Expansión // Multinacionales 'made in China'

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Febrero 2021 / 88

Ilustración
Lola Fernández

La presencia de los grandes grupos empresariales chinos fuera de su país se ha convertido en una realidad cotidiana. Dos de cada tres son públicos o de capital mixto y obedecen los dictados del Partido Comunista.

En la tercera década del siglo XXI nadie cuestiona el poder económico y político de China. Su influencia, sin embargo, no se limita a su capacidad financiera o diplomática, sino que también es visible a través de sus grandes corporaciones, que compran compañías, participan en concursos públicos y establecen sucursales. 

Unos enormes grupos empresariales, muchos de ellos desconocidos para la mayoría de occidentales, que apuestan por conquistar el mundo combinando lo mejor del capitalismo y del comunismo, lo que supone toda una innovación disruptiva.

2008: La  gran crisis financiera fue una oportunidad para la expansión internacional de las corporaciones chinas

Lenovo, Geely, Alibaba, Huawei, Tencent, Haier, ChemChina y Baidu son nombres que hasta hace unos pocos años eran desconocidos en Europa y Estados Unidos, hasta que empezaron a inmiscuirse en nuestra vida cotidiana. Actualmente, vivimos rodeados de productos made in China, desde un chip a un frigorífico. Lenovo compró la división de ordenadores de IBM; Geely se hizo con Volvo; Huawei compite con Apple en telefonía móvil; ChemChina controla Pirelli y la suiza Syngenta; Baidu rivaliza con Google; Tencent comercializa WeChat (el Whatsapp chino) y Haier vende todo tipo de electrodomésticos, entre otras iniciativas empresariales chinas. 

Más competitivas

Todas estas firmas, y más, aprovecharon la oportunidad para expandirse que les brindó la crisis financiera internacional de 2008, que provocó la caída de valor de numerosas empresas europeas y norteamericanas. Esta coyuntura les facilitó el acceso a todo el planeta para mejorar su tecnología, ser más competitivas y aumentar su cuenta de resultados. Fueron unos años en los que los grupos chinos protagonizaron numerosas compras de empresas, fusiones e inversiones en el extranjero, aprovechando los apuros financieros de las economías avanzadas. Este dinamismo hizo que en 2019 hubiera prácticamente tantas firmas chinas en la lista Fortune Global 500 (119) como estadounidenses (121), lo que es importante salto cuantitativo si se tiene en cuenta que 10 años antes esa proporción era de 1 a 4.

El objetivo es conseguir materias primas y acceder a tecnología avanzada

Las grandes compañías aprovechan lo mejor del capitalismo y del comunismo

La crisis de 2008 no fue, sin embargo, el único factor que impulsó la internacionalización de las corporaciones chinas. También facilitó su ascenso global que la economía del gigante asiático creciera a un ritmo anual de dos dígitos y que el Gobierno apoyara sin fisuras la salida al extranjero de su industria nacional. Era un entorno propicio para que se internacionalizaran al mismo tiempo que se aprovechaban del enorme mercado interno del país, con una sociedad ávida de consumir, para fortalecerse.

Ese vendaval inversor alcanzó su punto álgido en Europa en 2016, cuando la inversión directa china se elevó a 37.000 millones de euros. Este dinamismo impulsó a las firmas del país asiático a dedicar más de 200.000 millones de euros a la compra de más de 300 empresas europeas entre 2008 y 2018, según Bloomberg. Esta ofensiva les ha llevado a controlar 4 aeropuertos, 13 equipos de futbol —entre ellos el RCD Espanyol (Rastar Group) y el Atlético de Madrid (Dalian Hexing Investment)— y 6 puertos marítimos (entre ellos los de Bilbao, Valencia y Barcelona), estos últimos a través de la naviera COSCO y el grupo hongkonés CK Hutchinson Whampoa, que gestiona la mayor terminal de contenedores del puerto barcelonés.

La última palabra

Su estrategia de expansión internacional no tiene, sin embargo, como fin último el beneficio empresarial. Las multinacionales chinas siguen pautas distintas de las del resto de economías desarrolladas. Sus objetivos acostumbran a coincidir con los fijados por el Partido Comunista Chino (PCCh). Unas metas que suponen controlar los mercados de materias primas, ya que China carece de los recursos naturales suficientes, y adquirir la tecnología más avanzada posible, lo que explicaría el despliegue de estas empresas en África, América Latina, Australia y Europa.

A diferencia de los grandes grupos occidentales, no cotizan en los mercados de valores internacionales y cerca del 70% de ellas son de capital público o mixtas. Esta relación hace que el partido comunista siempre tenga la última palabra. Y este control se extiende al sector privado, cuyos dirigentes se ven obligados a mantener vínculos con la organización comunista. Es una situación difícil de cambiar porque Pekín no quiere dejar el control de unas compañías que dominan mercados globales. 

El gran magnate
Jack Ma, fundador de Alibaba, desapareció durante tres meses de la vida pública tras criticar el sistema financiero chino

Un reciente ejemplo del poder que el Gobierno chino ejerce en la vida empresarial se ha plasmado en el bloqueo de la salida a Bolsa de Ant Group, la financiera tecnológica del gigante del comercio electrónico Alibaba. El freno a la que debía ser la mayor salida bursátil de la historia se produjo dos días después de que su fundador, Jack Ma, declarara que el sistema financiero chino era muy conservador y que los bancos estatales funcionaban como una antigua casa de empeños. Ma desapareció durante tres meses de la vida publica, lo que desató todo tipo de conjeturas, mientras el Gobierno abría una investigación sobre presuntas prácticas monopolísticas de Alibaba.

Precios más bajos

Lor corsés oficiales, sin embargo, no impiden que las grandes corporaciones chinas aprovechen las ventajas de su país cuando compiten a nivel internacional. De entrada, cuentan con el apoyo institucional y financiero de su Gobierno, así como con enormes facilidades para invertir en I+D+i. Y siempre presentan, además, precios más bajos a la hora de competir. Esta oferta se explica porque sus costes laborales son más reducidos, pero también porque producen para un mercado local con menor poder adquisitivo que el de los países occidentales, lo que repercute en unas tarifas más bajas para unos productos con las mismas prestaciones que los producctos europeos o estadounidenses.
Se trata, en definitiva, de gigantes empresariales que han aprendido que para imponerse en los mercados globales hay que aprovechar lo mejor del capitalismo y del comunismo y no regatean esfuerzos  para conseguirlo. Son las multinacionales made in China”.