremos son poco probables... Están adaptados a situaciones en las que las ganancias y pérdidas posibles están bastante próximas, y no a las apuestas un poco locas que pueden aportar mucho o costar muy caras.

Finalmente, los controladores de riesgos, cuyo cometido es evitar que se cometan grandes disparates, deben efectuar su trabajo en un medio que no les es nada favorable. Por un lado, los temerarios del banco quieren aumentar las apuestas o los créditos que se supone que generarán grandes beneficios a la entidad, y a ellos en forma de bonus; por otro, los controladores están considerados como un centro de gastos, que les impide ganar dinero, lo cual puede llevar a los jerarcas del banco a proteger a los traders. La relación de fuerzas políticas en el seno de los bancos es desfavorable a los controladores.

 

ETERNOS PROBLEMAS DE GOBERNANZA

Se supone que el consejo de administración de un banco y su presidente son los que, en última instancia, vigilan las actividades de la entidad, gracias, sobre todo, al comité de riesgos. Recordemos que, justo antes de su quiebra, en el consejo de administración de Lehman Brothers se sentaban un almirante retirado, una actriz y un productor de teatro... Pero la incompetencia no lo explica todo: a los bancos les cuesta rechazar operaciones de alto riesgo, pero muy jugosas.

A los bancos les cuesta mucho rechazar operaciones de alto riesgo, pero jugosas

Expertos sugieren que la inculpación personal afecte a los niveles jerárquicos más altos 

Ello ha llevado a las autoridades europeas a intervenir en varias ocasiones. En 2010, la Comisión publicó un libro verde. En 2012, el informe Liikanen sobre la estructura de los bancos volvió a tratar el asunto, lo mismo que la normativa de 2013 acerca de la solvencia de los bancos. Sin olvidar las últimas propuestas, en octubre de 2014, del Comité de Basilea (1), el organismo de supervisión de los grandes bancos mundiales. Desgraciadamente, año tras año, todos constatan lo mismo: si bien los bancos han hecho algunos progresos, su control de riesgos sigue sin estar a la altura deseada.

La lista de incumplimientos establecida por la Comisión parece el museo de los horrores: una cadena de riesgos mal entendida por las entidades, falta de autoridad de los controladores, ausencia de información en tiempo real sobre los riesgos que se han adquirido e incluso una ¡falta de peritaje en lo que a la gestión de riesgos se refiere! El informe Liikanen exige “mejorar la categoría y la autoridad de la función de control de riesgos en todas las entidades bancarias”.

Todos estos análisis definen también lo que sería un consejo de administración ideal: su composición y su tamaño, sus competencias, la independencia de sus miembros, su funcionamiento... Pero toda esa literatura no lleva a ninguna conclusión operativa. La única es que cuanto más poderosos son los controladores, menos arriesgadas son las operaciones realizadas: las apuestas son menos extremas y la estrategia del banco se caracteriza por la “prudencia”, que plasma en una amplitud menor de las operaciones de mercado, especialmente en lo referente a los productos financieros complejos.

Desgraciadamente, todos esos informes públicos están llenos de consideraciones infantiles que piden directores de riesgos que tengan, como indica el Comité de Basilea, “una talla suficiente, independencia, recursos y acceso al consejo de administración”. Podíamos pensar que ya era así tras ocho años de una crisis de amplitud histórica, pero está claro que no...

 

BANCOS DEMASIADO COMPLEJOS 

Para el Comité de Basilea, los bancos disponen de tres líneas defensivas: la primera está situada a nivel de los operadores, que no deben adquirir riesgos imprudentes; la segunda, en los controladores, que tienen que identificar los riesgos; la tercera, en las auditorías internas, que deben verificar la eficacia de las dos primeras. En el caso de la Société Générale, y de todos los demás casos que le han seguido, las tres líneas cayeron una tras otra. 

Está claro que es imposible evitar la codicia humana. Pero para que los procedimientos institucionales que pueden controlarla sean eficaces son necesarios tres cambios importantes. En primer lugar, mayor injerencia de los reguladores para que constituyan una cuarta línea de defensa: hasta los economistas liberales reconocen que cuando lo privado falla, debe ser sustituido por lo público.

En segundo lugar, una simplificación de las estructuras de las entidades bancarias. La revelación, en 2012, de las pérdidas del trader francés Bruno Iksil —conocido como La ballena de Londres— en una filial londinense del banco estadounidense J P Morgan, ilustra el problema. La investigación interna del banco demostró que éste no había sabido desarrollar los instrumentos de control acordes con la complejidad creciente de las actividades y riesgos adquiridos por su rama británica. Las grandes entidades bancarias reagrupan varios miles de filiales y la dirección no puede garantizar ni un control central ni la garantía de que será eficaz a escala local.

Finalmente, desde Georges Ugeux (2), presidente de un banco de negocios de Nueva York, hasta Robert Jenkins (3), un ex financiero que trabajó en el Banco de Inglaterra, son muchos los que insisten en que la mentalidad de los banqueros debe cambiar. Ello pasa por la inculpación personal, tanto pecuniaria como penal, incluida la prisión, de los responsables de la toma de riesgos excesivos, incluso hasta en los niveles jerárquicos más altos. Las multas que los bancos pagan por falta de control no son suficientes. Es lo que llevó a Georges Ugeux a apoyar la pena de cárcel para Jérôme Kerviel y a precisar que “sería necesario que los que han sido cómplices del fraude estuvieran también inquietos”...

 

JÉRÔME KERVIEL

El trader manejaba 50.000 millones de  euros de Société Générale y le hizo perder 4.900. ¿Es creíble que fuera por libre?

 

 

1. «Corporate Governance Principles for Banks», octubre 2014, disponible en www.bis.org/publ/bcbs294.pdf
2. «Que penser de la sentence de Jérôme Kerviel?», blog de Le Monde, 19 de marzo de 2014.
3. «Show Real Remorse and the Bank Bashing Will Soften», Financial Times, 18 de mayo de 2015.