Fiscalidad discriminatoria // ¿Y el impuesto sobre la regla?

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Enero 2021 / 87

En Escocia, tampones, compresas y copas menstruales serán gratuitas. En España, la rebaja del IVA del 10% al 4% sobre estos productos se aparca.

Aunque cada persona es un mundo, las mujeres pasan aproximadamente con la regla un periodo equivalente a entre cinco y seis años de su vida, considerando que suelen menstruar entre 35 y 40 años.  ¿Cuántos tampones, compresas, protegeslips o las más ecológicas copas menstruales pueden llegar a comprar por circunstancias biológicas a lo largo del tiempo? Los cálculos, necesariamente aproximados, sobre el dinero que estos productos higiénicos cuestan a las mujeres, partiendo de una duración media del período de cuatro a cinco días, pueden llegar a alcanzar los 8.000 euros, según la plataforma Provoquemos un cambio, partidaria de aplicar un impuesto sobre el valor añadido (IVA) superreducido a estos productos. 

Pese a que la Comisión Europea permite flexibilidad desde 2007 para bajar el IVA que soportan, cerca de la mitad de los Estados miembros no lo han tocado. En algunos casos, como el de Hungría o el de Dinamarca, a los tampones y las compresas se les aplican los tipos impositivos más elevados (el 27%. y 25%, respectivamente). 

En los últimos años, la presión social, y especialmente la ejercida por los movimientos feministas, ha logrado descensos importantes del IVA sobre los productos higiénicos para mujeres. En Alemania, por ejemplo, pasó en 2020 del 19% al 7%. Hace tres años, Bélgica lo rebajó del 20% al 6%. Países vecinos como Francia aplican un 5,5%. El único país de la UE que aplica un 0% de IVA es Irlanda, porque la exención fiscal era previa a la normativa europea, aunque más allá de Europa tampoco aplican impuestos otros países, entre ellos  Kenia, Canadá, Australia, Colombia, India y Nicaragua y varios Estados de EE UU.

Sin IVA 'superreducido'

En el IVA hay tres tipos impositivos posibles: el llamado general, del 21%, como el que se aplica al tabaco; el denominado reducido, del 10%, que grava productos como los insecticidas y bienes como las plazas de garaje, y el considerado superreducido, del 4%, que se aplica a artículos básicos como el pan. En España, sobre estos productos íntimos se aplica el 10%, salvo en Canarias, donde su condición insular le permitió suprimir el tributo regional para productos de higiene femenina hace ya dos años. 

El Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez se había comprometido a reducir el IVA sobre estos productos desde el actual 10% al 4%. Este cambio llegó a plasmarse en el fallido proyecto de Presupuestos de 2019, donde la merma recaudatoria se estimó entonces en 18 millones de euros. Sin embargo, en los actuales Presupuesto Generales del Estado no se incluye. Lo corrobora el Ministerio de Hacienda, que, preguntado al respecto, precisa: "En el proyecto se contempla una serie de ajustes fiscales concretos", y que la ministra María Jesús Montero ha comentado en numerosas ocasiones que será necesaria una reforma de calado, en profundidad, del sistema tributario, y, cuando se afronte la reforma fiscal global, ya se estudiará qué incluirá.

Las organizaciones de consumidores, de la OCU a Facua, vienen reinvidicando la rebaja para un tipo de productos que no hay opción de no utilizar.

35%: Es la diferencia de precio que se cobra de media por los productos más caros en versión femenina, dice el Gobierno valenciano 

El ahorro de una rebaja al 4% por cada producto parece muy pequeño, pero es acumulativo. El pasado 17 de diciembre, una caja de una de las marcas de tampones compactos más conocidas, Tampax, con 22 unidades para un flujo regular, valía en el supermercado Condis online 3,59 euros. Aplicándole un IVA del 4%, el ahorro por caja sería de 22 céntimos. ¿Es esta la cuestión?

Para el Parlamento escocés, no. Y no porque los fabricantes puedan seguir cobrando lo mismo por sus productos —es decir, de facto subir el precio— al margen de la eventual rebaja fiscal. En el combate contra la llamada "pobreza del periodo", las escocesas dejarán de pagar por la adquisición de copas menstruales, tampones y compresas. 

El proyecto de ley de productos del período, impulsada por la laborista Monica Lennon desde hace un lustro y que deberá aplicarse plenamente antes de dos años, prevé que cualquier persona que necesite productos sanitarios pueda encontrarlos disponibles de forma gratuita en los edificios públicos, y también en universidades e institutos. 

Es un avance único, en un Reino Unido donde el impuesto del tampón se coló en los debates sobre el Brexit. Los partidarios de abandonar la UE argüían que no podían ni quitar el IVA a las compresas.

Salud y medio ambiente

Pero hay sectores que ven en la cruzada por la rebaja del IVA una medida que, aunque positiva, no entra en el fondo de la discriminación ni en otras cuestiones de calado. "Bajar el IVA no sería una gran victoria. Claro que me parecería bien, pero tenemos que concentrarnos en otras cosas: las compresas y los tampones son altamente contaminantes y están llenos de sustancias químicas que a veces producen reacciones graves", subraya María Pazos, activista feminista, matemática y  experta en fiscalidad, que es partidaria de "un reparto gratuito de la copa menstrual, porque es mejor para la salud, para el medio ambiente y, además, sale más barata". 

En el mercado se encuentran copas menstruales por 15 euros, por  22 y hasta por 40, según sus características. La clave es que están hechas de material hipoalérgico y son reutilizables. Sus fabricantes aseguran que con un buen mantenimento duran varios años.

'Tasa rosa'

Al coste de los productos higiénicos para la menstruación se le suma el sobreprecio que se aplica a la versión "para mujeres" de determinados productos. La organización Facua estimó en 2018 que las cuchillas de afeitar para mujeres eran un 171% más caras: el precio de un paquete de 20 maquinillas con dos hojas costaba 1,75 euros, mientras que 10 unidades de color rosa  que la organización señalaba como idénticas, valía 2,30 euros. 

La opción de la copa menstrual es más ecológica y económica

A esa versión para mujeres más cara se le llama tasa rosa. El tema es polémico porque las marcas apelan a la mercadotecnia, a los costes de producción mayores o menores en función del total de unidades vendidas  y porque no siempre se comparan productos exactamente iguales. En este sentido es de interés el Estudio sobre el impacto económico y social de la llamada tasa rosa sobre la sociedad valenciana, encargado por la Generalitat Valenciana. Este informe concluyó en 2019 que la tasa rosa existe, tras analizar 398 productos con su versión femenina y masculina. "Tanto en el número de productos con precio más caro como en el promedio de la diferencia de precio respecto al otro sexo, las mujeres están más damnificadas que los hombres", afirma. De media, cuando hay diferencia de precio, esta es del 35,3% cuando resulta más caro el producto destinado a mujeres, como sucede más en el campo de la peluquería, los accesorios y la telefonía. Cuando resulta más caro el producto para hombres, como los seguros o la depilación, de media la diferencia es del 28,1%.