Europa // ¿Cambiará de rumbo Alemania tras la salida de Merkel?

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Octubre 2021 / 95

Aunque ha resistido bien la pandemia, el modelo alemán da señales de vulnerabilidad. Es el reto que deberá afrontar el nuevo Gobierno federal.

¿Es tan sólido como se dice el modelo alemán? 

Todo da a entender que ha resistido bien la pandemia, pero esta ha puesto de manifiesto algunas vulnerabilidades que el país ya no podrá ignorar. 

En lo que a las ventajas se refiere, en primer lugar, está la de las prestaciones de desempleo temporales. Mientras que la mayoría de los países europeos las han descubierto con motivo de la crisis sanitaria (es el caso de los ERTE en España), los alemanes recurrieron a ellas durante la crisis financiera de 2008. “La Administración estaba preparada, lo mismo que los esquemas, para aplicar el dispositivo”, señala Christiane von Berg, economista de la aseguradora Coface y especialista en Europa del Norte. 

Sin embargo, no todas las secuelas de la pandemia han desaparecido en Alemania. “La media anual del paro era del 3,8 % en 2020. Según Eurostat, debería aumentar en 2021 y llegar al 4,1%”, estima Céline Antonin, economista a responsable de Alemania en el Observatorio francés de Coyunturas Económicas (OFCE).

Rápida recuperación

En cuanto a la actividad global, este año se espera un aumento del 3%. Menos que el 6% que se espera para Francia (y el 6,2% previsto por el FMI para España), pero en todo caso es una buena noticia para Alemania, pues en este país la actividad bajó menos el año pasado (-4,9% frente al -8,2% en Francia y el -10,8% en España). 

Un punto débil es la excesiva dependencia de China

Completar la transición ecológica sin dañar la industria no erá fácil

En principio, la recuperación es, pues, menos impresionante en Alemania, pero “en comparación con la crisis financiera, la pandemia ha perjudicado menos al modelo alemán, ya que  los más afectados han sido los servicios, no la industria”, explica François Gerolf, consejero científico en el Cepii (Centre d’Études Prospectives et d’Informations Internationales). En efecto, el sector manufacturero alemán representaba casi el 20% del PIB del país en 2020, frente a solo el 16% en Italia, el 12% en España y el 10% en Francia, según las últimas cifras publicadas por Destatis, el equivalente alemán al INE español. El automóvil es el buque insignia de esta industria, por delante de la ingeniería mecánica, que produce grosso modo maquinaria y equipamiento, la industria química e incluso la electrónica. Estos cuatro sectores en su conjunto representan casi el 70% de las exportaciones de Alemania. 

La caída brutal de las importaciones y las exportaciones alemanas, sobre todo las no industriales, a comienzos del primer confinamiento (respectivamente -21% y -31% en abril de 2020 respecto al mismo mes de 2019) habría hecho pensar que Alemania pagaría un alto precio por esta crisis debido a su gran dependencia del comercio internacional, pero los intercambios comerciales se han restablecido rápidamente superando incluso, en diciembre de 2020, su nivel de antes de la pandemia. Ello se ha debido sobre todo a la rápida recuperación de China, que, desde hace cinco años, es el principal socio comercial de Alemania. Esto ha atenuado el choque inicial, aunque sin llegar a compensarlo totalmente: la producción industrial alemana ha disminuido el 10% en un año. 

Fábrica de Volkswagen  en Dresde. Foto: K. D.

Fragilidades estructurales

Aunque la crisis no haya provocado enormes heridas en la economía alemana, la pandemia ha puesto el dedo en la llaga de algunas fragilidades estructurales. En un contexto de lucha contra el calentamiento global, ¿podrá la industria alemana contar durante mucho tiempo con sectores industriales contaminantes como el del automóvil? ¿Podrá también seguir aferrándose a normas presupuestarias estrictas cuando aumenta su necesidad de nuevas inversiones? No faltaron, pues, temas para para animar la campaña de las elecciones generales del pasado 26 de septiembre, en las que los alemanes eligieron un nuevo Gobierno para sustituir al de Angela Merkel, tras 16 años en el poder. 

Casi todos los partidos que concurrieron a las urnas —la CDU-CSU, de Merkel, con su candidato Armin Laschet; Los Verdes, dirigidos por Annaelena Baerbock; los socialdemócratas del SPD, representados por Olaf Scholz, y los liberales del FDP de Christian Linder— coincidieron en un punto. “Todos consideran que hay que mantener un sistema industrial fuerte. Pero también que ello exigirá algunos cambios”, resume Sandra Parhie, del grupo de análisis económico Institut der deutschen Wirtschaft (IW) en Bruselas. “Los alemanes no se sienten seguros respecto a su fuerza industrial y económica, tienen la impresión de que están pasando por alto una serie de innovaciones. Nuestra industria sigue siendo fuerte, pero mira al pasado con demasiada frecuencia”, abunda Sven Giegold, eurodiputado de los Verdes alemanes.

20% Aportación de la industria manufacturera al PIB alemán

0,35% del PIB Es el límite anual de la deuda del Gobierno federal

La transformación de la industria automovilística alemana comienza por la transición hacia un aumento de los vehículos eléctricos, como prevé el plan de relanzamiento de 130.000 millones de euros aprobado la pasada primavera y que ha permitido al país llevar a cabo una política industrial más responsable que de costumbre. “Las inversiones de Alemania en infraestructuras verdes y en movilidad (…) prevén incentivos al desarrollo de vehículos, autobuses y trenes eléctricos, así como un esfuerzo para desarrollar las infraestructuras de recarga” para los vehículos eléctricos, subraya el Instituto Bruegel en un análisis comparativo de los distintos planes de relanzamiento en Europa.

El reto consiste ahora en lograr llevar a cabo la transición ecológica de la industria sin desestabilizarla, lo que tendría una serie de graves consecuencias económicas y sociales, aunque mientras los conservadores se han mostrado más proclives a prestar atención a las reivindicaciones de los industriales que piden desde hace años una bajada de la fiscalidad, los Verdes, por su parte, lo son a prestar atención a los aspectos directamente ligados a la transición, como la reducción drástica de las emisiones, según explica Céline Antonin.

Principal mercado

La otra vulnerabilidad de la industria alemana procede de su dependencia de China, que es, entre otras cosas, el principal mercado de exportación de sus vehículos. En efecto, esta última está planificando un cambio de modelo económico para lograr, por una parte, importar menos productos de alta gama que pasaría a fabricar ella misma, y, por otra, a exportar contenidos que tengan más valor añadido que, por ejemplo, el textil. “Aunque las grandes empresas alemanas se aferran al mercado chino, no está claro que lo recíproco vaya a durar mucho tiempo (…). El mensaje es muy claro: si el socio alemán ha sido útil hasta el presente, el objetivo a medio plazo es trabajar sin él. Y mejor que él”, considera Ernst Stetter, consejero especial del presidente de la Fundación Jean-Jaurès para Europa. 

Estimular la demanda interna es una asignatura pendiente de la primera economía europea

Este reposicionamiento es crucial para Alemania, pero también para Europa, pues la focalización estructural de Alemania en las exportaciones en detrimento de su demanda interna es, en parte, responsable de la creciente divergencia con los países del sur de la Unión. “Desde los años 2000, Alemania, ha logrado mediante diferentes políticas, entre las que se cuenta la reforma del mercado laboral, comprimir enormemente su demanda interna, obligando con ello a las empresas a encontrar mercados internacionales. Ello la ha hecho ganar cuotas de mercado en el extranjero en detrimento de sus competidores europeos”, recuerda François Geerolf. 

Rápida recuperación

La implantación del salario mínimo en 2015 marcó una ruptura con esa tendencia, y la propuesta de Los Verdes de aumentarlo de 9,50 a 12 euros brutos a la hora podría mejorar más la situación, aunque no bastará. “El FMI considera que el excedente comercial de Alemania debería estar entre el 2% y el 4% frente al actual 7%. 

12,5 euros a la hora: Es la propuesta de Los Verdes para subir el salario mínimo

El Gobierno de Berlín tendría, pues, que aumentar su demanda interna entre 3 y 5 puntos del PIB, bien favoreciendo el consumo, bien estimulando la inversión pública hoy a media asta, opina François Geerolf. Con la salvedad de que, aunque las normas presupuestarias europeas se suspendieron a comienzos de la crisis, así como el freno a la deuda alemán que, desde 2009, limita el endeudamiento del Estado federal al 0,35% del PIB anual, la preocupación por la disciplina presupuestaria ha vuelto enseguida al primer plano.

La CDU-CSU ha defendido aplicar de nuevo el freno a partir de 2022, el SPD prefiere hacerlo de cara a 2023 y Los Verdes tampoco se han opuesto a ello, aunque con reformas para permitir más inversión pública.

Este panorama aceleraría en cualquier caso una vuelta a la austeridad económica en el continente, más o menos brusca. 

“Aunque Alemania decida no cambiar su sistema, es posible que sí cambie su discurso a nivel europeo”, confirma Eric-André Martin, secretario general del Comité de Estudios de las relaciones francoalemanas (Cerfa). Esto demuestra que los debates que tienen lugar en Alemania y los resultados de las urnas no solo interesan a los alemanes.

 

¿Cómo invertir sin aumentar la deuda?

El eurodiputado de Los Verdes Sven Giegold.

Antes incluso de la aparición de la pandemia, las necesidades de inversión en Alemania se estimaban en 45.000 millones de euros anuales. Si el país se niega a seguir recurriendo a la deuda, que se eleva al 69,8% del PIB (frente a casi el 120% en Francia y el 125% en España), la financiación de las tres prioridades identificadas en el plan de relanzamiento covid europeo —la digitalización de la economía, la transición ecológica y las infraestructuras públicas— obligará a hacer un esfuerzo presupuestario en el nuevo mandato, lo que dependerá de los ingresos conseguidos en otras partidas. 

Los Verdes, por ejemplo, preveían un aumento del impuesto sobre la renta de 3 a 6 puntos. “Deseamos instaurar un impuesto sobre las grandes fortunas y dedicarlo a los gastos en educación de los länder (estados federados de Alemania)”, explicaba, por ejemplo, el eurodiputado de Los Verdes alemanes, Sven Giegold. Los conservadores, por su parte, “prevén encontrar dinero en los frutos del futuro crecimiento y la caída de la innovación”, expone Sandra Parthie, directora de la oficina de enlace del grupo de reflexión económica Institut der deutschen Wirtschaft (IW) en Bruselas.