Estados Unidos, un crecimiento de alto riesgo

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Julio 2019 / 71

Alerta: Caida del índice de actividad, desregulación medioambiental, déficit presupuestario... la salud económica de la gran potencia mundial tiene numerosos costes ocultos.

Donald Trump, en un encuentro con trabajadores de la construcción. FOTO: La Casa Blanca

“Nuestra economía es hoy la mejor del planeta”, declaró en Florida Donald Trump tras haber recibido dos buenas noticias: el crecimiento, que alcanzó el 3,2% en el primer trimestre de 2019, supera en más de un punto las previsiones de los economistas, y el paro, que roza el 3,5%, está en su nivel más bajo desde 1969.

No hay nada de misterioso en esa buena estrella coyuntural, subraya el economista Paul Krugman: Donald Trump lleva a cabo una política keynesiana (menos impuestos y relanzamiento presupuestario) que permite crear una demanda adicional al aumentar el gasto del Estado y el poder adquisitivo de los hogares. Es lógico, pues, que semejante economía cree crecimiento y empleos (263.000 en abril). “Los indicadores ampliados del mercado laboral, los que tienen también en cuenta a los trabajadores desanimados que ya no buscan trabajo y los empleos a tiempo parcial, muestran también una mejora”, completa Christophe Blot, economista del Observatorio Francés de las Coyunturas Económicas (OFCE).

Por el momento, la foto parece, pues, muy satisfactoria. Pero la película futura no lo es tanto.
El descenso del paro se ha logrado gracias a una tendencia a la baja del índice de actividad (el porcentaje de personas de una franja de edad que tienen o buscan empleo), debida sobre todo a la crisis de los opioides: la prescripción de esos analgésicos con fuerte riesgo de adicción es inmensa en el país y causa anualmente graves problemas de salud y decenas de miles de muertos por sobredosis.

El aumento de los salarios (+3,6% anual en abril) no suscita por el momento inquietud respecto a un aumento de la inflación, que se ajusta a las previsiones de la Reserva Federal de EE UU (Fed) (2%). Y, lo que constituye una buena noticia relativa, los salarios más bajos aumentan con mayor rapidez que el resto (+4,4% para un 25% de los estadounidenses más pobres, +3,1% para el 25% de los más acomodados). Esta evolución está alimentada en parte por los recientes aumentos del salario mínimo en algunas ciudades y Estados del país, que no se debería, pues, específicamente a una política económica cuyos puntos muertos son evidentes.

“El aumento del déficit no es un problema en sí. Sobre todo, para un país que dispone de la moneda de reserva mundial y, por tanto, de la confianza de sus acreedores”, subraya Christophe Blot. Pero el relanzamiento estadounidense pivota sobre el capítulo militar (cuyo presupuesto federal aumenta por primera vez desde 2010) en detrimento del gasto social, que se supone sirve de amortiguador a las poblaciones más vulnerables en caso de crisis.
 

HILOS FRÁGILES

En lugar de invertir, las empresas que se han beneficiado de la bajada del tipo impositivo sobre sociedades (que pasó del 35% al 21% en 2017) han optado por una estrategia a corto plazo consistente en comprar sus acciones. Finalmente, “el crecimiento debe mucho a la constitución de inventarios por las empresas que almacenan material previendo un aumento de las tarifas aduaneras”, indica Jean-François Boittin, experto asociado en el Cepii (Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales).

Trump lleva a cabo una política keynesiana

El relanzamiento pivota sobre el capítulo militar

El aumento del empleo en el sector petrolero revela, además, el coste medioambiental de ese crecimiento. En el ámbito de la política monetaria, las recientes declaraciones de Donald Trump contra la Fed –a la que acusa de impedir un crecimiento aún mayor al negarse a bajar los tipos por debajo de su nivel actual del 2,5%– demuestran, si ello fuera necesario, que el presidente estadounidense y sus consejeros tienen la vista puesta en el  muy corto plazo. Y con razón: el plazo presidencial de 2020 se acerca a grandes pasos y el inquilino de la Casa Banca sabe que tiene en esa (muy relativa) buena salud económica un argumento contundente para establecer una relación de fuerza favorable con sus enemigos chinos.